Socialismo o neodesarrollismo


El debate gira en torno al comienzo y no a la construcción plena del socialismo. En la región existen recursos para iniciar este giro y el dilema inmediato es quién usufructuará la bonanza actual.
La tesis pro-desarrollista elude discutir la conveniencia de un empresariado latinoamericano. Subvalora, además, las dificultades para erigirlo y los obstáculos para superar el carácter periférico del capitalismo regional. Esta visión omite los costos sociales de semejante modelo y sobredimensiona las desavenencias entre banqueros e industriales.
Este enfoque por etapas debilita la lucha de los oprimidos, desdibuja el proyecto popular y reduce las disyuntivas políticas actuales a una oposición entre centro-izquierda y centro-derecha. Esta polarización obstruye los reclamos sociales y tiende a neutralizar el antiimperialismo de los gobiernos nacionalistas.
Los dos planteos en pugna se expresan en Venezuela en iniciativas de radicalización o congelamiento del proceso bolivariano. Esta misma divergencia induce en Bolivia al uso de la nueva renta petrolera para mejoras populares o para subsidios al capital. El resultado de esta puja a escala regional favorecerá la renovación del socialismo o la restauración del capitalismo en Cuba.
La definición de alianzas y prioridades políticas constituye el principal problema de la izquierda. Los distintos planteos en debate se nutren de raíces locales y foráneas, pero recogen tradiciones opuestas de subordinación o resistencia a las clases dominantes latinoamericanas.
La ausencia de planteos socialistas es más perniciosa que los errores de diagnóstico sobre el capitalismo contemporáneo. El socialismo es un concepto tan manoseado e irreemplazable como la democracia. Renovar su contenido es el desafío de la época.