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Europa :: 07/02/2024

Masacre en Lisichansk

Nahia Sanzo
Al menos 28 muertos y 40 desaparecidos en una panadería: un acto especialmente cínico y dañino por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Las mentiras de los medios

Minutos antes de las seis de la tarde del sábado, citando como fuente a un “ministerio ruso”, AFP publicaba en sus redes sociales como noticia de última hora que “la cifra de víctimas mortales del bombardeo ucraniano en una ciudad ocupada asciende a cinco”. Cuatro horas después, el mismo medio daba nombre a esa ciudad, Lisichansk, y actualizaba la cifra de víctimas mortales a 15. La imagen que acompañaba al mensaje mostraba un edificio de una planta con un cartel de comercio, aunque el medio seguía sin precisar el lugar atacado. Por la noche, ocho horas después de la primera noticia sobre el ataque, se precisaba que, “según Rusia”, “alrededor de 10 personas” habían sido rescatadas. Volvía a actualizarse la cifra de víctimas a 20. El domingo por la mañana, la misma agencia ofrecía, nuevamente con la etiqueta de última hora, la noticia de que “la cifra de víctimas asciende a 28 en el bombardeo de una ciudad ocupada del este de Ucrania” según “los rescatistas rusos”.

Aunque sin ningún tipo de condena, mención al tipo de bajas que se habían producido -civiles o militares- ni el tipo de establecimiento bombardeado, una de las agencias de noticias más importante del mundo daba la noticia de una masacre en una ciudad cuyo nombre parecía no querer mencionar. No fue hasta el posterior mensaje cuando la agencia escribió por fin el lugar en el que se había producido el bombardeo: “una panadería de la ocupada ciudad de Lisichansk, en el este de Ucrania”.

El segundo párrafo del texto al que enlazaban los mensajes en las redes sociales afirmaba que “las fuerzas de ocupación de Moscú afirman que Kiev ha atacado una panadería que es popular los fines de semana”. En los lugares destruidos por la guerra, los escasos establecimientos abiertos tienden a convertirse en lugar de reunión y socialización.

Casi 24 horas antes de que las grandes agencias de noticias de habla inglesa publicaran la información completa sobre el lugar y la localidad atacadas, la República Popular de Lungansk (RPL) había denunciado el bombardeo ucraniano como un ataque deliberado. “Las Fuerzas Armadas de Ucrania han disparado contra una panadería en Lisichansk, hay civiles bajo los escombros. Nuestros enemigos, sin éxito en el frente, vuelven a atacar a la población civil de la RPL.

Conscientes de que, en día festivo, la población de Lisichansk viene a la panadería donde se hornea pan, abrieron fuego contra el edificio”, escribió el sábado, nada más conocerse la noticia del ataque, el presidente de la República Leonid Pasechnik. Las imágenes del lugar y el estado en el que se encontraba el pequeño edificio dejaban claro que se había tratado de un ataque, no solo certero, sino deliberado y que la cifra de víctimas podía ser muy elevada.

En cierta forma, el ataque recuerda al de hace dos semanas en la ciudad de Donetsk, donde más de una veintena de personas entre quienes vendían productos y quienes habían acudido a comprar, murieron asesinadas en plena calle a las puertas de uno de los mercados de la ciudad. En aquella ocasión, Ucrania no dudó en cínicamente acusar a Moscú de bombardear la ciudad, un autobombardeo más de los muchos que Kiev ha acusado a Rusia de realizar a lo largo de los últimos diez años.

En el caso de Lisichansk, mucho más alejada del frente que Donetsk, en la primera línea desde 2014, el ataque no se ha realizado -según las informaciones que ha proporcionado Rusia, coherentes con la localización del lugar atacado y la precisión del golpe- con la artillería de 155mm que habitualmente bombardea las ciudades cercanas a la línea de contacto. La precisión del ataque y el estado en el que ha quedado el edificio apuntan al uso de artillería guiada, de precisión. Aunque aún sin mostrar los restos de los proyectiles, Rusia acusa a Ucrania de haber utilizado sus HIMARS estadounidenses. Entre súplicas por la supuestamente crítica escasez de munición, Kiev vuelve a atacar una localidad ya duramente castigada por la guerra y en la que el blanco no fue un objetivo militar legítimo.

Por la noche, los medios rusos publicaban unas imágenes de los rescatistas de la RPL trabajando entre los escombros del interior del edificio extrayendo los cuerpos de los fallecidos. Al contrario de la versión publicada por medios como la agencia EFE, según la cual “el edificio se derrumbó”, el lugar muestra todas los signos de un impacto directo que destruyó el lugar.

