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Bolivia, Bolivia :: 07/11/2018

Pary: "EEUU pretende manipular la ONU para agredir e intervenir a otros países"

Cris González
Entrevista con el Canciller de Bolivia Diego Pary. "El único espacio que efectivamente nos da la posibilidad de diálogo entre iguales es el multilateral"

Le explicamos al Canciller nuestro interés de publicar un especial dedicado al multilateralismo y se contenta con el propósito. Sin mayores preámbulos nos dice: “manos a la obra”.

Canciller, en un mundo en disputa entre superpotencias que pugnan por perpetuar la unipolaridad, como EEUU, o consolidar la multipolaridad, como Rusia y China, ¿cuál es la posición de Bolivia al respecto? ¿Cuál es su visión acerca del multilateralismo?

Primero, Bolivia es un Estado plurinacional que ha empezado a construirse y cimentarse a partir de la pluralidad de visiones, de pueblos indígenas, de miradas políticas, incluso de formas de hacer economía. En ese marco, estamos abiertos a tener relaciones con todos los países del mundo, respetando sus visiones, y creemos que en ese relacionamiento es importante el respeto a la identidad, la soberanía y la independencia que gozan cada uno de los países dentro del espectro multilateral.

Para los países en desarrollo, como el nuestro, el único espacio que efectivamente nos da la posibilidad de diálogo entre iguales es el multilateral. Por ello privilegiamos el multilateralismo, pues estimamos que es el arma más efectiva para poder debatir, reflexionar y trabajar a la par con las grandes potencias, con los países que de alguna manera tienen un mayor desarrollo.

¿Qué papel cree debe cumplir la institucionalidad global, como la Organización de las Naciones Unidas, por ejemplo? ¿Qué opinión le merece el que la última Asamblea General haya sido utilizada como tribuna para hacer sonar tambores de guerra y amenazar a pueblos completos?

Lo lamentable es que se están empezando a romper los principios fundacionales de las Naciones Unidas, porque una cosa son sus principios y propósitos originales, y otra distinta es cómo los países comienzan a usar este espacio para fines propios; este último es el caso de EEUU, que pretende manipular la ONU para agredir e intervenir a otros países, cuestión que, desde nuestra perspectiva, no coincide con las visiones para las cuales se creó el organismo. La ONU debiera ser un escenario natural de diálogo, de encuentro y debate de ideas entre países, y no dar pie a la promoción del intervencionismo.

¿Actúa EEUU como dueño de casa en la ONU?

Quizás hace un abuso de que la sede de la ONU esté en Nueva York. De ahí que debiera exigirse que éste sea un organismo de los Estados miembros y no posesión de alguien, que no sea propiedad de las potencias hegemónicas.

En alguna ocasión el representante de Bolivia en la ONU habló de la posibilidad de renovar y reestructurar la institución, ¿puede ahondar en ese asunto?

Sigue siendo un gran desafíos el reestructurar varios de los organismo internacionales. Cabe recordar que este tipo de instituciones se crean después de la Segunda Guerra Mundial, en un contexto completamente diferente al actual; para entonces había potencias hegemónicas claramente enfrentadas y dos grupos de países identificados, de hecho los países en desarrollo –en ese momento llamados subdesarrollados– no teníamos una presencia propia en la dinámica internacional. Eso cambió, ahora los países, por más pequeños que sean, tienen la fuerza para poder hacer respetar su identidad e independencia. Por tal razón, es necesario que la ONU genere un profundo proceso de reflexión y transformación, dirigido a dar mayor fortaleza al principio de igualdad soberana entre los Estados porque no puede ser que aquellos que hace sesenta o setenta años tenían la hegemonía en las decisiones mundiales, hoy sigan teniéndola.

Antes de la llegada de Evo Morales a la presidencia, el país carecía de voz en los espacios multilaterales. El Gobierno actual ha propuesto una serie de “derechos colectivos”, siendo escuchado. ¿Cuál es el papel de Bolivia en esta nueva etapa?

Efectivamente hemos tenido un pasado en que durante muchos años Bolivia nunca adquirió posición propia ni fue protagonista, donde jamás propuso algo a la humanidad. Con la llegada del presidente Evo al gobierno –aquí cabe destacar que con él arribó un pueblo con identidad propia, fundamentalmente liderado por un movimiento indígena–Bolivia se ha convertido en protagonista de la dinámica internacional, un actor de la arena multilateral, capaz de influir, dialogar y debatir de igual a igual con quien se ponga en la mesa de enfrente.

¿Cuál es el balance que hace de la actividad boliviana en el Consejo de Seguridad?

