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Argentina :: 17/08/2023

Razones de lo inesperado

Daniel Campione
El ultraderechista Javier Milei calificó de “atrocidad” a la noción de que donde hay una necesidad nace un derecho y de “máxima aberración” a toda referencia a la justicia social

Un estremecimiento sacudió a buena parte de la sociedad argentina. La ultraderecha más explícita capturó casi un tercio de los votos en la elección primaria obligatoria del 13 de agosto.

Javier Milei, el candidato que salió mejor posicionado en las internas del domingo manifestó en su discurso de celebración del triunfo la voluntad de terminar con las conquistas sociales de nuestro pueblo y aventar cualquier expectativa de una sociedad más solidaria y equitativa.

Nos referimos a que calificó de “atrocidad” a la noción de que donde hay una necesidad nace un derecho y de “máxima aberración” a toda referencia a la justicia social.

Esas afirmaciones lo ponen al desnudo una vez más. Es un apóstol de la “libertad de mercado” que descalifica de cuajo la perspectiva de ponerle la más mínima limitación a las “recompensas” y “castigos” que administraría el libérrimo juego de la oferta y la demanda y el imperio absoluto de la llamada libertad de empresa.

A lo largo de su alocución el candidato no se privó de nada. Ni siquiera de dedicar la victoria a sus perros. Y tampoco de azuzar al coro de adherentes que cantaba “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, apropiándose de una consigna que cuando surgió hace más de dos décadas tenía un fuerte tinte de cuestionamiento por izquierda a la dirigencia de la época. Pareciera una mueca trágica.

Para comprender lo “inexplicable”

Con esta votación de Milei por arriba del 30% queda de manifiesto que no le hizo mella la ostensible quita de apoyo en las últimas semanas por parte de los grandes medios de comunicación y también de sectores del poder económico.

Es que el dirigente de La Libertad Avanza logró una conexión con una parte de la ciudadanía que se engarza directamente con su persona. Sus partidarios no prestaron mucha atención a quien apoya o deja de apoyar al economista. Ni tampoco a los pequeños escándalos que se suscitaron en torno a la venta de candidaturas o a las donaciones de dudosa legalidad.

¿Por qué se produce esa conexión? En muchxs de sus votantes es sobre todo porque Milei es quien aparece con mayor contundencia en el repudio a la política tradicional. Logra trasmitirles que es un hombre nuevo, venido de fuera del sistema, que de llegar al gobierno proporcionará a la sociedad argentina los cambios radicales que necesita.

Las dos fuerzas políticas hasta ahora mayoritarias han gobernado en los últimos períodos y el resultado ha sido un enorme fracaso. La pobreza es cada vez mayor, la desigualdad se profundiza cada día. Las condiciones de vida empeoran en todos los aspectos, no sólo en los económicos.

El hombre de los ojos celestes expande la creencia de que es portador de una innovación profunda y de la ruptura con todo lo anterior. Una parte importante de los votantes lo respaldan, sin reparar en el sesgo reaccionario de todas sus propuestas.

En otra parte de la ciudadanía, en una proporción no desdeñable, hay un acuerdo más explícito con su prédica a favor del individualismo acérrimo. Y sostiene la creencia de que el gran enemigo de los varones y mujeres de a pie son el Estado interventor, los impuestos “excesivos”, hasta la existencia misma del derecho laboral. Confían en que la propuesta ultraliberal les proporcionará las condiciones para luchar por su prosperidad personal, así sea en medio de una competencia despiadada con sus pares.

En su construcción “antipolítica” el candidato libertario asimismo induce a la confusión, a plena conciencia. Por ejemplo cuando caracteriza como “socialistas” a dirigentes tan alejados de cualquier atisbo de esa ideología como Horacio Rodríguez Larreta. Busca englobar al grueso de los postulantes presidenciales en una “zurda” que solo él estaría decidido a expulsar del poder quitándole reales o supuestos privilegios.

¿Qué pasó en la vereda de enfrente?

El candidato más votado el domingo ha recibido también importantes “ayudas” por parte de sus adversarios. Unión por la Patria (UP, peronista) concurrió a las urnas con un candidato como Sergio Massa, que sintetiza muchos de los vicios de la “vieja política” a los ojos del electorado.

Juntos por el Cambio (JxC, derecha) se enfrascó en una interminable interna plagada de hostilidad, que contribuyó a expandir la sensación de que a sus líderes poco les importan los problemas de lxs ciudadanxs de a pie. Y compartió con el libertario la propuesta “promercado” y de “orden” a como dé lugar, sin el mismo poder de convicción.

