Segunda fase del ‘cebo y anzuelo’: charlando en Moscú
Los enviados de Trump llegan con propuestas falsas y solicitudes de concesiones inaceptables -siempre las mismas- que Putin -siempre cortés y sonriente- rechaza
[Foto: Putin recibe en el Kremlin al enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y a su yerno, Jared Kushner.]
Los estadounidenses lo intentan de nuevo con Witkoff y Kushner, dos personajes astutos sin credenciales oficiales, enviados por Trump con propuestas falsas y solicitudes de concesiones inaceptables -siempre las mismas- que Putin -siempre cortés y sonriente- rechaza oponiendo con firmeza las posiciones no negociables de Rusia. Que, por cierto, está ganando por goleada en el campo [de batalla].
El amigo del presidente Trump, Steve Witkoff, junto con el yerno de Trump, Jared Kushner (?), se reunieron con el presidente Putin el 2 de diciembre en el Kremlin de Moscú.
Por parte rusa, participaron en la reunión el asistente presidencial Yuri Ushakov y el director del Fondo Ruso de Inversión Directa Kirill Dmitriev. Se trataba de la sexta reunión entre Witkoff y Putin en 2025 y la primera participación presencial de Kushner en estas conversaciones.
Al parecer, el tema principal del orden del día era una 'actualización' de los 'puntos de debate' de EEUU, que incorporaría nuevas aportaciones (no especificadas) de ucranianos y europeos.
A pesar de la reformulación, los puntos de debate reflejan un programa estadounidense que, en esencia, se ha mantenido prácticamente sin cambios con respecto a los anteriores puntos de debate de Witkoff.
Por ejemplo, se centra de nuevo en un alto el fuego (en lugar de en un acuerdo político más amplio, como exige Rusia); en el reconocimiento de facto de las fronteras (en lugar del reconocimiento de jure de las cuatro oblast' ahora incorporadas constitucionalmente a Rusia).
Al parecer, también se han debatido algunas posibles concesiones ucranianas en la región de Donbás, así como garantías de seguridad para Ucrania que se coordinarían con los aliados europeos; y, por último, "restricciones" a la capacidad militar de Ucrania (ridículamente 'limitadas' a 600 000 hombres, en lugar de la cifra aproximada de Estambul de 2022 de entre 50 000 y 60 000).
Putin habría aceptado que algunos elementos de la propuesta podrían merecer un debate más profundo, pero reiteró las posiciones no negociables de Rusia.
En resumen, parece que, como afirmó Marco Rubio,
[EEUU sigue] comprobando si los rusos están 'interesados en la paz'. Serán sus acciones, no sus palabras, sus acciones, las que determinen si van en serio o no, y nosotros [el equipo de Trump] tenemos la intención de averiguarlo lo antes posible...
De hecho, Witkoff fue enviado a Moscú "para poner a prueba una vez más" (tras otro episodio de escalada estadounidense, con cuatro misiles de largo alcance ATACM lanzados "en profundidad en Rusia" y la imposición de nuevas sanciones al petróleo) si Putin estaba ahora dispuesto a alcanzar un 'acuerdo' que Trump pudiera presentar como un "éxito estadounidense".
La "zanahoria" de EEUU es la oferta de una relajación gradual de las sanciones (a discreción de EEUU). El "palo" lo representan los misiles lanzados (y derribados) en lo más profundo de Rusia y las sanciones adicionales impuestas a las compañías petroleras rusas.
Estas últimas estaban claramente pensadas como un "recordatorio" de lo que podría pasar si Putin no llegara a un "acuerdo".
Se trata del mismo 'acuerdo' que ya se había propuesto a Rusia anteriormente. Y ahí radica el problema: sencillamente, Putin no quiere un 'acuerdo'. Lo que insiste en conseguir es un tratado jurídicamente vinculante, como ha afirmado en repetidas ocasiones.
Putin subrayó de manera contundente esta petición mediante la ausencia de Lavrov en la reunión de Witkoff.
