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Mundo :: 01/02/2006

Schafik Handal - Un revolucionario ejemplar

Miguel Urbano Rodrigues - La Haine
Schafik HandalSchafik -que fuera uno de los principales comandantes de la guerrilla- me contó que en los EEUU, durante las conversaciones para el fin de la guerra, lo llenaron de gentilezas, con altos funcionarios del establishment insinuándose como "amigos" en un proceso de seducción de objetivos evidentes

Fue en San Salvador hace casi diez años que conocí a Schafik Handal. Me encontraba en la capital salvadoreña como observador internacional durante unas elecciones legislativas.

El Frente Farabundo Marti de Liberación Nacional se transformaba en partido político y obtuvo tantos lugares en el Parlamento como ARENA, la organización de derecha que gobernaba el país bajo la tutela de los EEUU.

Leonel González, que era en la época el coordinador del FMLN, marcó una entrevista con Schafik, pero a última hora fue cancelada por un problema de agenda. Apenas intercambiamos media docena de palabras. Al despedirse con un "queda para el próximo encuentro" el hizo una sugerencia: "Estudie un poco la historia de El Salvador si quiere comprender este pueblo".

Recuerdo el pormenor por dos motivos.

1. La entrevista fallida fue sustituida por otra con Facundo Guardado, que se transformaría en el líder de los "renovadores" del FMLN.

2. Mi profesor de Historia no solo de El Salvador, sino de toda la América Central seria, transcurridos dos años, el propio Schafik.

Cuando volví a encontrarlo en La Habana, la camaradería establecida evoluciono para un sentimiento de amistad. El estaba en la capital cubana para tratamiento médico. Ya tenía una operación al corazón y los controles periódicos eran recomendados por los médicos. Como se hospedaba en el Hotelito de 41, del Partido, donde yo entonces residía, aproveché la oportunidad. Comíamos juntos cuando era posible y, después, manteníamos largas conversaciones, noche adentro.

Descubrí que Schafik tenía un conocimiento profundo de la historia de los pueblos de América Central. Contrariamente a lo que ocurriera en el Caribe, donde los criollos actuaron como detonador de la revolución libertadora, la alta clase que descendía de los españoles permaneció en México al lado de la Corona y tuvo un papel decisivo en el aplastamiento de las rebeliones populares lideradas por los curas Hidalgo y Morelos. Después de la Independencia, esa gente identificó un peligro en la unidad de América Central y todo hizo, con éxito, para fragmentarla en pequeñas repúblicas oligárquicas. En el Siglo XIX, héroes centroamericanos, como el revolucionario hondureño Morazán, fueron víctimas de tal política, obviamente incentivada por Inglaterra y por el naciente imperialismo estadounidense.

Historiador sin cátedra, Schafik evoco episodios del tiempo de la guerra que me ayudaron a comprender mejor la epopeya del FMLN y, siempre apoyado en situaciones vividas, esbozo el cuadro social de El Salvador después de los acuerdos del cese al fuego, cuando el Frente, finalizada la lucha armada, pasó a actuar en el cuadro institucional como partido político.

Guardo de esas conversaciones un recuerdo muy fuerte porque cada una de ellas contenía lecciones de estrategia. Yo tenía conciencia de las dificultades que nacen para un movimiento revolucionario cuando sus cuadros salen del monte para las ciudades y son integrados, de repente, en una cotidianidad modelada por la burguesía. En El Salvador hubo ex-comandantes como Joaquín Villalobos que fueron seducidos por la atmósfera que los envolvió. De Oxford, donde le ofrecieron un doctorado, volvió tan contaminado por el sistema que acabo de líder de un partidito por él fundado, pro EEUU y aliado de la derecha.

Schafik -que fuera uno de los principales comandantes de la guerrilla- me contó que hasta en los EEUU, durante las conversaciones para el fin de la guerra, lo llenaron de gentilezas, con altos funcionarios del establishment al insinuarse como "amigos" en un proceso de seducción de objetivos evidentes.

No olvido la impresión desfavorable que en la primera visita a San Salvador me causó el entonces comandante Facundo Guardado. Era entonces un dirigente tan destacado que fue candidato por el FMLN a la presidencia de la República. Su discurso conciliador, tímido, aplaudido en Washington, no ayudó. Pero consiguió llegar al liderazgo del Partido.

Cuando en 2002 volví al país a fin de participar en una conferencia de solidaridad internacional con las fuerzas progresistas de Colombia, estaba en auge la campaña mediática que presentaba a los "renovadores" del FMLN como la alternativa a los revolucionarios marxistas de la vieja guardia, satanizados como "conservadores", incompatibles con la modernidad y con la democracia. Facundo, aún en el FMLN, más ya separado de la dirección, fue transformado por la derecha en un buen revolucionario, el hombre en el cual la izquierda, si fuera lúcida, podría encontrar a su guía y salvador.

En Portugal los autotitulados "renovadores" del Partido Comunista hacían entonces mucho barullo en los media. El lenguaje era muy semejante a pesar de las diferencias abismales entre la sociedad salvadoreña y la portuguesa. Las afinidades me impresionaron tanto que abordé el tema en una entrevista con Schafik publicada en "Avante"

Allá como acá, la campaña "renovadora" no pasó de la gritería.

Facundo es hoy un cadáver político y los portugueses que entonces proclamaban su impaciencia militante para luchar por la "renovación" del marxismo se comportan como anticomunistas y algunos no dudaron en apoyar candidatos a la Presidencia de la República del Partido Socialista, que es un partido con vocación para administrar el capitalismo mejor que la derecha químicamente pura. En América como en Europa, la fiebre renovadora no está más de moda. Sus portavoces perdieron toda credibilidad.

El Partido del FMLN, en tanto, creció en la fidelidad a sus principios. La capital del país y las principales ciudades son gobernadas por cuadros suyos. Schafik fue candidato a la Presidencia en las últimas elecciones y no venció porque los EEUU intervinieron en la campaña, amenazando con suspender las remesas de divisas de los emigrantes salvadoreños si el candidato de la oligarquía local -el hombre de Washington- no era electo. En un país donde ese dinero enviado por los emigrantes es la principal fuente del PIB, la maniobra de chantaje funcionó.

El prestigio de Schafik permaneció intacto. Era el diputado más querido del pueblo de El Salvador y el más combatido y calumniado por las fuerzas de la derecha. Fidel Castro tenia por el una gran admiración y la hizo pública muchas veces en La Habana. Schafik era como revolucionario simultáneamente un hombre de acción y un ideólogo. No olvido ninguno de sus ensayos políticos sobre los grandes problemas de nuestro tiempo, ni las intervenciones que le escuché en conferencias internacionales. Me ayudó a comprender mejor a América Latina.

Descendiente de palestinos, semejaba por el perfil, a pesar de la barba, un romano antiguo. No sonreía con mucha frecuencia, pero tenia un sentido del humor que desmontaba a los adversarios. Más de una vez, en conversaciones, lamentó no conocer bien Portugal. Estuvo casi por concretar esas aspiración, el año pasado por ocasión del Encuentro "Civilización o Barbarie", en Serpa, más el proyecto no cuajó.

Le escribí entonces que tenía la esperanza de reencontrarlo, finalmente, en esta ciudad alentejana. La invitación era permanente. No vino. La muerte abatió al combatiente internacionalista de manera fulminante al regresar de Bolivia donde fue a representar al FMLN en la toma de posesión de Evo Morales.

De Schafik Handal se puede decir que luchó y vivió como un revolucionario ejemplar.

Traducción: Pável Blanco Cabrera
El original portugues de este articulo se encuentra en www.resistir.info

 

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