Muchos de los comportamientos del “bicoalicionismo” encajaron al milímetro con su descalificación como “casta política” de la cual hay que librar al país

El kirchnerismo falló a la hora de presentarse como alternativa. Su lideresa careció de una propuesta diferente a las políticas de ajuste que avanzaron con intensidad creciente. Apoyó al ministro de economía ajustador, después candidato presidencial, por carecer de un proyecto que fuera en otro sentido.

Y a la hora de las candidaturas generó el mensaje inentendible de que por temor a que la proscribieran inhabilitando su postulación, no iba a presentarse para ningún cargo. La capitulación antes de librar el combate.

La abdicación se completó unos meses después con la tironeada candidatura de Sergio Massa, más cercano a algunas posiciones de la derecha que al llamado “kirchnerismo puro”. Quedó como magro consuelo la entrada al ruedo de Juan Grabois, que logró una votación aceptable con un discurso de raigambre popular, pero sin ninguna consecuencia práctica, al menos no inmediata.

No faltaron los aspirantes de UP que inventaron la “genialidad” de polarizar con Milei para hacerlo crecer y disminuir así el caudal electoral de JxC, al que se suponía más importante. Está visto hoy que Massa, el discípulo de Alberto Benegas Lynch [economista de derecha] tenía potencial para alzarse con la sortija y dejar atrás a las dos coaliciones que se le oponen. Y el peronismo cosechó el peor resultado de su historia, en torno al 27%, y quedó tercero, aunque por poco margen, otro hecho inédito en su trayectoria.

JxC, como ya dijimos, fue en parte víctima de su propia interna. Uno de sus precandidatos nunca logró superar su imagen de tecnócrata gris, más apto para reuniones con ejecutivos de grandes empresas que para hacer una campaña electoral eficaz. Patricia Bullrich por su parte, jugó a acercarse cada vez más a la ultraderecha, mientras criticaba por irresoluto y “tibio” a su contrincante interno.

Por lo visto muchos votantes prefirieron a las sobreactuaciones de “Pato” Bullrich el mensaje más disruptivo de Milei, quien además no sufría el lastre de haber integrado la gestión fallida de Mauricio Macri.

La izquierda en su pelea interna

En cuanto a la izquierda del Frente de Izquierda de los Trabajadores-Unidad (FIT-U, trotskista), no llegó al 3%. Es un guarismo comparable, un poco menor, al que obtuvo en los últimos comicios presidenciales, los de 2019. Está claro que no capitalizó casi nada del sufragio de los ciudadanos desencantados. Muchos de los votos que pudieron ir hacia el FIT-U forman hoy parte del más de 30% de abstención. O del voto en blanco, minoritario pero no insignificante.

Más allá de los esfuerzos proselitistas dirigidos al conjunto de la sociedad, puede haber pesado mucho que destinaran buena parte de sus empeños a dirimir candidaturas en su propia interna. En una disputa cuyo sentido casi nadie percibía, quedaron de espaldas al escenario, sin dar respuestas a la ira acumulada de una mayoría social que vive cada vez peor.

No lograron constituirse en interlocutores del descontento. Ni hacer resonar propuestas radicalmente innovadoras, de ruptura con la continuidad y profundización de la desigualdad y la injusticia que constituye el contenido de la menguada democracia de nuestro país.

Por su parte quedaron en la irrelevancia los diversos núcleos que sustentan perspectivas transformadoras sin estar integrados a la alianza de izquierda. Siguen en la dramática condición de que la gran mayoría de la sociedad ni siquiera sabe de su existencia.

Toman parte en las luchas sociales, promueven ciertos debates atractivos, pero no logran concitar adhesiones fuertes y perdurables, que entre otros ámbitos puedan materializarse en la competencia electoral. Fuera de minorías ultrapolitizadas carecen de visibilidad.

***

Las circunstancias exigen un amplio ejercicio de la reflexión y la autocrítica por parte de todxs los que no se resignan a la mera administración de lo existente. Debería estimular a ello la dolorosa evidencia de que la búsqueda de cambios drásticos y el cuestionamiento fuerte del statu quo han sido canalizados en buena parte por el otro extremo del arco político.

Ni las piruetas para justificar el apoyo al mal menor ni la soberbia sectaria de “dueños de la verdad” tienen asidero frente a este mazazo que resultó más fuerte y radical de cuanto podía preverse.

Se necesita buscar nuevos caminos. Salir a disputar a amplios sectores de la sociedad cuyo empobrecimiento y desamparo los hace aferrarse a “soluciones” absurdas que se les ofrecen desde los medios o las redes sociales.

Es preciso arrojar bien lejos cualquier propensión al desaliento paralizante. Al contrario se necesitará mucho esfuerzo militante y mucho pensamiento dotado de audacia para que el cono de sombra que nos amenaza no se convierta en una noche de larga duración.

tramas.ar

 

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