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Mundo :: 25/02/2019

Moishe Postone: lo abstracto y lo concreto

Maciek Wisniewski
"Mi trabajo es recuperar categorías muy abstractas, como la del capital, para repensar la naturaleza del capitalismo"

I. “Desde lo concreto hacia lo abstracto” fue –si alguien preguntara– el método central de su obra. Trabajando en la densa, dialéctica y post hegeliana tradición de Lukács y la Escuela de Frankfurt, Moishe Postone (1942-2018), historiador y filósofo marxista canadiense –fallecido hace casi exactamente un año– fue exponente de la llamada crítica del valor. Censurando a lo que llamaba el marxismo tradicional –una crítica desde la óptica del trabajo y su glorificación– veía al capitalismo como una forma abstracta de dominación.

“Pero la de Marx –insistía– era una crítica del trabajo y su centralidad; su idea de emancipación no era su realización y/o enaltecimiento, sino su abolición”. El capital –y no el proletariado– era el verdadero Sujeto de la historia; las clases y su lucha –sin negar su existencia–, apariencias en la superficie. En su interpretación de la ley valor-trabajo no era la explotación capitalista lo que más importaba, sino que los trabajadores con su labor estuviesen sosteniendo sus estructuras.

II. En Time, labor and social domination: a reinterpretation of Marx’s critical theory (1993) –su mayor contribución teórica, fruto de más de dos décadas de ir releyendo el maduro corpus marxiano– ofreció una revolucionaria reinterpretación del tiempo en Marx (y la dinámica temporal del capitalismo). Argumentando que el trabajo es una categoría históricamente específica y no un núcleo transhistórico en todas las sociedades –al igual que (y contrario por ejemplo a Althusser) el marxismo: una históricamente determinada crítica del capitalismo– fustigaba leer a Marx en clave productivista.

Insistía que la superación del capitalismo suponía la transformación del modo de producción, no sólo de distribución. Llamaba a abolir el trabajo y la manera en que mediaba nuestras vidas (p. 62-63): formas concretas del capital condicionadas por las lógicas abstractas del sistema no son recuperables para un mundo post capitalista (ceterum censeo la labor tiene que ser abolida).

III. Su reinterpretación del nazismo –un anticapitalismo vulgar y no (mirada habitual) un movimiento antimoderno– fue igualmente innovadora. Partiendo –como siempre– de la oposición lo concreto/lo abstracto, lo veía como un movimiento que esencialmente afirmaba lo orgánico de la sociedad plasmado en sus sanas fuerzas productivas (y avances tecnológicos), oponiéndose a lo artificial representado por el capital financiero y personificado en los judíos.

De allí –situándose entre los intencionalistas moderados (S. Friedeländer et al.)– enfatizaba el link del Holocausto con la historia constituida por el capital (véase: M. Postone, E. Santner [ed.], Catastrophe and meaning, 2003, p. 96). Hoy frente a Bolsonaro o Trump su –mantenido en el mismo espíritu– análisis del fascismo expone la esterilidad de las fáciles y no-aterrizadas históricamente paralelas (Hitler, etcétera) en lugar de un análisis real de los cambios en el capitalismo en tiempos del anacronismo del valor.

IV. A partir del carácter dual de la mercancía, Postone ofreció también una interpretación marxista del antisemitismo. Según él, las características atribuidas a los judíos –abstracción, invisibilidad– son las mismas que aplican al valor. El judío era un valor abstracto; y los campos de exterminio –una grotesca anticapitalista negación aria– fábricas-destructoras de valor.

Así el antisemitismo moderno –en esencia un anticapitalismo fetichista, muy diferente de su versión cristiana– no era una simple forma del racismo: el racismo trata a sus enemigos como inferiores, mientras aquel es una teoría de la superioridad judía (sic) que reifica la universalidad abstracta de la dominación del capital plasmándola en la particularidad concreta de la dominación judía global. “La verdadera ‘Revolución Alemana’ de los nazis –escribía– no fue el 1933, sino Auschwitz, un intento de liberarse de la ‘tiranía de lo abstracto’”.

V. “Mi trabajo –decía– es recuperar categorías muy abstractas, como la del capital, para repensar la naturaleza del capitalismo”. Censurando en el contexto de la crisis (2008) la tendencia a personalizar el sistema en los banqueros subrayaba su carácter sistémico y apuntaba a la trampa de contraponer el buen capital productivo al mal financiero, ignorando su interdependencia como factor de acumulación.

Siguiendo con su advertencia en contra de la “irreflexiva celebración de ‘lo concreto’ ante ‘lo abstracto’” –uno de los efectos del fetichismo de la mercancía– criticaba una geopolítica binaria (apoyo a Rusia a toda costa, residuo de la guerra fría y el antimperialismo del viejo cuño carente de un análisis sólido del capitalismo) y sus desastrosos efectos para la izquierda –como si el antimperialismo no tuviese también su versión fascista– y al error conectado con esto de personificación concreta de la abstracta dominación del capital en EEUU y/o Israel, que alimenta el anticapitalismo reaccionario y antiemancipador.

@MaciekWizz

 

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