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Medio Oriente, Pensamiento :: 22/12/2016

Quién es Fetullah Gülen y qué pretende

Antonio Torres
No es absurda en absoluto la hipótesis de que la CIA pueda estar utilizando la red de Gülen para desplazar del poder a un aliado que se ha vuelto díscolo

Tras el asesinato el pasado día 19 de diciembre del embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, por el policía Mevlüt Mert Altintas, surge la lógica pregunta de quién o quiénes pueden estar detrás y por qué. Parece obvio que la intención ha sido enturbiar las relaciones entre Rusia y Turquía, especialmente, en lo que al conflicto sirio se refiere. El asesinato tuvo lugar en vísperas del encuentro a tres entre Turquía, Rusia e Irán que tenía por fin extender la tregua que ha facilitado la evacuación de Alepo al resto del país. Ni que decir tiene que existen poderosos intereses posicionados en contra del fin del conflicto en Siria, un final que a todas luces no supondría ya el desalojo de la presidencia de la República Árabe Siria, Bashar Al Asad, ni del Partido del Renacimiento Árabe Socialista BAAS.

Al día siguiente del asesinato, las páginas webs de diversos medios de comunicación rusos en castellano apuntaban nacionalistas turcos, Qatar, o Arabia Saudí, en este último caso señalando la figura del viceheredero Bin Salman; sin embargo, va cobrando cada vez más fuerza la hipótesis de la implicación de la organización denominada por el Estado tuco como FETÖ, Organización Terrorista Fetullah Gülen, sobre todo después de las declaraciones del ministro de asuntos exteriores turco, Mevlut Cavusoglu. Hay que decir que no ha habido reivindicación alguna del asesinato, y que más allá de las consignas lanzadas por el autor en venganza por Alepo y de las referencias al Jabhat Fateh Al Sham, el antiguamente conocido como Frente Al Nusra –vinculado a Al Qaeda- poco más tenemos; por otro lado, también es necesario señalar que la denominación FETÖ es una denominación acuñada por el Estado turco, es decir, no existe una organización que se denomine como tal ni una militancia organizada que se reconozca en esas siglas y que admita su pertenencia a la misma.

Con las siglas FETÖ, el Estado turco designa a toda la extensa red de instituciones privadas, desde escuelas a hospitales, hasta la red de funcionarios públicos, desde militares y policías a profesores o jueces, seguidores del teólogo turco exiliado, o más bien auto exiliado, en los EEUU desde 1999, Fetullah Gülen.

Pero, ¿quién es Fetullah Gülen? Nacido en 1941 o 1938, hay discrepancias al repecto, Gülen es, como hemos señalado, un teólogo musulmán suní, fundador de la cofradía Hizmet (“ El servicio”) o también llamada Cemaat (“La comunidad”), aunque valdría también considerar Hizmet como un movimiento religioso sociopolítico. Se suele vincular a Gülen con el sufismo, aunque el sufismo, el misiticismo suní, es algo tan amplio que el término se ha convertido en un auténtico cajón de sastre, sin embargo, si es más correcto considerar a Gülen como un islamista social y político, cuyas posiciones podemos asemejar, aun cayendo en imprecisiones y en paralelismos un tanto estereotipados pero que nos sirven de alguna manera para aclararnos, al Opus Dei católico o incluso a la democracia cristiana europea o, como no, al fenómeno de los Hermanos Musulmanes. Entre las referencias de Gülen encontramos a todo un elenco de conocidos místicos sufíes como el teólogo kurdo del XIX Bediuzzaman Said Nursi, el persa Mavlana del siglo XIII, o el andalusí Ibn Arabi.

En los años 70 del siglo pasado, Fetullah Gülen empezó a crear su imperio económico, especialmente su red de escuelas, en una Turquía convulsa que se debatía entre un nacionalismo kemalista laico y la izquierda revolucionaria de inspiración marxista-leninista y sus diferentes expresiones armadas. Apelando a un islam “moderado” y a las familias de la pequeña y media burguesía urbana, de la red de escuelas Gülen pasó a hospitales, fundaciones hasta conglomerados empresariales como el Naksan Holding, bancos como Bank Asya, constructoras, o importantes medios de comunicación como Samanyoulu TV o el diario Zaman, que sufrió un asalto de la policía turca el pasado mes de marzo. Con razón, Fetullah Gülen ha sido acusado en numerosas ocasiones de mantener un auténtico “Estado paralelo”.

El imperio de Gülen no se reduce solo a Turquía, con su mensaje de “armonía” entre las diferentes religiones, especialmente entre las religiones monoteístas del Libro, y con su poderío económico detrás, Gülen ha ganado adeptos entre musulmanes de todo el mundo; su red se extiende por más de 180 países. Concretamente, en el Estado español, los intereses de Gülen están representados por la Casa Turca, la Asociación Hispano Turca o Arco Forum, uno de sus más prominentes representantes es el tayiko doctorando en la Complutense madrileña Temirjon Temirzoda Naziri (Hablan los seguidores de Gülen en España: "Erdogan es un maestro del islam emocional" http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-07-18/turquia-gulen-espana-golpe-de-estado_1234513/). También se tiene constancia de la influencia de Gülen en América Latina, especialmente en Argentina (“La red global del presunto golpista turco llega hasta la Argentina” http://www.perfil.com/elobservador/la-red-global-del-presunto-golpista-turco-llega-hasta-la-argentina-0035.phtml).

