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Pensamiento, Argentina, Néstor Kohan :: 14/11/2017

Polémica Cooke-Rozichtner en 'La Rosa Blindada'

John William Cooke / León Rozitchner / Néstor Kohan
'Bases para una política cultural revolucionaria' de John William Cooke y 'La izquierda sin sujeto' de León Rozitchner

Nota de La Haine: Partes relevanters del Estudio Introductorio de Néstor Kohan y textos de Cooke y Rozitchner tomados del libro "La Rosa Blindada, una pasión de los '60" (https://lahaine.org/cU8A).

Durante las décadas de los años ’60 y ’70 en Argentina, La Rosa Blindada constituyó una revista y una editorial que acompañó, defendió y difundió la voz de las revoluciones antimperialistas y anticapitalistas de Vietnam, Cuba, Nicaragua, etc., de la mano de muchos jóvenes encabezados por José Luis Mangieri, él mismo poeta y editor de textos insurgentes de Ho Chi Minh, Che Guevara, Antonio Gramsci, Vo Nguyen Giap, Rosa Luxemburg, entre muchísimos otros y otras.

Aquí presentamos uno de los debates publicados en esa revista, de los más relevantes de la izquierda argentina en los años '60 y de altísimo nivel intelectual.

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Del Estudio Introductorio de Néstor Kohan

Las huellas de esa inteligente apuesta por una cultura revolucionariacontrahegemónica puede encontrarse en sus páginas en la publicaciónde dos artículos filosóficos que —con toda justicia— hicieron época.

El primero, de John William Cooke, se tituló “Bases para una política cultural revolucionaria” (Nº 6, pp. 16-22). En él, Cooke respondía a una encuesta que se abría con una pequeña presentación de los jóvenes editores, donde se afirmaba sin ambigüedades que “Se trata hoy, nada menos hoy (Cuba, Venezuela, Perú, Guatemala, Colombia, Vietnam) de reabrir la discusión, de buscar caminos que coloquen a los hombres de la cultura, a lo más creador de la cultura misma, en el campo de la revolución”. Nada más lejos de este programa contrahegemónico que aquel populismo antiintelectualista que asimilaba sin mayores trámites a los intelectuales con el “cipayismo” y “la entrega” o con la “pequeñoburguesía traidora”. Pero lo más sugerente es que la primera figura a la que acuden para responder la encuesta es alguien que a nadie se le ocurriría atribuirle “gorilismo”, “academicismo” o “liberalismo”...

Esa inteligente operación, que dejaba sin argumentos tanto a los cultores del frente cultural laico-democrático-cientificista-progresista del stalinismo como a los del frente nacional-populista, tuvo entonces a Cooke como protagonista central.

Y tampoco es aleatorio el modo, el estilo y el tema que el legendario dirigente de la Resistencia [peronista] eligió para responder la encuesta, ya que decidió contestar a partir de los 'Manuscritos económico-filosóficos de 1844' de Carlos Marx. En esa rigurosa decisión se concentraron muchas perspectivas.

En primera instancia, Cooke rechazaba por falsas y además por inoperantes todas las diatribas pretendidamente “revolucionarias” e “incendiarias” contra la intelectualidad tomada en bloque y contra la universidad en su conjunto, que en realidad se amparaban en el más brutal y troglodita economicismo. Había leído atenta y largamente a Gramsci, ello es evidente. El nombre del italiano —y sus reflexiones— aparecen profusamente no sólo en este artículo sino también en “Aportes para un crítica del reformismo en Argentina” (https://lahaine.org/bZ7X), elaborado en el bienio 1961-62 para el Che Guevara y Fidel Castro. Toda la reflexión política de Cooke está atravesada por este registro gramsciano enfáticamente antideterminista, crítico del economicismo e historicista que le otorgaba a la batalla cultural un lugar central junto a las sindicales, políticas y político-militares.

Desde esa matriz y refiriéndose a la intelectualidad argentina, en el artículo que escribe para 'La Rosa Blindada' decía: “El ejemplo más notorio es el de la conducta a seguir en la Universidad: es cierto que desdeñamos la mitología sobre su importancia como sagrario de la cultura, sobre su independencia, etcétera; pero... comprendemos que es un factor positivo frente a la colonización absoluta que se busca mediante las universidades privadas, y que, dentro de las limitaciones de una universidad que forma parte de una comunidad oprimida, la acción estudiantil y de parte del cuerpo docente puede salvaguardar y acentuar sus tendencias positivas”(Nº 6, p. 17). Una concepción marxista abierta que entendía a laUniversidad como terreno de disputa, atravesado por luchas internas y mucho más dinámica, por cierto, que aquella aridez rudimentaria que la condenaba en bloque, a ciegas y de antemano por ser “la isla democrática”, “la torre de marfil” o “el reducto de la entrega” (e incluso, años más tarde, cuando el althusserianismo se pusode moda, por ser... un “aparato ideológico de Estado”).

En segundo lugar, el artículo constituía de parte de Cooke más que un guiño hacia sus compañeros del peronismo revolucionario, tendiendo un puente directo hacia el marxismo revolucionario (así, liso y llano, sin aditamentos).

En tercera instancia, Cooke eligió para su intervención un texto que en aquella época estaba en el primer plano del debate internacional sobre el joven Marx y el problema de la alienación. En esa decisión ponía una doble y nada ingenua distancia frente al “stalinismo” (Nº 6,p. 17, nota al pie Nº 1) y frente a “los equívocos de la ortodoxia”.

