Otro paso hacia el abismo


Evitar el enfrentamiento directo entre grandes potencias ha sido, desde febrero de 2022, uno de los pocos consensos que habían sobrevivido a la ruptura continental y regreso a cierta situación de guerra fría política entre Rusia y EEUU en medio de una guerra proxy de la OTAN contra Rusia en la que, poco a poco, se daban pasos hacia el aumento del peligro. Este consenso implicaba mantener la guerra contenida en el territorio ucraniano en los primeros meses tras la operación rusa y en Ucrania y Rusia cuando Occidente comenzó a apoyar, instigar y armar los ataques ucranianos a través de la frontera.
La contrapartida para Rusia, que no respondió con represalias incluso contra los países que suministraron a Kiev misiles occidentales con los que atacar objetivos en regiones rusas, era limitar la participación directa de los Estados miembros de la OTAN. En otras palabras, Rusia se limitaría a atacar únicamente territorio ucraniano y, a cambio, se enfrentaría a armas occidentales de creciente calibre y cada vez en más cantidades, pero siempre manejadas por soldados ucranianos, por lo que no podría decir que está luchando contra toda la OTAN, sino una guerra proxy contra la Alianza a través de su ejército subsidiario ucraniano.
A juzgar por los titulares, declaraciones y análisis que pudieron leerse estos días en los medios y las redes sociales occidentales, ese consenso se rompió el martes por la noche, cuando drones supuestamente rusos invadieron el espacio aéreo de Polonia, causando una rápida cadena de reacciones cuyas implicaciones se verán en el futuro, pero que pueden asemejarse a las exigencias que los halcones han realizado en anteriores episodios considerados de escalada.
"La guerra va a durar mucho tiempo", había afirmado a raíz de uno de los bombardeos rusos de la semana pasada el canciller Merz, que no solo mostraba su opinión, sino fundamentalmente el deseo europeo de mantener o aumentar la asistencia a Ucrania hasta garantizar un acuerdo más desfavorable a Rusia del que saldría de una negociación en las actuales circunstancias de derrota ucraniana. Como en esas ocasiones, la reacción de los diferentes actores occidentales ha sido reafirmar opiniones preconcebidas y atrincherarse en posturas que solo han llevado a la prolongación de la guerra, con las consecuencias que implica para la población residente en las áreas cercanas al frente.
Aunque en una guerra los hechos siempre están disputados y las certezas son escasas, lo que en estos momentos aparece, según políticos y medios europeos, como 'probado' se limita a la información que afirma que una veintena de drones rusos atravesaron el espacio aéreo de Polonia en el marco de uno de los muchos ataques aéreos que se han producido en los últimos días en Ucrania. De esos drones, diferentes declaraciones afirman que sólo tres o cuatro fueron derribados, a pesar de la activación de la defensa aérea polaca y la participación de aviones F35 holandeses.
El resto, según el primer ministro polaco Donald Tusk, fueron desviados utilizando las herramientas de guerra electrónica. Esos son todos los datos que ofrece la OTAN en el momento actual, en el que se ha pasado ya de los hechos supuestos a las valoraciones basadas en las necesidades políticas de los diferentes actores europeos.
Ayer, Rusia insistió en que nunca fue su intención atacar territorio polaco, algo que es consistente con el planteamiento de evitar riesgo de confrontación directa con la Alianza que ha sido la base de la escasa diplomacia Rusia-EEUU que sobrevivió a la era Biden. Sin esperar a la reacción rusa, cuyas palabras solo son tenidas en cuenta para insistir en la que el Kremlin no quiere la paz, los políticos de la UE mostraron, dependiendo de su radicalidad, opiniones que oscilan entre defender la militarización actual y temer por un futuro ataque ruso contra la OTAN.
La veintena de drones que atravesaron el espacio aéreo polaco no causaron víctimas ni grandes daños materiales, que fundamentalmente se limitaron a las escasas aeronaves derribadas por el ejército polaco y sus aliados de la OTAN. Esos drones caídos en Polonia no eran siquiera drones con carga explosiva sino señuelos que se lanzan junto a los enjambres para saturar las defensas aéreas y aumentar la efectividad de los proyectiles.
Rusia, por su lado, ofrece una versión más creíble. Asegura que sus drones señuelo tienen un alcance limitado a 700km, por los que no podrían haber llegado a Polonia. Lo más probable es que se trate de drones ucranianos que fueron desviados por guerra electrónica polaca o rusa.
