lahaine.org
EE.UU. :: 15/11/2008

EE.UU. Un ejemplo de democracia

Gontzal Martínez de la Hidalga
A la hora de votar se está imponiendo el voto electrónico en muchos estados, que es controlado por empresas ligadas a intereses económicos poderosos

Después de ocho funestos años de la era Bush hijo, en los Estados Unidos de Norteamérica los republicanos han sido derrotados. Fruto de esta época han sido los genocidios en Irak y Afganistán, el recrudecimiento de la represión sobre el pueblo palestino, el apoyo a los militares pakistaníes contra su pueblo, el aumento de grandes masas de población marginada en los EE.UU. y tantos otros capítulos infames. Primero el padre y luego el hijo, la familia Bush deja por el camino un ingente reguero de cadáveres, millones de personas empobrecidas, países destruídos y esquilmados, millones de huérfanos y un mundo peor aun de lo que estaba. No quiere esto decir que los años de Clinton entre ambos Bush fueran mucho mejores.

Barack Obama, el negro que se hizo blanco, es el nuevo presidente tras el espectáculo circense que son las elecciones yanquis. Si bien las elecciones en las democracias burguesas son dudosamente democráticas, sobre todo por la diferencia de medios propagandísticos entre las partes, en las elecciones en EE.UU. el fraude se produce en todas las fases.

En ese país no hay un censo poblacional fiable. Hay varios millones de personas que ni existen: Masas marginadas en la periferia de las ciudades, ciudadanos ilegales, etc.

Para poder votar hay que inscribirse. La administración no se encarga de ello como en otros países. Allí, es cada persona la encargada de hacerlo y en ocasiones no resulta nada fácil. Trabas burocráticas por doquier. Es necesario para facilitarlo tener alguna identificación como pasaporte o carnet de conducir, de los que carecen la mayoría de los sectores populares. Se da incluso el caso de que se hacen anuncios gubernamentales llamando a inscribirse y a votar después de pasado el plazo para hacerlo.

Del censo electoral se excluye legalmente a varios millones de personas: Gente encarcelada o en libertad condicional. En algunos estados incluso a cualquier ciudadano que haya pasado por la cárcel se le impide para siempre. Dado el racismo del sistema judicial yanqui en ciertos estados casi un cuarto de la población afroamericana no puede votar.

En ocasiones incluso los muertos votan, como pasó en la anteriores elecciones en la Florida de Jeb Bush, hermano del presidente, o gente que después de inscrita desaparece de las listas. Casualmente se da más en zonas de predominio de no blancos.

¡Qué decir también de la propaganda! En este campo las elecciones en todas las democracias burguesas son similares. Los grandes poderes económicos controlan la mayoría de los medios de comunicación y apoyan a los candidatos con cantidades ingentes de dinero dedicadas a la manipulación mediática, perdón, debería decir propaganda electoral. Por supuesto estos favores económicos hay que devolverlos después en forma de ayudas a las grandes empresas donantes.

En el caso de las elecciones yanquis, reconocen un gasto de campaña de cerca de dos mil millones de dólares. Según cálculos aproximados, basados en lo que “reconocen”, el sociólogo y militante norteamericano James Petras afirma en una entrevista que “el precio para ser presidente norteamericano es de unos 700 millones de dólares. Para ser senador por lo menos entre 50 y 70 millones y para congresistas comunes entre 20 y 25 millones”.

Uno de los objetivos de toda esta propaganda es hacer creer que la participación electoral es “la democracia” y además intentar convencer que sólo las “marcas” publicitadas existen. Otras candidaturas con menos medios económicos son sistemáticamente ignoradas en esta feria electoral.

A la hora de votar se está imponiendo el voto electrónico en muchos estados. Éste es controlado por empresas ligadas a intereses económicos poderosos. Además desde el punto de vista técnico en muchas ocasiones no se garantiza que fuera fiable hasta dentro de unos años. Aun así, ya se utiliza.

Y en la fase final de las elecciones no podía ser menos. En el recuento también se aprecian las largas manos de los intereses de los poderosos. Tal es así, que se reconoce de manera unánime que en las dos elecciones que ganó George W. Bush hijo, hubo fraude en el recuento. En la primera para derrotar al ahora ecologista VIP Al Gore y en la segunda par vencer a John Kerry. Como vemos, no es lo que pudiera considerarse un ejemplo de democracia, esa palabra prostituída hasta límites insospechados.

Pero la victoria de Barack Obama siempre será menos mala que la del partido republicano. Entre los votantes de Obama hay conservadores en mayor o menor medida, liberales, socialdemócratas e incluso gentes de izquierda apostando por un mal menor, por evitar el triunfo de la ultraderecha más rancia. Por suerte son mayoría los que no desean el fascismo en los EE.UU. Hay intelectuales de izquierda muy críticos como Howard Zinn que han votado a Obama. No porque crea que vaya a cambiar nada, pero con la esperanza de que surjan espacios para los movimientos ciudadanos que puedan forzar esos cambios.

Sin embargo, viendo los resultados no deja de ser preocupante que McCain haya logrado la friolera de 56 millones de votos. Son 56 millones de personas que no tienen ningún reparo en dar su apoyo a una candidatura que cree que los EE.UU. son el pueblo elegido; Que considera que tienen derecho a intervenir en cualquier lugar del mundo para defender sus intereses; Que cree que la democracia es el poder ir armado sin control alguno, a pesar de los miles de muertos que esto causa; Que apoya la persecución y expulsión de los trabajadores sin papeles; Que considera que sus enemigos son amigos del diablo; Que no ve con malos ojos los atentados a clínicas que practican abortos (Sarah Palin dixit); Que considera a los negros y otras razas no blancas como de segunda; Que afirma que Dios creo a Adán y de éste a Eva y se resiste a aceptar la evolución de las especies; Que cree que la homosexualidad es una desviación de la familia instaurada por Dios; Que piensa que la enseñanza de la religión, por supuesto la cristiana, es imprescindible en las escuelas públicas; Que apoya el reclutamiento de escolares para el ejército; Que cree legítimo violar todas las leyes internacionales para intentar estrangular al único país de las Américas, su vecino cubano, en el que no ha habido desaparecidos en los últimos 50 años y que tiene educación y sanidad universal, al contrario de lo que pasa en los EE.UU.; Que afirma que el presidente electo de Venezuela, ganador de unas ocho elecciones, es un dictador que debe ser depuesto por los EE. UU.; Que piensa que Pinochet o Franco salvaron a sus respectivos países de las garras del comunismo. Y otras muchas barbaridades más que se me quedan en el tintero.

En fin, a pesar de la derrota de los republicanos, no invita al optimismo que esos 56 millones de electores no se avergüencen de respaldar al fascismo más duro y por desgracia los votos emitidos en ese país son los que más cuentan en el planeta.

Por todo ello, aunque el fin de la era Bush nos haga ser optimistas y confiemos que permita un espacio a nuevos movimientos, ahora más que nunca es imprescindible seguir denunciando el imperialismo y no dejarse engañar. Los cambios sólo llegan cuando las luchas populares los fuerzan, no gracias a elecciones como las descritas.

Komite Internazionalistak
Euskal Herria

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal