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Mundo :: 10/04/2018

Sudáfrica: El legado de Winnie Madikizela (1936-2018)

Marelise van der Merwe
Winnie Mandela, una luchadora infatigable contra el apartheid, que no se dio vuelta después del triunfo de los negros, murió el pasado 2 de abril a la edad de 81

“Los años de prisión me endurecieron”, dijo Winnie Madikizela de sí misma. “Tal vez si se me hubiera dado un momento para aguantar y esperar al siguiente golpe, mis emociones no serían tan romas. Cuando sucede todos los días de tu vida, cuando el dolor se convierte en una forma de vida, ya no se puede sentir miedo. Ya no hay nada que temer. No hay nada que el gobierno no me haya hecho. No hay ningún tipo de dolor que no haya conocido”.

Es quizás esta idea la que mejor explica sus complejidades. Alternativamente venerada y vilipendiada, se convirtió en un icono de la lucha contra el apartheid que era a veces - quizás eufemísticamente - tan conocido como mal entendido. Sin duda, se discutió lo que ella representaba; sin embargo, nunca perdió su lugar en el altar de los iconos de la lucha.

Nació Nomzamo Winifred Zanyiwe Madikizela en el pueblo de Mbongweni, Bizana, en el Transkei (hoy parte del Cabo Oriental). La cuarta de ocho hijos, Winnie era hija de dos profesores. Su primer duelo fue sólo con nueve años, cuando su madre, Gertrudis, murió. Después de la muerte de Gertrudis, enviaron a los hermanos a vivir con diferentes parientes, la primero de las muchas pérdidas y separaciones en la vida de Winnie.

La educación era lo más importante en la familia Madikizela. Estudiante brillante, Winnie fue alumna de la Escuela Jan Hofmeyr de Asistencia Social en Johannesburgo, y fue la primera trabajadora social profesional negra en Sudáfrica. Así fue como conoció por primera vez a su compañera de habitación en un hostal, Adelaida Tsukudu, que trabajaba como enfermera en el Hospital Baragwanath.

El prometido de Adelaida, Oliver Tambo, le presentó a un joven abogado y miembro del Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela, que estaba acusado con más de otros 100 militantes en lo que posteriormente se convertiría en los infames juicios por traición.

John Carlin escribe en The Independent, “Nelson, dicen, se quedó como si le hubiera caído un rayo la primera vez que la vio. Él tenía casi cuarenta años, ella 20. El estaba casado con Eveline, una mujer dulce y suave ... que pasó la segunda mitad de su vida al frente de una tienda de comestibles en el pequeño y remoto pueblo de Comfimvaba, en Transkei, y nunca volvió a casarse. Nelson y Eveline tenían tres hijos. Habían estado casados más de diez años, cuando conoció a Winnie. Eveline no tenía ninguna posibilidad. En cuestión de meses, Nelson se divorció y se casó con Winnie”.

Carlin describe su propia reacción ante la carismática Winnie, a quien encontró en 1990, justo antes de la liberación de Mandela. “Winnie es una montaña de mujer”, escribe, “alta, más sólida que gorda, con hombros formidables. Tiene la edad suficiente para ser mi madre. Sin embargo, durante los 40 minutos que pasé a solas con ella fui absolutamente seducido, sin poder hacer nada. Era real y coqueta a la vez. Ojos grandes y brillantes y la mirada fija en la mía, ronroneó sugestivamente sobre el inminente reencuentro con su marido. Se sentía como una joven novia de nuevo, me dijo.”

¿Era una heroína de la lucha que soportó un sufrimiento indecible mientras su marido estaba encarcelado y ella mantenía la lucha contra el apartheid, siendo sometida a tortura y confinamiento solitario durante un año y medio, o era una monstrua, fría y corrupta? En el post-apartheid sudafricano [cuando los antiguos luchadores del ANC se estaban convirtiendo al neoliberalismo, y enriqueciéndose] , se produjeron nuevas controversias: En 2001, fue acusada y en 2003 declarada culpable de múltiples cargos de fraude bancario y robo.

Su relación con Nelson Mandela se convirtió también en un enigma. En 1992, la pareja se separó, tras la noticia de que Winnie había sido infiel. En 1996, se consumó su divorcio. Públicamente, Mandela reveló poco. Mientras tanto, Winnie dejó su puesto en el gobierno en 1995 y fue reelegida presidenta de la Liga de Mujeres del Congreso Nacional Africano en 1997 [con amplia mayoría de votos].

Cuando murió Mandela a la edad de 95 años, Winnie y su viuda, Graça Machel, lloraron una al lado de la otra. Ambas mujeres fueron honradas como apoyos importante en la configuración del legado de Mandela.

“Las dos mujeres ocuparon lugares muy diferentes en los 95 años de vida de Mandela”, aclara el Wall Street Journal. “Winnie Mandela era miembro del Congreso Nacional Africano cuando Mandela llegó al poder. Mientras su marido estaba en prisión 27 años, luchó en el exterior contra el régimen del apartheid blanco. Y soportó sus propias detenciones, palizas y acoso”.

Una mujer avanzada políticamente

Es poco probable que la relación de Nelson y Winnie se rompiera por razones puramente personales, había indicios de su diferencia de puntos de vista políticos después de 1990. “Mandela nos defraudó”, dijo Winnie de las negociaciones para poner fin al apartheid. “Llegó a un acuerdo nefasto para los negros. Económicamente, estamos todavía fuera. La economía es en gran medida 'blanca'. Cuenta con algunas fichas negras, pero muchos de los que dieron su vida en la lucha han muerto sin recompensa. No le puedo perdonar que fuera a recibir el [Premio de la Paz en 1993] Nobel con su carcelero [FW] De Klerk. De la mano. ¿Cree que De Klerk lo liberó por bondadoso? No tuvo más remedio. Los tiempos le obligaron, el mundo había cambiado, y nuestra lucha no fue flor de un día, fue sangrienta para decir lo suave y hemos dado ríos de sangre. He intentado mantenerla viva con todos los medios que disponía”.