Y por último, Cooke privilegió una problemática típicamente gue -varista —plenamente acorde con el rumbo que tomaba La Rosa Blindada—, que él conocía bien de cerca por su entrañable amistad personal y su afinidad política con el Che en La Habana: el problema del trabajo, el de la praxis —categoría que explícita y acertadamente hacía remitir al linaje de A. Gramsci, G. Lukács y H. Lefebvre— y sobre todo el del humanismo. Ese artículo probablemente haya sido el aporte teórico más profundo y meditado que haya producido Cooke.

Contestándole —sin mencionarlo—, un antiguo miembro de 'Contorno' y que también había escrito en 'Pasado y Presente', escribió “La izquierda sin sujeto” (Nº 9, pp. 30-44). Su autor era León Rozitchner, a quien Cooke había conocido y con quien había trabado amistad cuando ambos estaban en La Habana.

“En cuanto al artículo de La Rosa Blindada” —señala Rozitchner [en entrevista con Kohan]—“yo lo escribí para demostrarle que desde la perspectiva de los Manuscritos el peronismo era insostenible. Yo coincidía con Cooke en el rescate del marxismo humanista y antideterminista pero donde no podía coincidir era en que él no hubiese aplicado esas categorías al análisis del peronismo, por eso contrapongo al Che y a Fidel con Perón y digo al final que en ese sentido “todos somos peronistas” porque fuimos marcados pero que había que tener el coraje de enfrentar eso. Trataba de mostrar una línea de incoherencia entre los presupuestos y las conclusiones de aquella izquierda peronista, cuyos miembros siempre fueron mis amigos, como Paco Urondo o Rodolfo Walsh mismo, que fue quien me esperó cuando bajé del avión en La Habana. Pero en el artículo no quería aparecer como polemista. Quería agregar algo a lo de Cooke, crítico pero sin mala leche porque yo le tenía mucho afecto. Era muy afectuoso, muy buen tipo, conmigo y mi compañera. Creo que Cooke ha sido el crítico más agudo que tuvo el peronismo, el más sagaz, por otra parte, el que mejor escribía”.

Con suma habilidad Rozitchner volvía en ese artículo a transitar las problemáticas de la alienación, del sujeto, de la praxis y de la historia que no sólo atravesaban el artículo de Cooke sino que también inundaron los impulsos teóricos más fructíferos que produjo la revolución cubana y las corrientes que en ella se inspiraron para cuestionar el marxismo dogmático. Pero lo hacía de muy diverso modo y con un estilo personal que lo distinguiría también en trabajos posteriores. Esa perspectiva no se iniciaba con el trabajo de 'La Rosa Blindada' sino que prolongaba preocupaciones anteriores, sintetizadas, por ejemplo, en “Experiencia proletaria y experiencia burguesa” (Contorno Nº 7-8, julio de 1956, pp. 2-8) donde Rozitchner ya cuestionaba la supuesta fatalidad del determinismo economicista intentando romper con el “límite burgués” que impedía encontrarle “un sentido a la supuesta irracionalidad del proletariado peronista”sin por ello dejar de señalar el papel negativo de Perón.

En el caso específico de “La izquierda sin sujeto”, Rozitchner abría—como Cooke— varios frente de batalla al mismo tiempo. En primer lugar volvía a poner en discusión, ya desde el mismo título, las versiones objetivistas del marxismo. Fundamentalmente en aquel momento su pluma apuntaba al DIAMAT soviético (aunque pocos años más tarde extenderá la diatriba contra el althusserianismo, igualmente objetivista). El eje de su estrategia discursiva en aquel artículo era poner en el centro del debate la problemática de la racionalidad del marxismo y el lugar completamente tangencial y subalterno que en ella ocupaba el sujeto. Fue, eneste plano, un trabajo precursor. Y no sólo en Argentina...

Allí expondrá varias de las tesis que lo acompañarán en toda su trayectoria intelectual —más allá de las variaciones según el autor trabajado en cada momento: Scheler, Merleau Ponty, Freud, Hegel, Marx o Clausewitz—. Entre ellas pueden destacarse: la crítica del dualismo (estructura/superestructura, privado/público, afectividad/razón, materia/espíritu, etc); el desciframiento de la dominación como un mecanismo no meramente exterior sino también internalizado en el sujeto; el cuestionamiento al determinismo de LA Historia (con mayúsculas); el análisis crítico de la vida cotidiana y de los afectos como parte inescindible del poder capitalista; la distinción entre “práctica” (de carácter burgués aunque la realice la izquierda, porque no toca lo más íntimo del sujeto) y “praxis” (revolucionaria, porque apunta a la creación de un hombre nuevo), etcétera.

Hasta aquí Rozitchner exponía las líneas directrices de un programa ampliado de investigación que realizaría por largos años —exilio incluido—. Pero lo más contundente, en términos polémicos, venía al final. Toda esa argumentación conducía a cuestionar el modelo de sujeto internalizado por la izquierda, tanto la cultora del DIAMAT soviético como la izquierda peronista. Y allí se topaba con Cooke, a quien elegantemente no nombraba pero replicaba que no se podía hacer la revolución socialista en la Argentina teniendo como modelo arquetípico del revolucionario a quien era en realidad un general burgués: Juan Domingo Perón. A la figura de Perón, Rozitchner hábilmente contraponía otros dos personajes queridos por Cooke: Fidel Castro y el Che Guevara. De este modo Rozitchner cuestionaba la supuesta eficaciay el realismo que la izquierda peronista argüía al levantar públicamentela figura de Perón —mientras en la intimidad se la cuestionaba duramente— para llegar al campo de los trabajadores. Entre Cooke y Rozitchner —ambos entusiastas partidarios del hombre nuevo guevarista, del marxismo antideterminista y de la revolución cubana— la diferencia de fondo era, una vez más, el fantasma omnipresente del peronismo.

Leer textos de Cooke y de Rozichtner [PDF]

 

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