lahaine.org
EE.UU. :: 30/10/2007

Portugal: 200.000 en las calles contra Sócrates

Miguel Urbano Rodrigues
El 18 de Octubre más de 200.000 portugueses se concentraron en Lisboa para condenar la política del gobierno Sócrates y el llamado Tratado Europeo, a escasa distancia de la Cumbre de Lisboa, convocada para que los jefes de gobierno de los 27 países firmasen el Tratado

Será difícil para los portugueses del final del siglo XXI comprender cómo pudo este pueblo soportar el gobierno de José Sócrates. Cómo fue posible – preguntarán- que tres décadas después de la ruptura revolucionaria más profunda que hubo en Europa Occidental desde la Comuna de París, la sociedad portuguesa haya sido golpeada por una regresión histórica de tamaña dimensión?

Lo que está ocurriendo en Portugal en el año 2007 es del dominio de lo inimaginable. Con excepción de las repúblicas bálticas y de Polonia, no hay hoy en la Europa de los 27 un gobierno que lleve adelante una política tan retrógrada como la del primer ministro Sócrates. Comparadas con esta, las desarrolladas por los gobiernos de Sa Carneiro y Cavaco y Silva -de mal recuerdo- casi aparecen como progresistas.

Una furia destructora de inspiración derechista es el denominador común de las medidas que el dirigente máximo del Partido Socialista define como modernizadoras.

Esa estrategia de reaccionarismo vandálico está eliminando lo que todavía restaba de la herencia del 25 de Abril, creando en Portugal la sociedad europea de mayor desigualdad, un país en donde dos millones de personas (un quinto de la población) viven ya bajo el nivel de pobreza, una tierra de señores y esclavos de nuevo tipo.

Las estructuras de Educación y de Salud están siendo demolidas a ritmo vertiginoso. La embestida contra los reformados se intensifica. Maternidades, urgencias, centros de salud, son cerrados. La ofensiva contra la Función Pública se amplia y los profesores son tratados como rebaño de cabras. Se privatiza todo, desde las carreteras a los correos. La policía invade ya los sindicatos para intimidar y desmovilizar los trabajadores.

La agricultura está siendo arruinada y las mejores tierras pasan a manos de españoles. Nos hemos transformado en un país parásito que consume muchísimo más de lo que produce. La industria, controlada por transnacionales, está desapareciendo. La banca engorda cada mes.

El salario mínimo es el más bajo de Europa Occidental; los gestores son sin embargo los mejor pagados del continente. Las quiebras de pequeñas y medianas empresas aumentan a ritmo alarmante. La deuda externa bruta, de 307 mil millones de euros, supera a la de Brasil y casi duplica el PIB.

La palabra flexiseguridad se puso de moda para justificar el despido de trabajadores. El desempleo no cesa de aumentar. Las universidades son transformadas en instrumento de preparación de cuadros para las empresas.

Neutralizar el espíritu de combate de los trabajadores es objetivo permanente de los teóricos del mercado. El gobierno trata de robotizar las nuevas generaciones a través de la difusión masiva de la modalidad estadounidense de la macworld cultura.

El panorama es de pesadilla, pero Sócrates, cuando se presenta ante el Parlamento (de mayoría absoluta socialista), asume la postura de cónsul romano en vísperas de celebración de su triunfo. Tal como ocurría en la época del fascismo, el gobierno invierte la realidad. Del país más retrasado de Europa Occidental exhibe la imagen mítica de una sociedad desarrollada, tranquila, rumbo a un futuro magnífico.

No se le puede negar una capacidad de destrucción sin precedentes en la derecha portuguesa desde el 25 de Abril. No es un político culto, ni un estratega como hombre de estado. Carece de una formación ideológica sólida, más el gran capital identifica en su persona el hombre indicado para la ejecución de una estrategia neoliberal de devastación.

Sus colaboradores más íntimos, desde la ministra de Educación, pasando por los ministros de Agricultura, de Relaciones Exteriores y Salud cultivan una oratoria cada vez más semejante a la de los epígonos de Oliveira Salazar.

La derecha químicamente pura no puede alabar la estrategia socrática . Pero, simulando criticarla, no consigue ocultar su alegre aceptación de la obra destructora del primer ministro.

En lo que hace al Partido Socialista, encaramado en el Poder, cumple con devoción el papel de sostén de la política de su secretario-general. La dirección adhirió masivamente al neoliberalismo, y se enorgullece de administrar mejor el capitalismo que la derecha tradicional. En el partido hay «históricos» como Mário Soares, que expresan una tímida inquietud ante la obra del líder. Sin embargo la reflexión de esos señores se inserta en un juego . Su papel es crear la ilusión de que el Partido Socialista no se transformó totalmente en un partido neoliberal aliado del imperialismo.