Fetullah Gülen es fundamental y un personaje decisivo en la fundación del Adalet ve Kalkınma Partisi, esto es, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP, en el 2001, el partido del actual presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Sin el gülenismo y su penetración social, económica, o en las diferentes instituciones del Estado, las sucesivas victorias del AKP habrían sido inconcebibles. El Hizmet de Gülen fue implacable, por ejemplo, denunciando en el ejército a militares de inclinaciones nacionalistas kemalistas laicas, eran momentos en que Erdogan y Gülen coincidían plenamente en eliminar toda la influencia pública del nacionalismo kemalista.

Pero, ¿qué hizo distanciarse a Gülen y a Erdogan? Al contrario de lo que podría parecer repasando la prensa de los grandes medios de comunicación, los motivos no están tan claros; estos medios coinciden en contar que en el 2013, Erdogan acusó a Gülen de estar detrás de la filtración de diversos casos de corrupción que le afectaban directamente a él y a miembros de su ejecutivo. Igualmente, Erdogan acusaría a Gülen de estar detrás de las protestas de Taksim y el parque Gezi, y como no, de estar detrás del golpe de Estado de julio de este año 2016. Sin embargo, este relato nos parece más las consecuencias que las causas de una ruptura.

En principio, Gülen y Erdogan coinciden en su visión del islam, en un conservadurismo religioso y en una visión económica y social neoliberal, pero sin poder entrar en más detalles concretos, sí podemos lanzar las hipótesis de una ruptura derivada o bien por cotas de poder insatisfechas, por la desconfianza de Erdogan hacia el “Estado paralelo” de Gülen, o por los posibles recelos que la retórica neo otomanista de Erdogan (la reconstrucción de la “Gran Turquía”) pudiera haber despertado no solo en Gülen sino también en la administración del presidente en funciones de los EEUU, Barack Obama, sobre todo, después del giro hacia Rusia e Irán dado por Erdogan a mediados de este año, a pesar de mantener su apoyo a diferentes grupos armados enfrentados al gobierno de la República Árabe Siria. Para el periodista argentino de origen armenio y autor de una biografía sobre Gülen (“Fethullah Gülen. La enigmática red política turca llega a Argentina”), Pablo Kendikián, la ruptura entre Erdogan y Gülen empezó a fraguarse en 2010, tras el incidente con Israel a cuenta de la llamada flotilla a Gaza, aunque lo enmarca en un choque de poderes.

¿Qué pretende Fetullah Gülen? Parece claro que desplazar del poder a Erdogan, aunque Gülen, evidentemente, lo haya negado en repetidas ocasiones, especialmente después del golpe de Estado de julio. Pero no se trata solamente de que lo pretenda Gülen en Turquía, sino que los intereses de Gülen pueden coincidir con los de la administración Obama en funciones. En un artículo de Joachim Hagopian para Globalresearch del pasado 20 de julio se aseguraba: “Desde hace mucho tiempo Gülen ha venido jugando un papel central en la política exterior estadounidense, con miras a transformar a todos los vecinos de Rusia y China en sus enemigos, una manera de aislar y debilitar a dos potencias que pueden amenazar el status hegemónico de la superpotencia EE.UU” (“Who is Behind Turkey’s Failed Coup? Erdogan Inside Job, US-Gulen Op., or Joint US-Turkey False Flag?” http://www.globalresearch.ca/who-is-behind-turkeys-failed-coup-erdogan-inside-job-us-gulen-op-or-joint-us-turkey-false-flag/5536675). Para el ya citado Pablo Kendikián, Gülen cuenta con el total respaldo de la CIA (“Quién es Fethullah Gülen, el acusado de estar detrás del golpe militar en Turquía” http://www.prensaarmenia.com.ar/2016/07/quien-es-fethullah-gulen-el-acusado-de.html).

No es absurda en absoluto la hipótesis de que la CIA pueda estar utilizando la red de Gülen para desplazar del poder a un aliado que se ha vuelto díscolo, cambiante y de poco fiar como Erdogan, capaz, como ha demostrado, de cambiar de bando si así le conviene con tal de mantenerse en el poder. Sin embargo, surgen dudas al respecto, ya que tanto el golpe de Estado de julio –una auténtica chapuza- como el reciente asesinato del embajador ruso no se han caracterizado ni por su inteligencia –consiguiendo un efecto contrario: el reforzamiento de las relaciones entre Rusia y Turquía- ni, en el caso del golpe de julio, por una puesta en escena propia de una red tan extensa y tan infiltrada en la sociedad civil y en el Estado como se le supone al Hizmet de Gülen.

Son muchas las incógnitas que se abren con la próxima toma de posesión de Donald Trump como presidente de los EEUU respecto a Oriente Medio y a las relaciones con Rusia o China. Aunque tanto las declaraciones de Trump en campaña como el nombramiento como secretario de Estado del presidente de Exxon Mobil, Rex Tillerson, apuntan a un entendimiento con Rusia que pudiera afectar a una resolución del conflicto en Siria, desconocemos si esas intenciones se van a materializar realmente, tal y como ha señalado recientemente el sociólogo James Petras, Trump probablemente, no tardé en romper sus promesas y desdecirse, como ya ha hecho respecto a otros asuntos (“Promesas rotas: El legado estructural de las democracias capitalistas” http://www.lahaine.org/mundo.php/promesas-rotas-el-legado-estructural), o en el hipotético caso de querer materializarlas, no sabemos si el llamado “Estado profundo” norteamericano (el Deep State o el State within the State) se lo permitirán.

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