El domingo por la mañana, explicando que los trabajos de rescate habían comenzado de inmediato pese al riesgo de un segundo ataque, los rescatistas informaban de que, hasta ese momento, habían sido recuperados 28 cuerpos -18 hombres, 9 mujeres y un niño-, mientras que diez personas habían sido rescatadas con vida. De ellas, según la información proporcionada, cuatro se encontraban en estado crítico.

Los trabajos de limpieza, retirada de escombros y rescate de cuerpos continuaron a lo largo del domingo, cuando comenzaron también a publicarse los primeros testimonios de supervivientes. Una mujer de la ciudad cuyas palabras fueron mostradas por la prensa rusa describió el momento como un impacto repentino poco después de que llegara un cargamento de alimentos y comenzara a ser descargado.

Como admiten los medios occidentales, en las imágenes proporcionadas por los medios rusos se observa una gran señal en la que puede leerse “Restaurante Adriático”. Imágenes de archivo publicadas en canales de Telegram muestran las ventanas exteriores del establecimiento con carteles de panadería o pastelería, un lugar de adquisición de alimentos más que de consumo. En una ciudad profundamente castigada por las consecuencias de la batalla, que finalizó con la retirada ucraniana a principios de julio de 2022, momento en el que, por primera vez desde que estallara la guerra en 2014 la RPL quedaba libre de tropas ucranianas, las escasas noticias apuntan a una fuerte pérdida de población y escasez de servicios.

Una de las consecuencias del estado de guerra es la escasez de establecimientos de venta, también de alimentos, por lo que las panaderías, en las que se distribuyen también otro tipo de productos, han sido esenciales en la supervivencia de la población. De ahí que las palabras del líder de la RPL, que recordó que es común que el lugar esté concurrido en fines de semana, reflejen la realidad de la lucha de la población por continuar su vida a pesar de la guerra y la destrucción que les rodea.

A escasos kilómetros del frente y amenazada por la artillería ucraniana, la ciudad no ha contado con un programa de rehabilitación similar al de, por ejemplo, Mariupol. Allí, un equipo de la televisión pública alemana ZDF ha podido comprobar recientemente que la reconstrucción avanza -aunque con las carencias derivadas de la situación de guerra-, las tiendas reabren y la ciudad no es la localidad fantasma que presenta la narrativa ucraniana.

Esas palabras, acompañadas con la afirmación de que el equipo había trabajado con libertad y con la posibilidad de entrevistar a la población local sin injerencias, han sido suficientes para causar la ira ucraniana, que busca ahora la forma de sancionar al medio alegando haber viajado a territorio bajo control ruso sin permiso de Ucrania.

La ausencia de medios internacionales es aún mayor en zonas menos mediáticas, como es el caso de Lisichansk, ciudad por la que Occidente perdió el interés desde el momento en el que quedó claro que la ofensiva de Ucrania sobre el norte de Lugansk tras el blitzkrieg de Járkov no iba a ser suficiente para recuperar el territorio.

Al contrario que en las ciudades de Ucrania, donde la vida ha vuelto a cierta normalidad tras el alejamiento del frente, la destrucción y la cercanía al frente han hecho que ciudades como Lisichansk o Severodonetsk hayan sufrido lo que ya sufrieran las ciudades de la RPD y la RPL durante la guerra de Donbass desde 2014. La dificultad de distribución -que en los años del proceso de Minsk se sumaban al bloqueo ucraniano- supone, en ocasiones, escasez de productos, pero, ante todo, provoca la subida de los precios.

Ante esas circunstancias de precios elevados y escaso acceso a los bancos -inicialmente por el bloqueo ucraniano, posteriormente por las reticencias de los bancos rusos a implantarse en la región-, el empobrecimiento de la población siempre fue un problema grave que pudo haber llevado a una hambruna. Para paliar esas carencias, especialmente duras en las localidades cercanas al frente, la RPD y la RPL, que no siempre fueron capaces de cubrir las necesidades de la población, sí lograron crear un suministro fiable y a precios prácticamente simbólicos de productos básicos como el pan. Los productos subvencionados complementaban la ayuda humanitaria para cubrir, al menos, las necesidades mínimas de la población.

De ahí que el ataque a una panadería, especialmente en un lugar en el que los daños han sido tan graves que los establecimientos de venta de alimentos no pueden ser excesivos, sea un acto especialmente cínico y dañino por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

En esta ocasión, las tropas de Kiev no solo han acabado con la vida de 20 personas, sino que han destruido uno de los pocos lugares en los que la escasa población que sigue viviendo en la ciudad podía reunirse y un servicio absolutamente básico para la supervivencia de la población civil. Una población que Ucrania afirma considerar como propia.

slavyangrad.es / La Haine

 

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