Han sido dos años de aprendizajes significativos, de grandes desafíos pero además de ciertas frustraciones. Hemos hecho un esfuerzo enorme para llegar a ese importante espacio y conquistado logros con los cuales transmitimos nuestra visión y perspectiva de los temas que se abordan en el Consejo de Seguridad.

¿Cuáles son las frustraciones?

Hemos quedado un poco con la frustración de que hay un cuerpo colegiado, y al interior de éste otro cuerpo privilegiado, quienes finalmente son los que bloquean o aprueban las decisiones. Superar esto sigue siendo uno de los mayores retos de la ONU.

Quisiera trasladarlo al contexto regional. Ud. ha sido embajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos (OEA), ¿cuál ha sido su experiencia? ¿Pudiera analizar la dinámica de este organismo?

La OEA es un espacio interesante que podría tener una mejor contribución en nuestro continente, por ejemplo ser un canal y espacio de diálogo entre los países de Latinoamérica y el Caribe. Ahora, todavía la influencia de EEUU es muy fuerte: primero, porque la sede de la OEA está al frente de la Casa Blanca –cuestión que tiene su significancia–; segundo, porque gran parte del presupuesto con el cual funciona es aportado por EEUU; y tercero, porque muchos de sus miembros no tienen la decisión de confrontar al país más poderoso y hegemónico de América.

Esos son tres temas que hay que superar. En la medida en que los Estados realmente nos apropiemos de la OEA para transformarla, podremos tener mayores posibilidades de que pueda responder a los intereses de todos los países.

Fidel Castro tachó a la OEA como "el Ministerio de Colonias de EEUU", ¿cree que existe la posibilidad real de torcer la naturaleza de esta institución y dotarla de otra más integradora?

La OEA tiene posibilidades de transformación siempre y cuando los países de América Latina y el Caribe nos la apropiemos y podamos tomar las decisiones que correspondan, con la capacidad y la mayoría que tenemos.

Si dejamos que gran parte de las decisiones las tome EEUU y sus aliados, ciertamente que la OEA carecerá de toda posibilidad para contribuir a lo que sueñan nuestros pueblos.

Bolivia asumió la dirección y secretaría ejecutiva de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA), de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y hará lo propio en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). ¿ Cuál es su análisis de estas tres instancias integradoras?

Por la propia naturaleza que tienen cada uno de estos organismos creo que en el ALBA tenemos una estructura muy sólida, basada en una propuesta común que compartimos y que está articulada en visiones similares, por lo tanto vemos aquí un proceso que avanza y se consolida como un ente protagónico en América Latina y el Caribe.

En el caso de Unasur la situación es algo distinta en tanto atraviesa por un momento político en que se enfrentan dos visiones diferentes de cómo gestionar el Estado y de cómo impulsar la integración de los pueblos, por lo tanto no hemos logrado encontrar todavía la vía correcta para dialogar. Desde Bolivia creemos que hay identificar los puntos comunes y sobre esa base avanzar, pero eso aún no ha sido factible y esperemos que en las próximas semanas haya alguna posibilidad de seguir fortaleciendo esta instancia.

Con la Celac tenemos mejores perspectivas. Está compuesta por los 33 Estados de América Latina y el Caribe, el mes de enero asumimos su presidencia y ya estamos trabajando en una agenda que recoja los temas que nos unen y permitan avanzar en construir una mayor integración y diálogo político, propósitos para los cuales se creó.

¿Cómo observa actualmente el relacionamiento diplomático en Sudamérica entre países cuyas ideologías a veces los ponen en contraposición entre izquierda y derecha?

Estamos en un momento, no solamente en Sudamérica, en que las polarizaciones se han ido radicalizando. Hay países en donde la extrema derecha toma las riendas, otros donde las derechas más radicales con discursos discriminatorios y racistas se posicionan, y esto debe convocar a la reflexión a los pueblos, porque muchas veces el pueblo con la esperanza de poder tener otras opciones abandona sus principios, perspectiva y, finalmente, cede espacios.

Quizá sea una coyuntura de confrontaciones, pero serán los propios pueblos quienes observen y decidan, para que los gobiernos que son transitorios puedan justamente asumir aquella visión que realmente las y los ciudadanos de Sudamérica, América y el mundo, desean.

Dudo que nuestros pueblos estén interesados en la confrontación y en el retroceso de conquistas favorecidas fundamentalmente por los gobiernos progresistas, como lo son temas en el área de la educación, salud, vivienda, los servicios básicos.

¿Qué análisis puede ofrecernos de lo que pasó recientemente en La Haya?

