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Mundo :: 26/01/2023

Perú: Cuando Garabombo se hace visible

Silvio Schachter
Historia de masacres impunes, las de conquista imperial, la de los hacendados del latifundio, de las corporaciones mineras y su policía privada

“-Los blancos miran cosas que nosotros no vemos.- Así son ellos, miran cosas que nosotros no vemos y al revés. ¡Ése es tu caso!” Garabombo, el invisible, Manuel Scorza[1]

Perú vive decisivos y dramáticos momentos, el impopular régimen de facto de Dina Boularte desató una resistencia que se multiplicó en una amplia protesta, impensada por un poder que no encuentra otra respuesta que la brutal represión.

Como un camino para entender este conflicto, cuyas raíces se hallan en el antagonismo histórico que atraviesa esa tierra, entre la elite criolla y eurocéntrica y los inivisibilizados y oprimidos descendientes de los originarios pueblos andinos, vale recorrer la vigente obra literaria de Manuel Scorza, narrador que aunó el realismo mágico y la poesía con la crónica certera de las luchas campesinas en el centro de los Andes peruanos.

Hace 52 años, Manuel Scorza , escribió Redoble por Rancas, así comenzó su pentalogia literaria, llamada la Guerra silenciosa, donde describe la barbarie a la que fue sometido un pueblo, únicamente por exigir justicia, sus resistencias y sus luchas para reclamar sus derechos y protestar ante los abusos cometidos por hombres poderosos, los hacendados y la maquinaria extractiva de la compañía estadounidense Cerro de Pasco Copper Corporation cuyo Cerco crece y devora tierra comunal como si fuera un monstruo.

 ¿Y dónde termina? Preguntó Rivera, con voz desgarrada. No termina dijo Pis-pis, fusilándose el segundo cañazo; quieren cercar el mundo.” Redoble por Rancas

A ese primer relato de Redoble por Rancas (1970), le siguieron Historia de Garabombo, el Invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979).

Redoble por Rancas es “la crónica exasperantemente real de una lucha solitaria: la que en los Andes Centrales libraron, entre 1950 y 1962, los hombres de algunas aldeas sólo visibles en las cartas militares de los destacamentos que las arrasaron. Los protagonistas, los crímenes, la traición y la grandeza, casi tienen aquí sus nombres verdaderos”.
Del prólogo de la novela.

La Guerra silenciosa es la narración sobre el conflicto que opone, desde hace siglos, a la sociedad criolla del Perú y a los sobrevivientes de las grandes culturas precolombinas. Dice Scorza “Cientos de miles de hombres —muchísimos más que todos los muertos de nuestras ingloriosas guerras «oficiales»— han caído librando esta lucha desesperada Los historiadores casi no consignan la atrocidad ni la grandeza de este desigual combate que, por enésima vez, ensangrentó la cordillera de Pasco en 1962”.

Entre los verdaderos, estaba el líder comunero Héctor Chacón, el ‘Nictálope’, quien fue condenado a 15 años de prisión en El Sepa y, tras la publicación de Redoble por Rancas, en 1971 fue amnistiado por el presidente Velasco Alvarado. Otro amnistiado fue Hugo Blanco condenado por encabezar la lucha por la reforma agraria en la región andina del sur.

En Garabombo, el Invisible, segunda balada de la saga, dieciocho meses después de la masacre de Rancas, la comunidad de Yanahuanca, comandada por Fermín Espinoza, Garabombo, invadió y recuperó los casi inabarcables territorios de las haciendas Uchumarca, Chinche y Pacoyán.

Garabombo era verdaderamente invisible, el comunero dueño de una excepcional y única enfermedad que lo hace invisible ante los ojos de jueces, policías y hacendados. Pero protegido por esta insólita capacidad, Garabombo acomete hazañas destinadas a convertirse en legendarias

El carácter mítico de sus personajes es una clara alegoría de la marginación étnica y social que Manuel Scorza decidió denunciar desde la instancia imperecedera de su literatura. La invisibilidad de Garabombo es un mal, una dolencia. Pero es, sobre todo, una metáfora cargada de sentido y significación que se proyecta sobre el plano de lo real: la clase dominante desoye cuanta reclamación social y de derechos provenga del ámbito de los oprimidos.