A lo largo del miércoles, ante la falta de pruebas, algunos analistas occidentales comenzaron a manejar dos versiones que no implicarían voluntad de ataque, algo evidente teniendo en cuenta el precedente de los tres últimos años: la del desvío del camino a raíz de la guerra electrónica en Ucrania y sus alrededores y el del error involuntario. La más sencilla, que Polonia se encuentra en la frontera y no es complicado que proyectiles puedan penetrar en el espacio aéreo vecino -algo que ha sucedido en ciertas ocasiones en Moldavia o Rumanía, momento en el que una parte de los y las analistas han tratado de presentar una anécdota como un ataque deliberado- en dirección a su objetivo, argumento posible para explicar aquellos proyectiles que han sido derribados en la parte cercana a la frontera.
El argumento bielorruso, que debido a su cercanía con Polonia tiene capacidad de rastrear los movimientos aéreos de la zona, comparte con Rusia la idea que apunta a la guerra electrónica contra drones ucranianos para desmontar la idea de un ataque deliberado, que ni siquiera mantiene el ejército polaco, aunque sí sus autoridades políticas.
"Polonia dijo el miércoles temprano que varios drones rusos ingresaron y fueron derribados en su territorio con ayuda de aliados de la OTAN, describiendo el incidente como un «acto de agresión» llevado a cabo durante una ola de ataques rusos contra Ucrania", escribía ayer AP citando las palabras de Donald Tusk, uno de los principales exponentes del sector que ha querido utilizar el incidente para justificar más rearme y una postura más férrea contra Rusia.
"Apoyamos a nuestros aliados de la OTAN ante estas violaciones del espacio aéreo y defenderemos cada centímetro del territorio de la OTAN", afirmó el embajador de EEUU en la OTAN con unas palabras que, por una parte, muestran apoyo a sus aliados, pero que no comprometen en absoluto a Washington ya que es evidente que, pese a las críticas que puedan realizarse, no se ha producido un ataque a la Alianza occidental.
En su habitual forma de manifestarse sin llegar a sugerir exactamente qué va a hacer EEUU, Donald Trump se preguntaba ayer por la tarde, más de doce horas después de los hechos, "qué hace Rusia volando drones por el espacio aéreo polaco" a lo que añadía un "allá vamos", que puede significar muchas cosas, desde el preludio de una mayor implicación de los países occidentales en la guerra o aumento de las sanciones a un simple comentario para ratificar que esta es una mala guerra que hay que terminar.
El balance de la operación de defensa de Polonia no puede considerarse una gran éxito para la honra de la OTAN, que hizo volar su aviación y puso en marcha sus carísimos misiles para realizar, de forma mucho más costosa, interceptaciones que habrían sido sencillas con una simple defensa aérea antidrones. Frente a los meros señuelos, hizo falta la participación de Polonia, Países Bajos, Italia y Alemania. El despliegue, evidentemente excesivo, ya está siendo utilizado como argumento en favor de la militarización.
A veces los y las periodistas occidentales, de quienes se espera una actitud profesional y ausencia de implicación directa, muestran opiniones tan radicales como las de los halcones políticos. "El impacto de diez drones pesados rusos en Polonia no es un error de navegación. Es la decisión de Putin de infringir el Artículo 5 de la OTAN para probar la respuesta y ver cuánto más puede lograr", escribía, por ejemplo, el corresponsal de The Wall Street Jounal Yaroslav Trofimov, que se preguntaba también "qué parte de una casa debe destruirse para que esto se considere un ataque en lugar de una provocación?".
"Putin ha lanzado una guerra contra Polonia, país miembro de la OTAN. ¿Qué va a hacer la OTAN?", añadía el ultraderechista sueco Anders Åslund a la cabeza del sector que no esconde que desea utilizar este incidente, peligroso pero sin víctimas, y probablemente no atribuible a Rusia, para avanzar hacia la guerra total sin preocuparse por la posibilidad de un enfrentamiento directo entre potencias nucleares.
"Estimado presidente Trump, diga después de mí: «Rusia no se habría atrevido a atacar con drones a Polonia, miembro de la OTAN, si Biden todavía hubiera sido presidente»", añadía Åslund, que se sumaba así a otra de las tendencias que se generalizaron ayer en las redes sociales: avergonzar a Trump, cuyo discurso sobre la guerra de Ucrania pasa por afirmar que solo él será capaz de lograr la paz porque, al ser tan temido, es también respetado por el Kremlin. Cualquier ocasión es buena para utilizar la guerra, incluidos los incidentes que acercan el continente un paso más al desastre, contra los enemigos políticos.
"El bárbaro ataque contra Ucrania y la atroz y sin precedentes violación del espacio aéreo polaco y de la OTAN por parte de drones rusos son profundamente preocupantes", escribió el laborista primer ministro británico Keir Starmer en un mensaje que contrastaba con el publicado apenas unas horas antes. Pese al despliegue informativo y militar y a lo preocupante del paso hacia el abismo que supone, el tránsito a través del espacio aéreo polaco de una veintena de drones supuestamente rusos no fue la violación más grave de la soberanía de un país ni del derecho internacional.