Fue una clara señal por parte de Rusia de que aún no se han sentado las bases para unas negociaciones concretas. El objetivo de Putin era explicar, con cortesía y firmeza, cuáles son las posiciones fundamentales de Rusia con respecto a la resolución de la guerra en Ucrania.
Estas posiciones no han cambiado con respecto a las esbozadas por Putin el 14 de junio de 2024 en su discurso ante el personal del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.
Sin embargo, Putin envió su mensaje a la Casa Blanca.
El jueves pasado, hablando con periodistas en Bishkek, Kirguistán, Putin explicó cómo deberían y deben gestionarse las negociaciones con EEUU. Afirmó que el ministro de Asuntos Exteriores Lavrov es responsable de gestionar los contactos y las negociaciones sobre las posibles condiciones para poner fin a la guerra en Ucrania, y que se basa en los informes de Lavrov sobre estas conversaciones, evitando al mismo tiempo discutir públicamente propuestas específicas.
Aquí estamos. Putin intuye el inminente 'cambio' en EEUU y no quiere saber nada al respecto.
Está indicando que el proceso de negociación debe llevarse a cabo únicamente a través de canales profesionales, en un formato legal y con personal cualificado, que conduzca a un tratado, en lugar de a un 'acuerdo'.
Putin renuncia así explícitamente a un 'acuerdo'. Witkoff y Kushner estaban decididos a obtener concesiones de Rusia: pedían un alto el fuego temporal (en lugar de un acuerdo vinculante), suavizado por un alivio gradual de las sanciones, es decir, como 'recompensas periódicas' por el buen comportamiento de Rusia (un poco como se entrena a los monos en un laboratorio para que pulsen el botón de la comida).
¿Por qué EEUU se empeña tanto en un alto el fuego en lugar de un marco de seguridad global que incluya una nueva arquitectura de seguridad para Europa del Este?
La respuesta es que Trump quiere una 'victoria', un resultado que pueda presentarse al público estadounidense como otra guerra "detenida por Trump" (según él, sería la octava), y al mismo tiempo venderlo a las potencias de la OTAN como una simple pausa en un conflicto que se reanudará tras un respiro, cuando los europeos ('garantes de la seguridad') hayan reconstruido el ejército ucraniano.
Representaría 'una victoria' para los 'halcones', porque se podría 'narrar' que la reanudación del conflicto militar minaría la economía rusa e incluso podría concluir con la destitución de Putin.
Un deseo piadoso, sin duda. Pero muchas narrativas occidentales son ilusorias, más que realistas.
En resumen, el objetivo general de los "puntos de discusión" estadounidenses, opacos y ambiguos, es acorralar a Putin y apartarlo de sus principios fundamentales, como su insistencia en eliminar las causas profundas del conflicto, y no solo los síntomas.
No hay ninguna mención, ni en este ni en los borradores anteriores, al reconocimiento de las causas profundas (la expansión de la OTAN y las instalaciones de misiles), más allá de la vaga promesa de un "diálogo [que] se llevará a cabo entre Rusia y la OTAN, con la mediación de EEUU, para resolver todas las cuestiones de seguridad y crear las condiciones para una distensión, garantizando así la seguridad global y aumentando las oportunidades de cooperación y desarrollo económico futuro".
El "perro que significativamente no ladraba por la noche" de Sherlock Holmes consiste en la extraña ausencia de Rubio, que es el secretario de Estado oficial y el hombre que, en circunstancias normales, negociaría un tratado legal y vinculante.
En su lugar, tenemos al amigo neoyorquino de Trump, dedicado al sector inmobiliario, y a su yerno. Ninguno de los dos es miembro formal de la administración estadounidense, ni ha sido designado por los órganos oficiales del Estado estadounidense para negociar en nombre de los EEUU.
Por lo tanto, si EEUU decidiera reanudar la guerra contra Rusia, ¿se podría decir, al igual que con el compromiso de "ni un centímetro más al este"(como tras la reunificación de Alemania), que "ese compromiso de no ir más allá de un centímetro" estaba quizás escrito en un papel?
¿Witkoff y Kushner? "Solo eran amigos de Trump que charlaban durante una visita a Moscú".
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