La risa y lo grotesco, también están presentes en Garabombo, el Invisible, permitiendo la creación de un orden distinto del mundo: igualitario, libre y en constante cambio, distinto al orden rígido y jerárquico impuesto por la cultura hegemónica encarna la idea del hombre rebelde, que en su intento de luchar contra la injusticia y la opresión no preserva nada, puesto que pone todo en juego.

Un día del mes de octubre de 1956, luego de que la dictadura del general Manuel Odría lo obligara a vivir ocho años en el exilio, Manuel Scorza regresó a Lima.

Trabajando como periodista, se enteró de los levantamientos campesinos que se venían dando en la zona de los Andes centrales. Para el momento en que Scorza decidió emprender el viaje e iniciar en el lugar una investigación que le llevaría meses, y que realizaría de manera clandestina, la prensa peruana prácticamente no había hablado del asunto.

Como señala Manuel Martinez [2], “Scorza era poeta, no era novelista. Pero cuando empieza a desarrollarse la rebelión campesina en Rancas, Scorza se siente interpelado por esa lucha y cambia su oficio de poeta, se vuelve novelista”

Asistí a las más terribles escenas: prisiones, fusilamientos, masacres, asaltos“, recordaría Scorza. Hechos que lo llevaron a comprometerse casi de inmediato con la lucha de los pobladores, aceptando el cargo de secretario en el Movimiento Comunal del Perú, que pugnaba por la recuperación de las tierras usurpadas, y publicando manifiestos de denuncia que le valieron años después una nueva partida al exilio bajo la acusación de “atacar la seguridad del Estado”.

En el impacto de esa experiencia, en los testimonios recogidos entre los sobrevivientes, en las fotos y grabaciones que acopió como pruebas, Scorza dio con la materia prima de lo que sería su ciclo de cinco novelas que empezaría a escribir en 1968., Scorza adapta la cuestión indígena a los nuevos registros de la literatura del llamado boom latinoamericano, busca imprimirle, según sus palabras, eficacia política al realismo mágico. En Redoble por Rancas, Héctor Chacón, el Nictalope su protagonista, tiene el don de ver en la oscuridad, alli una partida de póquer llega a durar tres meses, otro personaje, el ladrón de caballos, habla con los animales y convence a los caballos de que abandonen la hacienda de sus patrones para después venderlos y otros escarban agujeros en la tierra para poder, contarse de tumba a tumba lo que les ha pasado una vez que ha sobrevenido la masacre que clausura la novela.

Scorza señala en una entrevista “Mis novelas, tienen dos niveles: un nivel histórico y un nivel onírico. El nivel histórico muestra la realidad tal como es y, salvo excepciones, la recoge a través de personajes que figuran con sus nombres verdaderos en los libros. En tal sentido son testimonios. Pero al mismo tiempo son máquinas de soñar, porque para mostrar mejor la realidad yo la sueño.” Asi es como es invisible Garabomobo y en su tercera novela El jinete insomne, este llega a detener el tiempo y paralizar los ríos y se entrelaza con las revueltas que los campesinos organizan en contra de quienes construyen el irrefrenable Cerco,

El tema es recurrente en varios de los libros más significativos de la literatura latinoamericana. Tres años antes de la publicación de Redoble por Rancas, en 1967, Gabriel Garcia Marquez dio a conocer Cien años de soledad, en una parte de su novela, Gabo denuncia una matanza también silenciada: La masacre de las bananeras de 1928, contra los trabajadores en huelga de la empresa estadounidense United Fruit Company a manos del ejército de Colombia.

José Arcadio Segundo se empinó por encima de las cabezas que tenía enfrente, y por primera vez en su vida levantó la voz.- ¡Cabrones! –gritó-…..“Al final de su grito ocurrió algo que no le produjo espanto, sino una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto

La narrativa de Scorza forma parte de la llamada literatura indigenista peruana, iniciada en el lenguaje de los versos del poeta Cesar Vallejo y continuada con la narrativa de Ciro Alegría, (El mundo es ancho y ajeno,1941) y de José María Arguedas,(Los ríos profundos,1958).

La obra de Scorza tuvo enorme repercusión internacional, equiparada a la producción literaria de los años 60 de Mario Vargas Llosa con sus novelas La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969). Redoble por Rancas fue traducida a más de treinta idiomas, y estuvo entre las lecturas preferidas por la militancia social y política de los años 70.