La dictadura de la burguesía de fachada democrática –pues ese es el régimen que nos oprime– tendría dificultades si la prensa, la televisión y la radio cumpliesen con un mínimo de dignidad su función social. Pero no lo hacen. El espectáculo ofrecido por la comunicación social portuguesa es decepcionante. No hay un periódico de referencia, un canal de televisión, una radio con audiencia nacional que no se encuentre al servicio del Poder. Admito que los media son más sumisos al poder político y económico que los que conocí en los años 50 al iniciarme en el periodismo en el auge del fascismo.

Por la omisión, por la mentira, por por la manipulación y reivención de la historia, por su perversidad, el sistema mediático portugués es hoy una poderosa arma al servicio del proyecto de sociedad deshumanizada que la clase dominante intenta imponer.

LECCIONES DE LA JORNADA DEL 18 OCTUBRE

El 18 de Octubre más de 200.000 portugueses –en la estimación de la policía- se concentraron en el Parque de las Naciones, en Lisboa, para condenar la política de Sócrates y el llamado Tratado Europeo. La manifestación coincidió con la Cumbre de Lisboa, convocada para que los jefes de gobierno de los 27 países de la Unión Europea firmasen el Tratado.

El BASTA! del pueblo portugués, que anuncia luchas próximas en muchos países del Continente, expresó también el descontentamiento profundo de decenas de millones de trabajadores europeos y su condena del neoliberalismo consagrado en el Tratado. Porque este Tratado confiere legitimidad jurídica a nivel comunitario a las estrategias que amplían la desigualdad social.

Para evitar situaciones como la creada por el NO francés de 2005, han retirado del Tratado lo que le imprimía la solemnidad y la fuerza de texto constitucional. Ahora será ratificado sin grandes dificultades por la mayoría de los Parlamentos europeos, lo que evitará referendos incómodos. Mas las alteraciones hechas, muchas cosméticas, no ocultan lo obvio: este Tratado institucionaliza el capitalismo como ideología oficial de la UE.

En los bastidores todo fue discutido y preparado para que esta Cumbre exhibiera la fachada de un acontecimiento histórico continental, democrático y progresista. La farsa no engañó a los sectores más combativos del mundo del trabajo. La gran manifestación de protesta lo prueba.

El pueblo portugués empieza a comprender que este gobierno Sócrates lo está empujando hacia el abismo. La toma de conciencia es, entretanto, lenta y no incluye gran parte del mundo rural y amplias capas de la pequeña burguesía urbana.

El triunfalismo de José Sócrates no oculta un temor real. El primer ministro seguramente captó el significado del clamor popular. El presidente de la República habrá comprendido, finalmente, que se hundirá en el inevitable naufragio de la política socrática si no se aleja de ella.

Esta manifestación repitió otras anteriores, superándolas en participación, por la conciencia que los trabajadores tienen de la gravedad de la crisis, y sobretodo por la percepción de que las grandes protestas populares solamente terminan en una confrontación frontal con el Poder cuando se insertan en una estrategia cuya victoria puede culminar en un cambio de régime. En la sociedad portuguesa están creadas condiciones objetivas para inviabilizar la permanencia del actual gobierno. Faltan las subjetivas.

No hay que olvidar que algunas de las revoluciones que han cambiado el rumbo de la Historia empezaron con manifestaciones de protesta que, al repetirse y orientarse hacia un choque permanente con el Poder, minando su base social de apoyo, le impidieron continuar imponiendo su voluntad discrecional.

Los trabajadores y la CGTP cumplieron ejemplarmente su deber en la jornada del 18. Mientras la burguesía insiste en que se acabó la lucha de clases, la clase obrera portuguesa le ofreció un desmentido categórico en Lisboa.

En Portugal existe un fuerte partido marxista-leninista, el PCP, con un programa que apunta al socialismo como objetivo. Es ese otro factor positivo, porque sin vanguardia revolucionaria organizada la clase dominante no sera derrotada por acciones espontaneistas, por mucha participación que tengan.

Estamos lejos, muy lejos, de una dualidad de poderes. Mas los de arriba no van a poder por mucho tiempo gobernar como quieren. El gobierno de esta dictadura de la burguesía, con máscara democrática, insiste en ejecutar en la dialéctica del proceso una política en que están presentes ya matices neofascistas.

El pueblo portugués -repito- empieza a crear condiciones para asumirse como sujeto, como ocurrió en grandes momentos de su historia, y frenar la escalada reaccionaria, derrotando el monstruoso proyecto en desarrollo.

Serpa, 22 de Octubre de 2007
www.odiario.info

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal