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Cuba :: 12/05/2005

Posada Carriles, los Cinco Héroes cubanos y la crisis del antiterrorismo norteamericano

Percy Francisco Alvarado Godoy
Tal vez el resultado más nefasto para Estados Unidos es que la resistencia iraquí, en vez de haber sido aislada, goza hoy del más amplio apoyo popular y ha pasado a convertirse, de hecho, en una guerra de liberación nacional

Para nadie resulta una sorpresa el hecho que las tácticas antiterroristas desarrolladas por Estados Unidos en el mundo de hoy, se encuentran en una profunda crisis y sus resultados son cada vez más desastrosos para la administración norteamericana. Los intentos, proclamados por George W. Bush de destruir el terrorismo en "cualquier oscuro rincón" del mundo, promulgados con bombo y platillo, se han convertido en fútiles intentos cuya incapacidad es criticada por todos.

Varias son las causas de los estrepitosos fracasos del Cuarto Reich por detener al terrorismo. Las más importantes se encuentran en la propia esencia del viciado enfoque esgrimido por ellos para combatir este flagelo actual, y en los compromisos que han establecido históricamente con grupos terroristas en otros tiempos, a los que han creado o empleado como instrumentos de su política desestabilizadora y hegemonista en el planeta. Esos mismos grupos terroristas, los frankensteins de EE UU, se han vuelto contra sus inventores.

Estas son, a grandes rasgos, algunas de las causas del fracaso norteamericano en su lucha contra el terrorismo:

1) No se puede combatir el terrorismo con terrorismo.

Conocido es que Estados Unidos, después del repudiable ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, utilizó este hecho como justificación para llevar a cabo la más criminal cruzada contra otras naciones menos desarrolladas. Empleando diversos y dudosos argumentos, muchos de los cuales han sido posteriormente desenmascarados, lanzaron sus ejércitos contra Afganistán e Irak. Al terrorismo de grupos fanáticos, respondieron con un terrorismo a gran escala, no menos fanático y repudiable, el cual ha cobrado miles de víctimas entre la población civil de esas naciones.

Sólo en la guerra contra el pueblo iraquí, los Estados Unidos han gastado la asombrosa cifra de $168, 905, 222,371 dólares hasta el día de hoy, a las 7.06 a.m. Esta multimillonaria cifra ha sido invertida a costa del propio pueblo norteamericano y ha resultado incapaz para frenar la creciente lucha de los iraquíes contra los invasores.

Tal vez el resultado más nefasto para Estados Unidos es que la resistencia iraquí, en vez de haber sido aislada, goza hoy del más amplio apoyo popular y ha pasado a convertirse, de hecho, en una guerra de liberación nacional. Ese ha sido, pues, el costo norteamericano por haber usado el terror contra el terror.

2) No existe un doble rasero para juzgar al terrorismo.

Los Estados Unidos, como ya hemos señalado, se ha caracterizado por fomentar el terrorismo para desestabilizar a gobiernos democráticos y progresistas en todo el mundo. Latinoamérica ha sufrido esta política contra la Guatemala de 1944 a 1954 y, mucho después, contra la Nicaragua sandinista. Cuba, por su parte, ha sido un ejemplo más evidente y permanente de esta política. Venezuela parece convertirse hoy en otro caso más.

Durante más de cuatro décadas, desde los EE UU se han realizado casi 600 actos terroristas, sin contar los casi 700 planes de atentado contra Fidel y otros dirigentes cubanos. Los terroristas anticubanos radicados en Miami han recibido asilo, protección, entrenamiento, financiamiento y apoyo durante todo este tiempo por las administraciones yanquis, y su condición de criminales ha sido transfigurada, por obra y gracia de los Estados Unidos, siendo ofensivamente vendidos al mundo como "luchadores por la libertad’.

Este repugnante hecho, consistente en apadrinar a los causantes de más de 3 000 víctimas mortales y más de 2 000 heridos en Cuba, cobra hoy notoriedad cuando la administración Bush pretende dar asilo al architerrorista Luís Posada Carriles, responsable de la muerte de 73 inocentes durante la voladura de un avión comercial cubano en pleno vuelo en octubre de 1976. Cuenta en su haber, además, con otros repugnantes crímenes. Tanto Posada, como sus socios liberados recientemente por cuestionable voluntad de la ex presidenta panameña Mireya Moscoso, han recibido refugio en Estados Unidos a pesar de su probada condición como terroristas.

La opinión pública norteamericana ha comenzado a cuestionar el doble rasero de la concepción antiterrorista norteamericana. No hay terroristas buenos, ni terroristas malos. Sólo hay un tipo de terrorismo y éste no debe ser santificado ni perdonado. Hacer tal cosa es un ultraje contra las víctimas de esos criminales.

Tal vez lo más detestable de esta política norteamericana lo representa el hecho de que, mientras se albergan en su territorio a decenas de criminales confesos, se encierran en sus cárceles a luchadores contra el terrorismo, como es el caso de los Cinco Héroes cubanos. Víctimas de un juicio amañado, se les condenó a elevadas y exageradas penas por el único delito de defender a su Patria del terror.

Hoy por hoy, Antonio, Fernando, René, Gerardo y Ramón representan como nadie a la prueba de la inconsecuencia del antiterrorismo de los Estados Unidos. Mientras estén presos, no podrá creerse en la honestidad de la lucha norteamericana contra el terrorismo.

3) No se puede hiperbolizar el uso de la tecnología en la obtención de información sobre las células terroristas, a la par que no hay logros sobresalientes a partir de la actuación individual y separada de las agencias encargadas de desarrollar esta lucha.

El fracaso principal de las campañas antiterroristas de Estados Unidos en Afganistán e Irak durante los últimos tiempos ha estado dado, principalmente, por la incapacidad de penetrar las células de Al Qaeda y de otros grupos terroristas. Esta incapacidad quedó puesta de manifiesto cuando, aún empleando los más sofisticados adelantos tecnológicos, los Estados Unidos no han podido capturar a Osama Bin Laden y a otros dirigentes talibanes desde su ataque a Afganistán a fines del 2001.

En los últimos meses, las agencias antiterroristas norteamericanas se han lanzado a la búsqueda del líder de la resistencia iraquí Abu Musab al-Zarqawi, quien escapó en las propias narices de los ocupantes yanquis en varias oportunidades, tal como lo hizo en el reciente febrero, durante un aparatoso operativo para procurar su captura, en la ciudad de Ramadi.

Los fracasos de los operativos dirigidos contra Al Qaeda demuestran, sin lugar a dudas, las profundas brechas existentes en las agencias de inteligencia norteamericanas y de otros países, dedicadas a enfrentar el terrorismo, fundamentalmente a causa de su incapacidad para compartir información entre sí y por la hiperbolización del papel de la tecnología en ese empeño, desechando el papel del factor humano, es decir, de la aventura, en ese empeño. Tal falta de coordinación y de excesiva compartimentación de las informaciones de las fuentes, fundamentalmente impersonales y dudosas, han dado al traste con la eficacia de la lucha antiterrorista desplegada por Bush en el mundo actual.

4) No se puede descartar el empleo del factor humano en la lucha contra el terrorismo.

El exagerado paquete presupuestario que representa La Ley de Asignaciones del Departamento de Seguridad del Territorio Nacional (DHS) para el 2005, firmada el pasado 18 de octubre de 2004, contempló un aporte de 28.900 millones de dólares en gastos netos discrecionales, lo cual representó un aumento de 1.800 millones de dólares (6,6 %) en relación a 2004 y un aumento de 14.900 millones de dólares (106 %) en relación con los niveles de 2001.

Tan abultada cifra incluye, por supuesto, el cacareado Proyecto del Escudo Biológico, así como la seguridad de los puertos marítimos, la seguridad ferroviaria y de carreteras; la ayuda a los departamentos de bomberos; los programas de ayuda estatales y locales, incluyendo la Iniciativa de Seguridad de Zonas Urbanas (UASI), el cual contempla el estado de alerta a diversas zonas urbanas en base al nivel de las amenazas. Otros destinatarios del presupuesto son el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CPB) y la Oficina de Ejecución de las Leyes de Inmigración y Aduanas (ICE).

Dentro del presupuesto antiterrorista para el 2005, se incluyen, igualmente, la Iniciativa de Seguridad de Contenedores para la inspección previa de los contenedores de carga en 26 puertos marítimos; el programa Tecnología Indicadora de Situación de Visitantes e Inmigrantes a Estados Unidos, conocido como U.S.-VISIT; un sistema automatizado de ingresos y salidas; la Administración de Seguridad del Transporte (TSA) y que incluye costos de seguridad para la aviación; el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos; la Dirección de Respuesta y Preparativos de Emergencia; el Fondo de Alivio a Desastres; la Dirección de Análisis Informativo y Protección de Infraestructura; la Dirección de Ciencia y Tecnología, con el propósito de desarrollar tecnologías para contrarrestar la amenaza de las armas químicas, biológicas, nucleares y radiológicas, y de los explosivos de alta potencia; y, por último, el establecimiento de contramedidas innovadoras para proteger a los aviones comerciales de los sistemas portátiles de defensa aérea.

Tanto este presupuesto, así como los de otras agencias dedicadas a enfrentar la amenaza terrorista, no incluye seriamente el tema de la selección y preparación de agentura plenamente capacitada, moral e ideológicamente, para infiltrar células terroristas. El problema en sí, no es un problema de recursos, por cuanto EE UU dispone de amplios presupuestos, como lo hemos visto en este trabajo. El problema sustancial es la incapacidad de las agencias norteamericanas de encontrar personas ideológicamente motivadas para realizar esta importante tarea. La propia mentalidad capitalista de los gobernantes yanquis no les permite comprender que el enfrentamiento a las células terroristas es, primero que todo, una batalla de ideas, y sólo hombres con ideas y convicciones sólidas pueden desarrollar el trabajo de terreno en este tipo de enfrentamiento. Tal vez en esto estriba la diferencia entre el espía tradicional y el agente cubano, así como la sustancial diferencia entre el trabajo antiterrorista de los cubanos y los norteamericanos.

Baste entender el papel y la sólida ideología de luchadores antiterroristas cubanos, como es el caso de los Cinco Héroes, para intuir el decisivo papel del factor humano en la lucha contra el terrorismo. Si Estados Unidos dispusiera de algunos hombres como ellos, con su entrega, calidad, fortaleza de convicciones y valentía, otros resultados podría obtener, de seguro, en esta batalla contra el terrorismo.

Mientras Estados Unidos, tal como hemos analizado, mantenga un doble rasero en su lucha contra el terrorismo y emplee las mismas armas y métodos que sus enemigos, jamás podrá vencer en ese empeño. Si no cambia, estará traicionando a las víctimas del terrorismo y esa verdad se convertirá, a la larga o a la corta, en una condena para sus dirigentes de hoy.

11 de mayo de 2005.
Fuente: Revista Tricontinental

 

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