Esto hace sin duda aún más notorio el olvido al que fue sometida su obra. En Argentina durante un largo periodo fue imposible conseguirla en nuevas ediciones.

Su contenido de investigación, denuncia, conjugado con el realismo mágico y poesía, son un material intelectual extraordinario para tener presente la historia de las luchas indígenas de nuestro continente. Su lectura es referencial y diría que esencial para entender los dramáticos acontecimientos que atraviesan en estos tiempos la realidad peruana.

La rebeldía que recorre los Andes y llega a Lima

Los apestados de sueños, los que consuelan a las quimeras moribundas, los que se niegan a identificar a los que miran en sueños, los que rehúsan revelar las actividades clandestinas de sus espejos, los espantapájaros en cuyos equipajes se sorprenden cartas de las aves, ellos empollan los huevos donde crecen los héroes!” Manuel Scorza, Cantar de Túpac Amaru (XI “La espuma de la ira”,1963)

Recuerdo cuando en octubre del 2019, estando en la Plaza Central de Arequipa, vimos llegar una marcha silenciosa encabezada por los familiares de las víctimas de la represión de la policía privada de la minera Cerro Verde[3]. El silencio se quiebra, cuando una mujer, detrás de las velas y las fotos con los nombres de los asesinados, con su voz que es un grito desgarrador, relata uno a uno los brutales atropellos de la minera y sus cómplices. Como en Redoble por Rancas, 60 años después, el Cerco, que se desplaza como serpiente, les fue robando la tierra comunal, cerrando los senderos por donde circulaban y llevaban a pastar sus animales, bloqueando los caminos que unieron a los pueblos andinos desde los tiempos del chasqui. Otra mujer denuncia el envenenamiento de las aguas por los desechos tóxicos de la minera y la respuesta brutal de los fusiles automáticos contra hombres desarmados que solo querían hacer valer sus derechos ancestrales.

En 1968, cuando Scorza escribe Redoble por Rancas el 91% de los activos acumulados por la industria minera era propiedad de empresas extranjeras, hoy más de cinco décadas después, esos propietarios son dueños del 93% de las empresas, la diferencia es que desde décadas más recientes el neoliberalismo le abrió la puerta a decenas de nuevos proyectos mineros que en manos de esas corporaciones arrasan la vida de las poblaciones andinas.

Si en 2019 el grito en Arequipa aún sonaba solitario, hoy ante el atropello institucional y las víctimas de la barbarie policial y militar, miles y miles, desde Cajamarca hasta Tacna, desde Junín hasta Cusco y Arequipa, en la Toma de Lima donde donde la bandera rojiblanca se mezcla con la Wilpala de los aymara venidos desde Puno. Se han hecho visibles, han ocupado las calles, las carreteras, los puentes y las plazas. Desafían el “terruqueo”( la palabra que designa la falsa acusación de terroristas). Exigen el cese de la represión, que se ha cobrado 50 víctimas y centenares de heridos y detenidos. El reclamo incluye el cierre del Congreso, la renuncia de la presidenta de facto Dina Boluarte, la libertad del presidente Pedro Castillo y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Todo el sistema institucional del Estada esta corrompido, la democracia representativa peruana es una caricatura siniestra. En seis años, ha tenido seis gobiernos, y solo dos fueron elegidos por el voto directo, los otros cuatro a través de maniobras del Congreso, un Congreso que según las encuestas solo tiene el 6 % de la aprobación. Las marionetas congresales que responden a quienes históricamente detentan el poder real del país, las grandes corporaciones, mineras, financieras y terratenientes, cuentan con la complicidad del Poder Judicial que las legitima y las Fuerzas Armadas, que reprimen salvajemente las protestas.

El mapa de las víctimas y el registro de las protestas, muestran que todo el Perú andino de norte a sur está recorrido por las movilizaciones, que han llegado a Lima para encontrarse con sus pares los pobres de las llamadas eufemísticamente “poblaciones jóvenes”, los barrios marginales de la metrópoli que han crecido en el desamparo, mientras la elite del capital, de la derecha golpista vive en el lujo de su burbuja de Miraflores. Los separa el color de la piel, la lógica racista, que construyó la historia blanca y masculina. Los ignorados, los invisibles como Garambombo y los otros habitantes de las novelas de Scorza, han dicho basta, y proclaman que el grito libertario de Túpac Amaru no ha concluido.

