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Mundo, EE.UU., México :: 26/08/2019

Refugiados, capitalismo e ideología

Maciek Wisniewski
Las masas de los más desfavorecidos (emigrantes) se vuelven hoy la más preciada mercancía en el mundo

Refugiados, migrantes, desplazados, inmigrantes ilegales, “sin papeles”, ¿aliens? ¿Cómo llamar a las masas de centroamericanos, mexicanos y gente de otras nacionalidades desesperados para cruzar el río Bravo/Amarillo? Qué tal simplemente seres humanos. Si bien Hannah Arendt en su clásico ensayo sobre el tema (We refugees, 1944) al final prefería la palabra migrante –su condición de por sí era muy particular− al final estas masas −el proletariado nómada (A. Badiou dixit)− sí están buscando refugio: de las guerras, de la violencia del narco coludido con el Estado, de la violencia estructural de un sistema económico altamente desregulado arriba y –dialécticamente− sobrerregulado abajo, que busca apretarles la tuerca.

2. Sintomático que Trump en su recrudecimiento de las políticas migratorias –la crueldad es el objetivo: más muertes en la frontera, más campos de concentración para los migrantes/refugiados− emplee las herramientas sistémicas para imponer sus objetivos. La buena conducta de México fue impuesta con un chantaje respecto a los aranceles; la de Guatemala con lo mismo respecto a un impuesto extra a las remesas (bit.ly/2ZfJdjk).

3. Anthony Loewenstein en Disaster Capitalism: making a killing out of catastrophe (Verso 2015) estudiando las consecuencias de las dos crisis interconectadas −financiera y migratoria− disecciona los mecanismos del capitalismo del desastre (N. Klein dixit) demostrando cómo las masas de los más desfavorecidos se vuelven hoy la más preciada mercancía en el mundo. Emerge la imagen de un sistema que “incapaz de sostenerse ‘vendiendo sueños’, se alimenta de las pesadillas”, extrayendo las ganancias del “manejo de catástrofes, las guerras y en el encarcelamiento o procesamiento de los refugiados/migrantes en busca de asilo. Mediante los interconectados circuitos de la gran minería y la seguridad privada militarizada −una vez expulsada la población, recluida luego en centros de detención a miles de kilómetros de su origen−, el blanco son sus recursos: se lucran de la miseria de otros.

4. La violenta guerra en contra de migrantes/refugiados −a lo largo del mundo hay más de 2 mil campos de concentración para ellos y más de 70 muros fronterizos− es una gran oportunidad de negocios (véase: Loewenstein). En EEUU toda una serie de incentivos para compañías privadas que manejan centros de detención o están encargadas de control y vigilancia, no sólo corren por los robustos circuitos oficiales del megasistema carcelario estadunidense, sino también alimentan el negocio multimillonario de grupos delictivos encargados del tráfico de personas.

5. Si ayer en la era del capitalismo sólido (Z. Bauman dixit) los campos a menudo se establecían en antiguas fábricas –Dachau, el primer campo de concentración nazi, fue establecido en una antigua fábrica de municiones− hoy en la era líquida del capitalismo tardío, donde el consumo es la gran palanca de acumulación, este papel lo retoman los centros comerciales (bit.ly/2NlY1Xi): en Brownswille, Texas un ex Walmart fue acondicionado como campo para menores migrantes (así no extraña tampoco que recientemente un supremacista blanco escogiese otro Walmart –en El Paso, Texas− como un lugar de martirio para los mexicanos que invaden su país).

6. La edificación de un sistema global de control de fronteras para controlar, vigilar, arrestar y detener a las masas desposeídas que están en movimiento a lo largo del planeta –un sistema en que EEUU es el centro (véase: Todd Miller, Empire of borders. The expansión of US border around the world, Verso 2019)− viene de la necesidad de proteger a los de arriba: la rica y privilegiada élite trasnacional. Los robber barons [barones del robo] neoliberales para los que no existen fronteras y cuyos intereses −el extractivismo, etcétera− desplazaron a muchos en contra de los que hoy se edifican muros y para los que hoy se erigen campos.

7. EEUU es hoy el centro de la guerra contra los migrantes, y a la vez el centro de la resistencia, pero –como bien apunta William I. Robinson− ésta debe ir más allá de la indignación moral y tomar en cuenta las fuerzas estructurales detrás del problema: a) dada la crisis capitalista y la movilización fascista que la acompaña, la defensa de los migrantes y refugiados es crucial en la lucha contra el fascismo del siglo XXI; b) dado que la división entre ciudadanos e inmigrantes −racialización, militarización de fronteras, etc.− es el nuevo eje de la desigualdad y la super-explotación, la defensa de los migrantes y refugiados es crucial para la lucha de la clase trabajadora en su conjunto; c) dado que los migrantes/refugiados son productos de la falla del capitalismo global, ponerlos en el centro expone las raíces de la crisis en curso; d) defender a los migrantes y refugiados es defender los intereses de la mayoría de la humanidad; e) dado que la acumulación militarizada o por represión es hoy la principal herramienta del sistema para salir de la crisis de sobre acumulación, y que la guerra securocrática es una importante fuente de ganancias (centros de detención, vallas, diferentes servicios, etc.) la defensa de los migrantes y refugiados es crucial en la lucha contra la perversa economía política global.

@MaciekWizz

 

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