Para los [muchos, sobre todo los pobres] desilusionados con la Sudáfrica post-apartheid, voces como la de Winnie fueron cruciales. Si Nelson fue un icono de la contención, Winnie encarna lo que se había dejado sin decir. "No lo siento. Nunca lo sentiré. Haría todo lo que hice de nuevo si tuviera que hacerlo. Todo”, dijo, añadiendo:“Ahí esta la farsa de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Él [Mandela] nunca debería haber aceptado. ¿De qué sirve la verdad? ¿En que ayuda a nadie saber dónde y cómo sus seres queridos murieron o están enterrados? Que el obispo Tutu, que lo convirtió todo en un circo religioso, viniese aquí”. En cierto modo, se adelantó al discurso de los Economic Freedom Fighters de Malema [partido político de izquierda de Sudáfrica fundado en 2013 por antiguos miembros del Congreso Nacional Africano desengañados con el rumbo neoliberal que tomó el ANC.].

Nada de esto, sin embargo, se podía adivinar en su correspondencia anterior. En 1989, en la última tarjeta de Navidad de Mandela a Winnie, le escribía que la quería y la diferencia que suponía en su vida tenerla. En octubre de 1970, después de haber sufrido su confinamiento, ella le escribió un doloroso recordatorio de los problemas que implicaba su situación: “En cierto modo, durante los últimos dos años me sentí muy cerca de ti. Fue la primera vez que estuvimos juntos en entornos similares durante ese periodo de tiempo. Comiendo lo que estabas comiendo y durmiendo en lo que estabas durmiendo me dio esa satisfacción psicológica de estar contigo”. No era su primera detención, pero fue la más larga.

Él, a su vez, le había escrito: “He tenido que esperar dos semanas antes de poder enviarte mis más cálidas felicitaciones por tus 491 días de cárcel, y salir de ellos como la chica animada que eres, y de muy buen humor. Para ti y tus infatigables amigos: ¡bienvenido de nuevo! Si hubiera estado en casa cuando regresaste hubiera robado una cabra blanca de un hombre rico, la hubiera degollado, y te hubiera dado ivanya ne ntloya  (las partes más tiernas) a comer. Sólo de esta manera puede un mendigo como yo agasajar y honrar a sus héroes”.

Es difícil imaginar la pesadilla que la pareja - y de hecho la familia - debió sufrir durante estos años. Winnie escribió en Parte de mi alma se fue con él: “Las primeras semanas y meses después de que Nelson se hubiera ido, fueron un absoluta infierno. La soledad, la soledad, es peor que el miedo - la enfermedad más dolorosa y miserable que el cuerpo y la mente pueden sufrir” También escribió sobre sus experiencias en la cárcel en 491 Días, Presa Número 1323-1369, contando el peaje psicológico que supuso para ella y sus hijas. Si algunas madres mantienen las maletas hechas cuando están embarazadas, por ejemplo, en caso de romper aguas, Winnie en aquellos días mantuvo una bolsa preparada en caso de que la policía viniese a arrestarla. El 12 de mayo de 1969, alrededor de las 2, lo hicieron. Ella cogió la bolsa y tuvo que irse. Sus hijos, Zindzi (8) y Zeni (10 años), se aferraban a sus piernas llorando para que no se la llevaran.

Winnie escribió acerca de las condiciones en la cárcel, “Estás aprisionada en esta pequeña celda. Al estirar las manos tocas las paredes. Te reducen a un don nadie, un no-valor. Eres como una muerta viviente ... te ves privada de todo. De tu dignidad, de todo”. Winnie enfermó mientras estaba en la cárcel y quiso quitarse la vida, aunque finalmente no lo hizo. “Decidí que iba a suicidarme, pero que lo haría gradualmente, de modo que pareciera que había muerto de causas naturales, para ahorrarle a Nelson y a las niñas el dolor de saber que me había matado”, escribió en abril de 1970. “Creo que no habría mejor método para enfocar la atención mundial en el terror de la Ley contra el terrorismo que esto”. El régimen de aislamiento, dijo, estaba diseñado para convertirte en un “cuerpo sin alma”.

Durante el encarcelamiento de su marido, Winnie soportó múltiples detenciones, interrogatorios y órdenes de alejamiento. Fue acusada en virtud de la Ley de Terrorismo, la Ley de Supresión del Comunismo y la Ley de Organizaciones Prohibidas. En una ocasión, Winnie y un grupo de activistas fueron acusados de 540 delitos. Más tarde sufrió una orden de alejamiento de cinco años y puesta bajo arresto domiciliario. En 13 años, solo vivió menos de un año sin una orden de alejamiento.

La escritora Carolyn Luna resume el legado de Winnie: “Sus seguidores hoy todavía ... entienden que la lucha por la libertad en sociedades opresivas saca lo mejor ... de la condición humana”. Winnie misma lo dijo con un poco más de ironía: “Soy el producto de las masas de mi país y el producto de mi enemigo”. Tal vez nunca hubo palabras más ciertas.

Daily Maverick. Traducción para Sinpermiso: Enrique García. Extractado por La Haine

 

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