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Argentina :: 07/02/2024

Parece un chiste

Guillermo Cieza
En Argentina se han popularizado “los chistes de Milei”. Todos los días el presidente da material para un meme, pero su gobierno no nos causa ninguna gracia

El ministro de economía Luis Caputo informó al FMI que en la Argentina el 50% de la población es pobre, y el organismo internacional usurero le corrigió diciendo que en realidad solo el 45% es pobre, y que el gobierno argentino debería ampliar su política de atención a los más vulnerables. Parece un chiste, pero no lo es.

La ministra de 'Capital Humano' dijo que terminará con los intermediarios y que ella misma va a atender a los pobres uno por uno. Le respondieron al llamado y en un rato se formó una cola de 30 cuadras de indigentes que querían explicar su situación a la funcionaria. El vocero presidencial anunció que la Ministra no los iba a atender porque no fueron citados. Parece un chiste, pero no lo es.

El gobierno obtuvo la aprobación en general de la llamada Ley Ómnibus, que ha perdido una parte de su carga mortífera, pero todavía conserva su capacidad de hacer daño al país y al pueblo. La aprobación en Diputados la consiguió gracias a los buenos oficios de políticos de la oposición como Miguel Pichetto (peronista), Rodrigo de Loredo (centroderecha) y Cristian Ritondo (derecha). Pasará a la historia como la Ley Pichetto. Parece un chiste, pero no lo es.

El “gobierno de la libertad” impuso un protocolo antipiquete que clausura la libertad de expresión y que debutó con 26 periodistas heridos en la movilización contra la Ley ómnibus. Parece un chiste, pero no lo es.

La matanza indiscriminada de más de 27.000 palestinos en Gaza se ha convertido en un hecho inocultable al punto de que el Tribunal de la Haya ha intimado al régimen israelí para que tome medidas que eviten perpetrar un genocidio. La Argentina es un país que pagó muy caro involucrarse en la guerra del Golfo, pero el presidente no solo apoyó al derecho a “la autodefensa” de Israel, sino que viajó a Tel Aviv para manifestar su solidaridad con el gobierno genocida. Parece un chiste, pero no lo es.

En un país que siempre se enorgulleció por su cultura, tenemos un presidente que dice representar a “las fuerzas del cielo”, que habla con su perro muerto, que confía en las dotes de médium de su hermana y que profesa su amor a los animales teniendo a sus cuatro perros vivos encerrados en caniles. Parece un chiste, pero no lo es.

Los sueldos en dólares de lxs trabajadorxs argentinxs que en algún momento fueron los más altos de América Latina, hoy están entre los más bajos del continente. Parece un chiste, pero no lo es.

El Salvador es el país de América Latina que tiene más denuncias por violaciones a los DDHH. Mas de 75.000 salvadorenxs han sido encarcelados por la presunción de pertenecer a las pandillas (maras) y viven en condiciones infrahumanas. La Ministra de seguridad acaba de comentar que “debemos adoptar el modelo de Bukele”. Parece un chiste, pero no lo es.

Malas y buenas noticias

El gobierno de Milei se ha convertido para millones de argentinos en un mal sueño. Pero la situación es mucho más grave si se piensa que algún día despertaremos. O que alguna fuerza externa pondrá un límite: El FMI, la oposición “dialoguista”, los grupos empresarios, las Naciones Unidas, la “comunidad internacional”.

La mala noticia es que vivimos en un mundo donde no hay límites, donde pueden producirse masacres como las de Gaza, o pueden gobernar regímenes como los de Bukele, y solo habrá protestas formales. El único límite lo pueden poner las fuerzas organizadas de los pueblos y su disposición a resistirse en todos los terrenos. Si en Gaza no han matado hasta el último palestino es porque no han podido quebrar la resistencia de Hamas, se han empezado a involucrar las fuerzas armadas de Yemen y las milicias de Hezbollah. Se está ampliando el conflicto. También, porque el ejército de EEUU tiene dificultades para estar presente, y a la vez, en distintos focos de conflictos mundiales.

Los sectores más concentrados del capital local en la Argentina critican a Milei por su inexperiencia, por su ideologismo, o por su incapacidad para maniobrar imponiendo ideas que consideran “muy buenas”. Y lamentan, por ejemplo, que el presidente de la Cámara de Diputados sea el inexperto Martín Menem, cuando disponía de cuadros experimentados en la rosca y el chantaje como Ritondo o Pichetto. Pero estas críticas no invalidan su apoyo. Están montados en ese tren, convencidos de que, aunque consigan un 20% de lo que se proponen, igual están avanzando en la dirección de aplastar derechos de los trabajadores y del remate y el saqueo del patrimonio nacional.

EEUU viene perdiendo terreno en la disputa geopolítica con los BRICS. En ese contexto, la aparición de un gobierno proyanqui en la Argentina, un país de peso en América Latina, es un tesoro que no van a entregar fácilmente.

La posibilidad de que Milei sea eyectado del gobierno en un corto plazo nos liberaría de sus excentricidades, pero no de un proyecto político nefasto que va a continuar, al menos, por cuatro años, con otros dirigentes. La nostálgica de la dictadura Victoria Villarruel está en la primera fila de la sucesión.

La peregrina idea de que a más pobreza, mayor conciencia política, desconoce la experiencia de regímenes dictatoriales como el de Pinochet. Esa dictadura que destruyó la legislación laboral y extendió la precarización y el saqueo en Chile, se sostuvo durante 17 años en el gobierno y mantiene su influencia hasta el presente.

Lo que se ha instalado en la Argentina es un proyecto de dominación neoliberal, que por el momento exhibe su cara más extrema y bizarra, pero que tiene reemplazos, que pueden seguir haciendo daño por muchos años. Su continuidad depende del pueblo, de su capacidad de unirse y movilizarse en torno a objetivos comunes.

La buena noticia es que la resistencia mostrada por nuestro pueblo con la movilización del 20 de diciembre, los cacerolazos, la convocatoria de la CGT y las jornadas de lucha contra la Ley Ómnibus van mostrando una dirección acertada. Cientos de miles de personas no esperan que alguien nos diga cuándo tenemos que luchar. Una Argentina movilizada es la mejor defensa y el mejor antídoto contra quienes quieren que sigamos entreteniéndonos en contarnos chistes de Milei.

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