Primeramente quisiera recalcar que Bolivia viene trabajando en el tema de su reivindicación marítima hace más de 139 años; nosotros quisimos dar un salto, pero dimos solamente algunos pasos. Presentamos una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya bajo evidencias claras, históricas, jurídicas, acudimos a ella para buscar justicia, para que pudiera reparar un daño producto de una guerra y un tratado injustos para el país.

Desgraciadamente el resultado no fue el esperado, si bien la CIJ ha valorado muchos de nuestros argumentos, dejando por escrito el tema de que Bolivia nació con mar –lo dice en dos ocasiones, cuando pronuncia la sentencia sobre la objeción preliminar y cuando emite el fallo final–. Chile siempre ha alegado que el Tratado de Paz y Amistad –que no tiene mucho de amistad– había resuelto todos los asuntos pendientes entre los dos países, sin embargo la CIJ explicita que ningún tratado ni acuerdo han resuelto el tema marítimo.
Además, la sentencia tiene dos párrafos, en la parte conclusiva, en que efectivamente reconoce que en las evidencias presentadas a la CIJ no se identifica una obligación por parte de Chile para negociar, pero se invoca a las partes a que continúen con el diálogo y los intercambios diplomáticos para encontrar una solución al enclaustramiento marítimo de Bolivia. Por lo señalado, hemos invitado a Chile a que podamos reiniciar los diálogos.

El Gobierno ha hablado de que, pese al fallo, la demanda condujo a avances en la controversia con Chile, ¿cuáles serían tales avances?

Primero, que por primera vez Chile, un país que siempre se ha mostrado como respetuoso del derecho internacional y que se considera a sí mismo dentro de los países desarrollados del continente, ha tenido que ir a una corte internacional –la más trascendental de la humanidad– para sentarse a responder todos los cuestionamientos que se pusieron sobre la mesa.

El segundo avance es que la demanda marítima boliviana si bien año a año llegaba a la OEA, con esto se ha universalizado, posicionando el tema en todo espacio de diálogo y debate multilateral, más allá del bilateral.

Si la Corte fue capaz de desestimar la argumentación central boliviana, ¿cree que hubo un mal planteamiento en la demanda?

No, porque cabe que mencionar que hay bastante jurisprudencia sobre el tema, que los compromisos unilaterales son reconocidos actualmente en el derecho internacional, de ahí que nosotros pensemos que la CIJ ha tenido ciertos temores. Tal vez se ha limitado a evaluar las consecuencias que la demanda marítima boliviana podría haber tenido en el futuro ya que en el mundo aún hay varios países que tienen problemas y conflictos limítrofes.

En conclusión, creo que la CIJ ha decido actuar de manera conservadora, aplicando el derecho positivo, y no haciendo justicia, como correspondía en este caso.

Para finalizar, ¿cuál es su plan de trabajo venidero en esta nueva etapa de la revolución democrática cultural de Bolivia?

Desde el año 2006 hemos venido construyendo una diplomacia que nos proyecte en el mundo, que permita que Bolivia sea reconocida en la dinámica internacional; el presidente Morales lidera la diplomacia boliviana y obviamente seguiremos apoyándonos en este sentido.

Continuaremos trabajando por una integración con identidad, deseamos integrarnos con los países del mundo y de nuestra América respetando la identidad de cada uno de los pueblos. Y sin duda, nosotros somos un pueblo libre, que hemos nacido gracias al esfuerzo de grandes líderes como Simón Bolívar, y de otros tantos líderes indígenas de esta parte del continente, por lo tanto también defenderemos nuestra soberanía e independencia como dos principios básicos de convivencia y construcción del multilateralismo, instancia fundamental para poder relacionarnos con otros países.

Perfil de Diego Pary

Ministro de Relaciones Exteriores, nació en la comunidad Chajnacaya, Potosí. Especializado en pedagogía, cuenta con estudios en Comunicación Radiofónica, Educación Superior y Derechos de los Pueblos Indígenas, una Maestría en Relaciones Internacionales y Derecho Internacional. Desarrolló la propuesta de la nueva Constitución Política del Estado.

Trabajó en la formación de autoridades municipales y dirigentes indígenas, fue Asesor Permanente de la Asamblea Constituyente, Coordinador de la Universidad Indígena Intercultural de América Latina y el Caribe, Viceministro de Educación Superior; impulsó la aprobación de la nueva Ley de Educación, y ha sido Representante Permanente del Estado Plurinacional de Bolivia ante la OEA.

Revista mensual La Correo No. 80, Noviembre de 2018 / www.lacorreo.com

 

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