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Argentina :: 27/09/2018

Paro contundente y renuncia de Caputo: No se vayan, que ahora viene lo mejor

Jorge Montero
Desde que terminó el cuarto paro nacional contra el régimen de Macri, se multiplican los llamados a “votar bien” en 2019

No fue el momento más oportuno. La renuncia de Luis Caputo al Banco Central (BCRA) se conoció en momentos en que el presidente Mauricio Macri negocia una extensión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), e intenta en Nueva York convencer al capital financiero de las virtudes de su Gobierno para superar la profunda crisis económica y política del país.

Luis Caputo era considerado el nexo del Gobierno de Macri con los fondos especulativos, los paraísos fiscales y mercados financieros a los que el Cambiemos, desde su llegada al gobierno, levantó todas las restricciones. En poco más de dos meses, entre su asunción al frente del BCRA, a mediados de junio pasado, y finales de agosto de 2018, las reservas de la institución cayeron unos 5.200 millones de dólares.

En apenas dos jornadas, 29 y 30 de agosto, la moneda se devaluó un 15% mientras que la tasa de interés superó el 60%, convirtiéndose en la más alta del mundo. La corrida del dólar, que alcanzó los 40 pesos por unidad, provocó la demolición de las variables financieras, monetarias y bursátiles; una gran pérdida de reservas, caída de acciones, y el derrumbe de los bonos de la deuda externa.

Previamente “Toto”, como lo llaman sus amigos, había ocupado el cargo de secretario y luego de ministro de Finanzas, desde donde tuvo un rol clave en la negociación con los llamados fondos buitres y la reapertura del ciclo de endeudamiento del país. Desde que asumió Macri en diciembre de 2015, según el diario especializado Ámbito Financiero, Argentina tomó deuda por 142.948 millones de dólares. Lo vamos a extrañar, fue una gestión exitosa por donde se la mire.

“I’m ready to run” (“Estoy listo para competir”), le dijo Mauricio Macri al periodista Erik Schatzker de la agencia Bloomberg, uno de los medios económicos más influyentes de las finanzas internacionales, apenas comenzado su recorrido por Nueva York, previo al discurso que debe dar ante la 73° Asamblea General de Naciones Unidas, confirmando así que está dispuesto a buscar la reelección en 2019. Luego vino la foto ineludible con Donald Trump.

Poco antes de que se iniciara el cuarto paro convocado por la CGT contra las políticas económicas de su gobierno, el presidente Macri recibió el premio “Global Citizen Award”. El evento se realizó en el majestuoso salón Cipriani de la Gran Manzana, donde asistieron 400 invitados, entre ellos la titular del FMI, Christine Lagarde. Destacando el mandatario argentino que “tuve un flechazo con Christine hace algunos meses atrás”. En un exceso de optimismo agregó: “Espero que esto funcione bien y que todo el país se enamore” de la titular del Fondo.

En contraposición, a más de 8.500 kilómetros de distancia, un multitudinario acto en la Plaza de Mayo bajó la consigna “Paremos el ajuste de Macri y el FMI”, convocaba el lunes 24 a dirigentes sindicales de las CTA -de los Trabajadores y Autónoma-, sindicatos confederados en la CGT y enrolados en el Frente Sindical para el Modelo Nacional -Bancarios, SMATA, Camioneros, SOMU, Aeronavegantes-, organizaciones sociales que componen el denominado triunvirato San Cayetano -Ctep, CCC y Barrios de Pie-, junto a una abigarrada muchedumbre que los organizadores estimaron, con exageración, en 500 mil personas. Durante la jornada se observaron también columnas de las diferentes corrientes nucleadas en el peronismo “kirchnerista” y de la izquierda trotskista, además de un puñado de legisladores de la oposición e intendentes del Gran Buenos Aires.

La movilización previa tuvo momentos de tensión, especialmente en el Puente Pueyrredón que une la zona sur del conurbano bonaerense con la ciudad de Buenos Aires, donde luego de tres horas de provocaciones y escaramuzas, las fuerzas represivas tuvieron que abrir paso a las columnas de trabajadores y trabajadoras que cruzaron el puente para ingresar a la Ciudad.

