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Mundo :: 13/06/2006

Perú: ¿Qué hay detrás de los resultados electorales?

Claudio Testa
El 4 de junio y el 28 de mayo respectivamente se realizaron elecciones presidenciales en Perú (segunda vuelta) y en Colombia. Los triunfos de Alan García y Álvaro Uribe -candidatos bendecidos por Bush- parecen contradecir la onda de "desobediencia" al amo del Norte que recorre América Latina. Por eso los medios serviles se apresuraron a festejar estos "triunfos de la democracia"

Finalmente Alan García -candidato del APRA y hombre de la socialdemocracia internacional- se impuso en la segunda vuelta de las presidenciales contra el candidato nacionalista Ollanta Humala, que sin embargo hizo una extraordinaria elección al alcanzar más del 47% de los votos válidos.

De ese modo llega por segunda vez a la presidencia de Perú un personaje famoso por dos récords históricos: los millones de dólares que robó y la cantidad de gente que mató. Sólo su sucesor, Fujimori, lo superó en ambos rubros...

Otro elemento a destacar es que hasta hace pocos meses, la intención de voto por Alan García (y también por Ollanta Hulama) era pequeña. La candidata que "corría seguro" era Lourdes Flores, neoliberal pura y dura, la amada de Washington, las multinacionales mineras y la burguesía vendepatria. Desde el vamos, Lourdes era la elegida por estas tres fuerzas... sin embargo, llegó tercera. Pero después de su derrota, esa trinidad que maneja y explota Perú no tuvo otra opción que volcarse al poco serio y confiable Alan García.

El motivo de su devoción por Lourdes Flores no era ningún secreto: ella garantizaba la continuidad del neoliberalismo salvaje -sin retoques "populistas" y/o nacionalistas- que en Perú aplicó primero Fujimori y luego el presidente saliente Toledo. Y significaba también la aprobación sin objeciones del TLC, el colonial "Tratado de Libre Comercio" ya suscripto por el agonizante Toledo.

Perú viene siendo un país que el FMI levanta como "ejemplo" en Sudamérica. En el podio del FMI, Perú compite con Chile -que ahora comienza a trastabillar por la rebelión de los estudiantes- y con Colombia, la gran democracia de los narcos y paramilitares.

Las elecciones han significado, entonces, una especie de "vuelta de campana" del barco político peruano, que hasta ahora seguía imperturbable el curso marcado por la brújula neoliberal. Sin embargo, que un barco dé esa voltereta es un gran problema, pero no necesariamente implica ya un cambio de rumbo.

¿Qué sería necesario para eso? La irrupción de las masas trabajadoras y populares del Perú, como sucedió en Bolivia y otros países del continente. Eso aún no ha ocurrido, pero las elecciones suelen ser el reflejo distorsionado y a veces anticipado de procesos más profundos. Lo que es claro es que el monumental No a Lourdes Flores expresó un gran deseo de cambio, de rechazo a "más de lo mismo". Un deseo confuso y contradictorio en su expresión por la positiva, pero indudablemente poderoso.

El nacionalismo de Humala y el significado de su voto

En un artículo sobre la situación peruana publicado el año pasado se hablaba de "las dificultades de una nueva etapa que no termina de nacer" (Socialismo o Barbarie periódico, 12-8-05). Para entender el fenómeno político-electoral de Ollanta Humala hay que situarlo en este contexto de incubación de una nueva etapa política que supere las atroces derrotas del pasado, especialmente la de los tiempos de Fujimori.

En esto hay que distinguir dos aspectos relacionados pero diferentes: lo que expresaron las masas con el voto a Humala, y la caracterización de este personaje y su corriente política.

Como ya señalamos, este voto expresó el deseo de un cambio político radical. Y esto se fue acentuando a medida que los medios de la burguesía y las cadenas del imperialismo desarrollaban una campaña delirante, con las peores provocaciones, como la "satanización" de Chávez y otros ingredientes. Pero esto tuvo un "rebote" contradictorio y peligroso: el voto a Humala por el lado de las masas se fue cargando de una intención de rechazo y protesta cada vez más radical.

Esto contrastó con la conducta diametralmente opuesta del candidato, que se fue haciendo cada vez más pusilánime a medida que arreciaba el vendaval de provocaciones de los medios burgueses e imperialistas.

Humala inició su campaña con un programa nacionalista tibio, pero que criticaba al TLC y proponía una Asamblea Constituyente (un tema democrático sentido por la vigencia de la autoritaria Constitución de Fujimori). Sin embargo, a medida que el viento en contra que soplaba desde Washington se convertía en huracán, Humala fue arriando velas. La oposición al TLC se transformó en sólo "revisarlo". La propuesta de Constituyente naufragó de la misma manera. Y lo peor: Humala inició un humillante lloriqueo en los medios para demostrar que ama a Bush y no tiene nada que ver con Chávez: "no tengo animadversión hacia EEUU; no me sumaré al conflicto de Hugo Chávez con Bush", declaraba.

Es probable entonces que, si ganaba las elecciones, el gobierno de Humala se pareciera más al del coronel Lucio Gutiérrez -derrocado en la rebelión del año pasado en Ecuador- que al de Evo Morales en Bolivia. Sin embargo, éstas son sólo conjeturas sin respuesta.

Lo único firme de estas elecciones es que han reflejado, como dijimos, el "no va más" de amplios sectores de las masas trabajadoras y populares. En otras palabras, hay "sintonía" con el "humor" del resto del continente.

Lo cuestión va a ser si, del terreno del voto (tramposo y pasivo), este sentimiento pasa al terreno de la acción, de las luchas. Entonces las cosas, al fin, habrán comenzado a cambiar en el Perú.

Socialismo o Barbarie

 

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