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Mundo :: 25/12/2022

Perú y los muertos invisibles

Guillermo Cieza
¿Por qué será que cuando detrás de los crímenes está la embajada de EEUU, los muertos se vuelven invisibles?

No hay un número exacto de la cantidad de asesinadxs en Perú por la policía, los militares y el régimen de Dina Boularte, pero se estima que no son menos de cincuenta. Son campesinxs, minerxs, originarios, personas por las que sólo reclaman sus comunidades.

El 7 de diciembre de 2022 fue destituído el Presidente Castillo, elegido por el voto popular. Los que han sido asesinadxs participaban en movilizaciones exigiendo la libertad para el presidente depuesto, el cierre del Congreso golpista, elecciones de inmediato y un plebiscito por una reforma constitucional. Nada más y nada menos. Sacarle a la rosca de la oligarquía limeña la posibilidad de manejar o deponer a cualquier fuerza política que llegue al gobierno, elegida por el voto popular.

Lxs muertxs de Perú expresan una rabia ancestral contra la élite costera que en tiempos de la independencia eran parte del bastión colonial español y se pasaron de bando cuando los ejércitos plurinacionales de San Martín y Bolívar, derrotaron a los realistas españoles. Esta élite es la que gobernó desde siempre, salvo el interregno nacionalista de Velazco Alvarado.

Lxs asesinatos en Perú son denunciados por las familias, los vecinos, la asociaciones de productores campesinos, los sindicatos mineros, que tienen que empezar su relato aclarando que no son terroristas. Lxs muertxs de Perú parecen hechos locales, no universales, quizás porque no cuentan con el auspicio de la corporación estadounidense charge.org con sede en Delaware, que se ha puesto a la cabeza de la campaña por evitar que el futbolista iraní, Amir Nasr-Azadani, sea enviado a la horca, acusado de homicidio.

Tampoco los defiende Shakira, que siempre ha sido solidaria con la agenda de DDHH pergeñada en Washigton. A los asesinatos en Perú los denuncia la artista trans peruana Gad Yola, que pocos conocen en el mundo y que, en “la gente decente”, despierta sospechas por sus orientaciones sexuales.

El día que se jugó la final del mundial, el Ministerio de Salud peruano, ya reconocía la existencia de 24 muertos. Y esos asesinados y asesinadas no fueron temas de ningún debate. Jugamos al fútbol contra Perú en las eliminatorias, tenemos compañeras y vecinas peruanas.

Perú esta aquí cerquita pero sus muertos seguirán siendo invisibles, mientras permitamos que nos digan de afuera qué es lo que hay que ver y denunciar, dónde poner el ojo para denunciar vulneraciones de los DDHH y donde no. El globalismo, incluso el de izquierda, está contaminado por las grandes usinas mediáticas y de pensamiento de las multinacionales.

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