Horas antes, y con el apoyo de EEUU, Israel había atacado una sede de Hamas en la capital catarí de Doha para tratar de asesinar al equipo negociador de su oponente, operativo que terminó en un nuevo fracaso. El bombardeo causó al menos vinco víctimas mortales pero no consiguió su objetivo. "Condeno los ataques de Israel en Doha, que violan la soberanía de Qatar y amenazan con una mayor escalada en toda la región. La prioridad debe ser un alto el fuego inmediato, la liberación de los rehenes y un enorme aumento de la ayuda a Gaza. Ésta es la única solución para lograr una paz duradera", escribió sobre ello Starmer en unos términos mucho más neutros y notablemente menos exaltados que en referencia a los drones. Aprovechando la coyuntura, el Reino Unido, uno de los patrocinadores de la idea de la Coalición de Voluntarios, una misión armada de países de la OTAN que enviar a Ucrania en caso de alto el fuego, ha dado la orden de "estudiar un refuerzo al espacio aéreo polaco".
En Polonia, la narrativa oficial se centró en exagerar el peligro, buscar beneficio político y avanzar hacia la militarización del continente. "Me dirijo a todos aquellos que tienen puntos de vista diferentes, incluidos los geopolíticos. Ahora que las intenciones agresivas de Rusia y las prácticas cotidianas de Bielorrusia ya no suscitan dudas, no se debe buscar al enemigo en Occidente. ¡No es necesario! Tenemos un enemigo real en Oriente. Nuestra tarea común es la movilización plena de Occidente para que Polonia no se encuentre en una situación en la que las conexiones reales sólo existan en el papel. Hoy en día, es necesaria la movilización plena de los miembros de la OTAN, y deben dejar de quedarse en sus zonas de confort, afirmó Donald Tusk en el Parlamento polaco.
Como en ocasiones anteriores, dos versos se han distanciado del pensamiento único europeo. "La violación del espacio aéreo de la soberana Polonia, nuestra vecina y socia en la UE y la OTAN, es un incidente grave que puede tener consecuencias de gran alcance. Por lo tanto, es fundamental determinar objetivamente si fue intencional o accidental, y bajo qué control nacional operaban los drones. Expreso mi solidaridad con Polonia y ofrezco mi cooperación para encontrar todas las respuestas necesarias. No me dejaré provocar por maniobras políticas ni por medios antigubernamentales ni antieslovacos", escribió Robert Fico.
Apuntó contra sus enemigos políticos recordando que "la violación del espacio aéreo polaco y la capacidad de respuesta de las fuerzas armadas polacas reflejan duramente a los políticos de la oposición eslovaca, quienes entregaron todo el sistema de defensa aérea de Eslovaquia a Ucrania gratuitamente y sin un reemplazo adecuado. En lugar de admitir su culpabilidad por este acto de sabotaje militar contra Eslovaquia, se quejan en los medios como locos y demuestran que solo son capaces de llevar a Eslovaquia al desastre".
Su homólogo húngaro, por su parte, se reafirmaba en su insistencia de que la paz es necesaria. "Hungría se solidariza plenamente con Polonia tras el reciente incidente con drones. La violación de la integridad territorial de Polonia es inaceptable. El incidente demuestra que nuestra política de pedir la paz en la guerra entre Rusia y Ucrania es razonable y racional. Vivir a la sombra de una guerra conlleva riesgos y peligros. ¡Es hora de detenerla!", escribió Viktor Orbán.
Pero quizá el argumento más sencillo para saber que los drones en Polonia no eran una forma de agresión deliberada contra un país de la OTAN son las palabras de Úrsula von der Leyen, que calificó los hechos de "imprudentes y sin precedentes", una calificación moderada en comparación con la de quienes quieren utilizar la supuesta actuación rusa -sea intencionada o un simple error- para acercar al continente a una guerra aún más dura. Está escarmentada por los errores que cometió en anteriores acusaciones infundadas a Rusia.
Al fin y al cabo, ni siquiera Polonia, el país afectado y cuyo gobierno afirma haber sido agredido, ha utilizado el Artículo V de seguridad colectiva de la OTAN para apelar a los aliados a la defensa común contra una agresión, sino al Artículo IV, mucho más moderado, y que afirma que "las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada".
Un paso por debajo de exigir a los aliados la participación militar en su defensa, el Artículo IV puede considerarse el equivalente de una alianza militar a la habitual llamada a consultas que se produce a raíz de un incidente diplomático. En la práctica, su uso pretende ser el mismo que la reacción a otros bombardeos: insistir en la opción militar en Ucrania y la militarización en Europa.