Vengo del Odio, vengo del salto mortal de los balazos; está mi corazón sudando pumas: oigo el zumbido de la pena. Manuel Scorza, “El árbol de los gemidos”, Las imprecaciones,1955

Pedro Castillo, el maestro nacido en San Luis de Puña, en el departamento de Cajamarca, zona de agricultores arrasada por la megamineria del oro, fue el sorpresivo triunfador electoral de esta democracia fallida, enclenque y mentirosa corrompida al extremo por el capitalismo neoliberal.

Sufrió desde antes de asumir el embate inescrupuloso del fujimorismo, sus aliados de derecha y los medios afines. Estaba en los pronósticos que su gobierno no tendría la construcción socio política y el músculo suficiente para resistir los ataques y tras dieciséis meses de asedio y vacilaciones propias fue depuesto y detenido por la mafia neoliberal que gobierna el país. Lo que no estaba en los cálculos de quienes, como relata Gabriela Wiener[4], coleccionan los huacos, pero desprecian a quienes los hicieron y a sus descendientes, fue la respuesta de quienes dieron su apoyo a Castillo, porque lo consideran uno de los suyos, y están hartos, como los comuneros de La guerra silenciosa, de la impunidad de las mineras, de la humillación y la opresión de las elites que ni siquiera los considera como “el otro”, o el diferente.

Las luchas fragmentadas y parciales de las múltiples resistencias de años pasados, hoy tienen un programa y un objetivo que las une. El poder lo sabe, lo presiente, por eso la brutalidad criminal de su respuesta. No es nuevo, como señalaba Scorza, Perú tiene desde hace siglos, cinco estaciones, verano, otoño, invierno, primavera y masacre.

Historia de masacres impunes, las de conquista imperial, la de los hacendados del latifundio, de las corporaciones mineras y su policía privada, de la lucha de Sendero Luminoso y la descomunal respuesta militar que significó, según la Comisión de la Verdad 69.000 muertos, la del Fujimorismo, la de la pandemia de COVID que tiene el doloroso record de tener el mayor número de muertes por habitante de toda América y la actual masacre, la represión del régimen de la usurpadora Boularte. Pero tal vez el mito de Garabombo, devenido en pueblo visible, de mujeres cholas e indias, de campesinos y mineros, de maestras y estudiantes, junto al habitante de la ciudad informal que ahora irrumpen como sujeto político insumiso podrá, en una página por escribirse, cerrar este ciclo de injusticia y violencia.

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Notas

[1] Manuel Scorza, poeta y narrador, nació el 9 de septiembre de 1928, Lima, Perú, y falleció el 27 de noviembre de 1983, cerca del aeropuerto de Madrid, España, en un accidente de aviación. Entre los fallecidos se encontraban los escritores Jorge Ibargüengoitia, mexicano; la argentina MartaTraba y su marido, el uruguayo Ángel Rama. Su obra incluye además de las cinco novelas de La guerra silencia, La danza inmóvil, publicada en 1983 y nueve libros de poemas.

Escribió ensayos políticos. Participó del APRA, el partido de Haya de la Torre, pero luego renunció y aceptó el cargo de secretario en el Movimiento Comunal del Perú. En 1978 ante el llamado a la Asamblea Constituyente forma parte del FOCEP (Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular) del cual es candidato pero declina su postulación por la persecución a sus miembros. Entre ellos estaban Ricardo Napuri y Hugo Blanco.

[2] Entrevista a Manuel Martinez en https://herramienta.com.ar/acerca-de-manuel-scorza-a-50-anos-de-redoble-por-rancas

[3] Sociedad Minera Cerro Verde S.A.A. es un complejo minero ubicado en el distrito de Uchumayo, en la provincia de Arequipa, en el Perú, a 20 millas de la ciudad de Arequipa y a una altitud promedio de 2.600 metros sobre el nivel del mar. Es es ropiedad de FCX (Phoenix, Estados Unidos) y SMM Cerro Verde Netherlands, Subsidiaria subsidiary of Sumitomo Metal Mining Company Ltd

[4] Gabriela Wiener, Huaco Retrato, Random House, 2021

23 de enero 2023
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