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Medio Oriente :: 09/12/2007

Palestina: Trascender la negación colectiva

Arjan El Fassed
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] En los últimos días se ha escrito mucho sobre la reunión diplomática de Annapolis. Con demasiada frecuencia, he oído palabras como ?terror? y terrorismo? en las afirmaciones del presidente George W. Bush al referirse a los palestinos y en raras ocasiones he escuchado mencionar ?ocupación? y ?opresión? referidos a Israel.

En un intento de convertir en invisibles a los palestinos y su historia, un soldado israelí toma medidas durante una manifestación en el puesto de control de Huwwara, cerca de la ciudad cisjordana de Nablus, 1 de diciembre de 2007 (Rami Swidan/MaanImages)

Lo que los diplomáticos tienen que hacer es cómo incitar a los israelíes y a los palestinos a coexistir pacíficamente tras años de conflicto. Si hay algo olvidado durante las últimas décadas de negociación y de “proceso de paz” es el restablecimiento de la verdad. ¿Por qué este aspecto crucial para la consecución de la paz no se ha incluido en ninguna declaración, discurso o acuerdo conjunto? Mientras el establecimiento de la verdad ha formado parte significativa de prácticamente todo los procesos de paz en conflictos internacionales o locales que han conseguido éxito desde principios de los años 1990, lo ocurrido en el pasado ha estado completamente ausente en la búsqueda de la paz entre israelíes y palestinos.

Para mí resultó impactante ver a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, mantenido por EE.UU., aplaudir calurosamente el reconocimiento de Israel como “Estado judío” y “patria del pueblo judío” durante el discurso inaugural de Bush en Annapolis. Con sus aplausos, Abbas apoyaba la negación de la historia de su pueblo, en particular la expulsión masiva de 1948, con la destrucción de 531 pueblos, continuada con los desplazamientos forzosos de los palestinos desde entonces. Con sus risas y abrazos, aceptaba implícitamente- de la misma manera que sus colegas Ehud Olmert, primer ministro israelí, y el presidente de Estados Unidos-, que el conflicto se había iniciado en 1967, en lugar de en 1948 e incluso mucho antes, y que el problema fundamental era el terrorismo palestino en lugar de la colonización y opresión israelíes. Ante la exigencia del presidente estadounidense y del primer ministro israelí de que los palestinos reconozcan a Israel como “Estado judío” se espera de ellos que participen en el desmantelamiento de su propia historia.

Mientras la diplomacia occidental ha estado obsesionada desde el principio del conflicto con el reconocimiento de Israel como Estado judío, se ha producido un intento sistemático de negar la experiencia histórica de los palestinos. Con independencia de que hayan sido expulsados a la fuerza, que vivan en “pueblos sin reconocimiento oficial”, tratados como “refugiados”, “árabes”, “ausentes”, “beduinos”, confinados en sus viviendas durante los toques de queda bajo gobierno militar, sitiados en sus ciudades y pueblos o en cárceles, y finalmente colocados tras un muro de hormigón, se ha tratado sistemáticamente de que los palestinos desaparezcan. El escritor israelí David Grossman, en un momento determinado, escribió sobre los palestinos que “ son gentes que están aquí pero en la práctica no lo están”, y negar el pasado y presente colectivos no va encaminado a que los palestinos reconozcan al otro sino que es una maniobra de distracción.

Durante los últimos sesenta años, y más incluso, los sucesivos gobiernos israelíes han tratado de imponer políticas y medidas para hacer invisibles a los palestinos. Bien sea a través de la expulsión, deportación, destrucción de sus pueblos, restricción de sus movimientos, destrucción de sus viviendas, toques de queda, encarcelamientos y detenciones, o en último término con la construcción del Muro, Israel ha procurado hacer que desaparecieran los palestinos. Simultáneamente, fuera de Palestina, a los palestinos les ha sido negado de forma sistemática lo que el intelectual palestino Edward Said denominaba el “derecho a contar” su propia historia. De esta forma, los palestinos no sólo han sufrido la dolorosa experiencia de muchos otros pueblos oprimidos, y han sido sistemáticamente desplazados, privados de sus derechos y de su ciudadanía, brutalizados y asesinados, sino que se les ha puesto en la delicada situación de tener que convencer al resto del mundo de que existen realmente.

En los últimos años se han publicado las memorias de personalidades palestinas: Out of Place(1) de Edward Said; In Search of Fatima, de Ghada Karmi y I saw Ramallah de Mourid Barghouti, entre otros. Tras haber dependido de los historiadores occidentales e israelíes, ha llegado el momento de corregir los errores y la tendenciosidad. La historia palestina ha sido aceptada hace muy poco, y sólo tras la confirmación por parte de los (nuevos) historiadores israelíes de lo que los palestinos ya se habían contado unos a otros. Mientras tanto, en la Escuela Secundaria de Holanda se me enseñó que inmediatamente después de la declaración del Estado de Israel poderosos ejércitos árabes invadieron el país para destruirlo, que los refugiados abandonaron voluntariamente sus hogares en Palestina, que los llamados palestinos no existían sino que se trataba de terroristas, que Israel es una democracia y que ha hecho florecer el desierto.

El actual desafío para los palestinos consiste, en lugar de estar presentes en conferencias de diseño para debatir los términos de las negociaciones, en acabar con esta negación colectiva. En 2008, cuando los palestinos rememoren los sesenta años transcurridos desde la catástrofe de 1948, reafirmarán su existencia por medio de historias, películas, libros, música, representaciones artísticas, documentación, fotografías y demás medios narrativos. Resulta vital exponer cualquier simple acto de negación, tanto en Palestina como en el exilio o en experiencias colectiva, hasta que se inicie el proceso de restablecimiento de la verdad y antes de cualquier otro posible intento de reconciliación. El establecimiento de la verdad es crucial para la reconciliación, pero ejercer el derecho a contarla es una obligación colectiva.


Arhan El Fassed es cofundador de The Electronic Intifada y autor de un libro de próxima publicación sobre la historia de su familia en Palestina.

1. N.T.: Existe traducción al español: Edward W. Said: Fuera de Lugar, Memorias, Barcelona: Grijalbo Mondadori, 2001.

The Electronic Intifada, 4 de diciembre de 2007

 

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