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Cuba :: 01/03/2013

Salim Lamrani: el bloqueo y los demonios

La Jiribilla
Entrevista con Salim Lamrani, jurado de Ensayo histórico-social, sobre las relaciones entre Cuba y EE.UU., a las que dedicó su tesis doctoral

¿De qué otro tema se podría hablar con él? Obviamente, de cualquiera. Pero en buena medida, Salim Lamrani, ensayista y periodista francés, profesor de la Sorbona e “hijo intelectual” de Noam Chomsky es la definición certera de una de sus obsesiones: las relaciones entre Cuba y EE.UU., a las que dedicó su tesis doctoral.

Ninguna de sus conclusiones es nueva, porque se trata de una ilegalidad harto demostrada durante más de 50 años, pero tienen también la contundencia de una demostración más: otros acreditados intelectuales del mundo recorren esa lógica de pensamiento, esa en la que el bloqueo económico y comercial no tiene ningún sentido legal o humano.

Llamado, por primera vez, para “formar parte de la prestigiosa familia a la que pertenecieron figuras como Alejo Carpentier y Nicolás Guillén” o, lo que para él es lo mismo esta vez, integrar el jurado del premio Casa de las Américas en la categoría Ensayo Histórico-Social, Salim se enfrentó a 43 trabajos “con muy buena calidad”. La integración continental, las relaciones internacionales o la confrontación entre Norte y Sur, además de la propuesta de alternativas viables, formaron, según el intelectual europeo, la esencia de las obras.

Pasa el tiempo, y pasa…

“Cuba es un país que suscita mucha solidaridad en todo el mundo, no solo porque es víctima de un estado de sitio económico anacrónico, que se remonta a la guerra fría; cruel, porque afecta a los sectores más débiles de la sociedad, ineficaz, porque no ha logrado su objetivo inicial que es poner término al proceso revolucionario, etc., sino porque este país ha logrado construir un proyecto de sociedad alternativa y ha logrado emanciparse de la tutela del norte.

“Se trata de la posibilidad de construir una sociedad alternativa en la que el ser humano se ubique en el centro del proyecto. Y eso es un ejemplo para todos, fundamentalmente para la nueva América Latina que queremos construir; es un modelo de desarrollo social para el resto del Tercer mundo. No lo digo yo, lo dice el Banco Mundial, las Naciones Unidas, y las más prestigiosas instituciones internacionales, las cuales reconocen el alto nivel de desarrollo humano alcanzado por la Isla.

“En estos momentos, después de tantos años, creo que todas las luces están verdes para que Obama cambie de política. No hay ningún obstáculo para que levante las sanciones impuestas a Cuba. Algunas de ellas necesitan un acuerdo del Congreso, pero tampoco es que sea imposible conseguirlo. En primer lugar, la opinión pública norteamericana está en un 73 porciento a favor de la normalización de las relaciones con Cuba, porque no entiende la vigencia de esa política, ¿por qué esa misma población puede viajar a China o Vietnam, pero no puede viajar a un país con el que tiene tantas cosas en común, que se encuentra a 90 millas, y que además nunca ha agredido a EE.UU., nunca estuvo en guerra con ellos?

“Por otra parte, el mundo de los negocios está a favor de esa normalización, sobre todo porque ven a un mercado natural, el más importante del Caribe, repartirse entre los canadienses, españoles, asiáticos y latinoamericanos.

“Una buena parte del Congreso, tanto el Senado como la Cámara de Representantes, están a favor de un cambio de política. Obama puede, al firmar órdenes ejecutivas, levantar una buena parte de las sanciones económicas. Si mañana Obama decide permitir que los norteamericanos viajen a Cuba, se acaba el bloqueo. No hay, en absoluto, ningún obstáculo para normalizar las relaciones entre Cuba y EE.UU.

“Hay que recordar que se trata de una política unilateral, porque algunas voces preconizan concesiones de ambas partes, pero Cuba no impone ninguna sanción a ese país; no impide que sus ciudadanos viajen allí, sobre todo después del pasado 14 de enero; no ocupa una parte de su territorio; no promueve la subversión interna ni impulsa un cambio de régimen allí. Con respecto a este tema, hay algunas señales positivas, como son el nombramiento del nuevo Secretario de Estado, John Kerry, que es un crítico de las actuales relaciones de Cuba y EE.UU., y el Secretario de Defensa, Leon Panetta, que también es un crítico de su política exterior. Obama ya ni siquiera tiene ninguna presión electoral, dado que este es su último mandato.

“La retórica diplomática para justificar el mantenimiento del bloqueo ha variado con las épocas. En los años 60 se trataba del proceso de expropiación y nacionalización, entonces EE.UU. pedía compensación; luego, cambió el argumento: no se podía levantar el bloqueo por la alianza de Cuba con la Unión Soviética; después volvió a cambiar: no se podían normalizar las relaciones con la Isla porque estaba ayudando a los movimientos revolucionarios en América Latina y África; después del desmoronamiento de la Unión Soviética empezó la retórica de los derechos humanos: no se puede levantar el bloqueo porque no hay democracia, ni libertad, ni derechos humanos. Pero en todo caso, ¿de qué modo la aplicación de sanciones que afectan a las categorías más vulnerables de la sociedad puede mejorar la situación de los derechos humanos que ellos alegan?

“No hay ningún argumento válido para mantener el estado de sitio. Sobre todo porque la inmensa mayoría de la comunidad internacional, 186 países por más de 20 años consecutivos, votaron por el levantamiento del bloqueo. El único país del continente que no tiene relaciones con Cuba es EE.UU, es decir, que se encuentra aislado en su política. Su principal aliado, que es Israel, sostiene relaciones comerciales con Cuba.

“Cuba, que tiene un capital humano extraordinario, tiene profesionales más que bien preparados, y está adoptando políticas de apertura muy buenas, tanto para la población cubana como para su imagen a nivel internacional, tiene también grandes retos. Quizá la prensa cubana debería hacer algunos esfuerzos para que su discurso sea audible a la opinión pública occidental. Ese es el reto para este país: adoptar estrategias mediáticas, no solo para la población cubana, sino para alcanzar la opinión pública internacional. Se debería hablar en la prensa cubana, tanto del asedio económico del cual ha sido víctima este país, como de las cosas que no funcionan bien. El mejor disidente que tiene este país es Raúl Castro: eso es lo que tendría que decir la prensa cubana todo el tiempo. Por tanto, si la principal figura del país lo hace, los medios también deberían hacerlo. Es el mejor favor que le pueda hacer un periodista a su país”.

 

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