Los diez oradores que se dirigieron a los manifestantes en Plaza de Mayo, acompañados por una estatua de la virgen en el escenario, abundaron en críticas a la política de ajuste de Macri y el FMI, reivindicando reclamos populares, como la lucha de los obreros de Astilleros de Río Santiago, los docentes de Moreno o la libertad de los presos políticos. Sin embargo, el nervio de sus intervenciones estuvo puesto en el recambio presidencial de las próximas elecciones.

Algunos explicitaron en sus discursos la necesidad de: “cambiar a Cambiemos en 2019” o “echar -al gobierno- con el voto popular”, como el bancario Sergio Palazzo o Coco Garfagnini, de la Tupac Amaru. Propuesta que fue acompañada por una reivindicación explícita de los años de gobierno del peronismo kirchnerista. Otra vez el dirigente bancario trazó una línea histórica entre Perón, Alfonsín y los Kirchner.

Mientras Hugo Yasky, el primer orador, levantó el planteo de “vamos a volver”, con el que agitó a la concurrencia. Daniel Menéndez, de Barrios de Pie, sostuvo que “queda nada para que se vayan por el voto popular”, haciendo hincapié en la necesidad de preservar “la paz social”. Pero las palmas, sin dudas se las llevó la secretaria general de Ctera, Sonia Alesso, quien reclamó sobre el final del acto que “no cantemos que se vayan todos, que se vayan -solo- los que se tienen que ir”, en obvia preservación de los doce años de gobierno kirchnerista.

La marcha y posterior concentración en Plaza de Mayo marcó el inicio del paro nacional que para las corrientes convocantes fue de 36 horas, mientras que para la dirigencia de la CGT quedó constreñido a las 24 horas decretadas para este martes. Como ya ocurriera el pasado 25 de junio, el trío Juan Carlos Schmid, Héctor Daer, Carlos Acuña y sus adláteres cegetistas, descartan que este paro nacional tendrá la contundencia habitual de medidas de este tipo en Argentina. También son conscientes de que en el actual contexto no será un escalón en la acumulación de fuerzas para emprender una estrategia de cambios genuinos, que haría peligrar sus sitiales, sino una válvula de escape para el malestar general.

Por las dudas, una vez concluida la medida de fuerza, la CGT y los movimientos sociales tendrán un “retiro espiritual” con los representantes de la Pastoral Social, encabezados por el obispo Jorge Rubén Lugones, muy allegado al papa Francisco I. La iglesia intenta garantizar gobernabilidad ante la crisis. En la misma línea de canalizar el descontento social, ya se mueven intendentes peronistas del Conurbano que impulsan las “mesas de diálogo”, conformadas por representantes empresariales, de las cámaras de comercio zonales, organizaciones sociales y las iglesias católica y evangélica. Como dijera el intendente Alberto Descalzo, de Ituzaingó: “Vamos a articular con todos los sectores, y para nosotros es muy importante la palabra de la iglesia, ya que el peronismo es un movimiento popular y cristiano”

Se vienen los tiempos de discusión del presupuesto del año próximo en el Congreso de la Nación. Vale recordar que el 11 de septiembre pasado, gobernadores de 22 de las 24 provincias acudieron a la Casa Rosada, convocados por el presidente y dieron curso a su implementación. Luego posaron para la correspondiente foto con el mandatario, casi todos sonrientes. Seguro que ninguno de ellos ignora la inmersión del país en una fase de profunda recesión con altísima inflación.

Se espera una caída anual de más del 2% del Producto Interno Bruto (PIB). La desbocada inflación alcanzará este año entre 42 y 48%. El resultado está a la vista: caída brutal del salario real, derrumbe del consumo, despidos, más pobreza y marginación. Un dato elocuente: dos tercios de los presentes en el cónclave de gobernadores que aprobó la propuesta oficial, sintetizada en el slogan “déficit cero”, eran peronistas.

Mientras termina el cuarto paro nacional contra Cambiemos, se multiplican desde la “oposición de su Majestad” los llamados a “votar bien” en 2019. En las cúpulas que encabezan las movilizaciones de estos días no hay en juego proyectos de país, ni convicciones ideológicas, ni programas de emancipación nacional y social. Hay elecciones. Y usufructo de angustiosas necesidades de las mayorías. Falta más de un año para las presidenciales pero cada paso del conjunto de organizaciones políticas y sindicales está dictado por ese objetivo. Mientras tanto los de abajo todavía no tenemos los instrumentos para dar una respuesta propia a la crisis que hunde al país en una ciénaga.

El Furgón

 

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