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Argentina :: 25/01/2024

Un paro no es una quimera

Matías Gianfelice
La CGT salió de la siesta y hubo paro. La clase trabajadora desbordó el Congreso y muchos puntos del país (1,5 millones). Milei y su liberalismo sin máscaras agita la lucha de clases

“Necesitaba una marcha así”. Una señora exclama aliviada y angustiada en Av. de Mayo, a metros de la esquina con Santiago del Estero, Buenos Aires. Mientras en la misma esquina una piba habla con el grupo que la acompaña y se pregunta “¿Cómo puede ser que nuestro rival llegó a ser esta 'revolución de virgos'?” Dos preguntas simples, con palabras poco académicas pero que bien pueden sintetizar y darle profundidad al debate de estos días.

Nuestra clase viene sufriendo crisis sobre crisis, de un capitalismo periférico y bastante desorganizado, que se sigue mostrando incapaz de satisfacer las condiciones mínimas del pueblo que lo sostiene. Y en estas crisis sucesivas han fallado todos los gobiernos y todas las dirigencias. La sindical no supo estar a la altura desde el 2018 hasta hoy al mediodía. Es demasiado tiempo como para no entender el avance en la conciencia de personajes nefastos e ideas peores.

Más allá de la discusión casi infantiloide del gobierno queriendo instalar números ridículos de concurrencia, el paro de la CGT (que se hizo al mediodía y sin cortar la totalidad del transporte) fue masivo, contundente, amplio y exitoso. Se vieron banderas, cuerpos de delegados y base militante de un sin fin de sindicatos (algunos que llevan mucho tiempo sin pisar la calle). Incluso en lugares turísticos por excelencia, como Mar del Plata o Bariloche, hubo grandes manifestaciones.

A su vez se vieron muchísimos grupos culturales, agrupaciones de base de trabajadores, espacios de lucha feministas, LGBTQ+, hasta estuvo presente de forma muy colorida un contingente de la agrupación “Boca es Pueblo” apoyando la lucha y gritando contra Milei y las SAD en el deporte.

A todo eso se sumó la presencia de uno de los espacios sociales que más alto mantuvo el conflicto en estos años: el movimiento piquetero. A su lado estaban las diferentes organizaciones y partidos de izquierda, quienes gozan todavía del crédito de haber estado, gobierne quien gobierne, en la calle luchando contra los ajustes y saqueos que este sistema propone.

¿Es todo esto suficiente para frenar el desastre de las políticas de Milei y (el ya fracasado ministro de Economía) Caputo? ¿Sirve de algo asarse al sol de enero en el cemento porteño o rosarino, o neuquino?

La primera de las preguntas no se responde adivinando ni especulando, será la propia disputa política que el pueblo sepa dar la que determinará que pasa con este proyecto ultraliberal (y por ende ultracapitalista) que proponen Milei y (el ya fracasado asesor de Milei) Sturzenegger.

Es verdad que esa disputa no es solamente callejera, incluye otros espacios por abajo: el barrio, los clubes, las escuelas, cualquier lugar de trabajo, las guardias de los hospitales; cualquier lugar donde entre personas de la misma clase social nos encontremos y tratemos de entablar un mínimo de humanidad, de vínculos sociales que no se rijan únicamente por los valores de la oferta y la demanda. Será allí, como podamos, a veces a los ponchazos pero muchas otras con criterios colectivos y conciencia organizada, que deberemos dar pequeñas disputas que hagan ver que otra forma de encarar este mundo es posible.

También para responder esa pregunta, debemos entender que no todo pasa por los espacios propios que habitamos y creamos, sino por un “arriba” institucional, que en este caso se centra en el debate legislativo. El Congreso nacional huele más a runfla mafiosa que a ágora democrático, no tiene nada de popular y las voces que allí se escuchan suelen estar mayoritariamente cantando los mismos temas. El pequeño puñado de legisladores que puedan expresar algo distinto (en la izquierda y en el peronismo) no parecen tener la capacidad de cambiar la suerte popular desde sus bancadas. La segunda pregunta puede suponer respuestas de índole filosóficas o ideológicas, que valen la pena debatir en profundidad, pero que haremos en otro momento.

Decíamos que la marcha fue un éxito y eso se debe no solo al alto acatamiento del paro, sino a que se le puso de forma masiva el cuerpo a una movilización callejera después de mucho tiempo. Y la masividad en muchas provincias e incluso la réplica en capitales del mundo, da muestras de que el argumento de “la casta de millonarios es la que para” (refiriéndose a los líderes sindicales), como dijo la poco presentable canciller Mondino, es falso.

Milei y sus secuaces decidieron que no había lugar para gradualismos y andan a 160km por hora, con los frenos gastados a punto de tomar una curva… Una inflación a los saltos en el macrismo, desbocada en el desastroso gobierno del Frente de Todos y ahora acelerada al mango por Caputo y Milei. Hay precios prohibitivos para el salario de la mayoría trabajadora, para las jubilaciones, para pensionados y personas que reciban algún tipo de asistencia social. La libertad de mercado muestra su cara más honesta: vos podés elegir cada vez más mientras más plata tenés y podés ¿elegir? morirte de hambre si no la tenés.

No está claro, ni nunca es lineal, que el éxito de una medida de lucha callejera se traduce en victoria política en otros ámbitos o niveles. De eso dependerán muchas cosas, entre ellas la capacidad de los sectores populares, de izquierda, progresistas, etc, de no dormirse en los despachos conseguidos, ni encerrarse en los vicios sectarios, sino de redoblar de esfuerzos y creatividad los tiempos que se abrieron, para que la disputa política sea total. Tan total como la derrota que nos quieren imponer.

Para el final no queremos dejar de mencionar, casi con pudor y cierta vergüenza ajena, el triste papel de la triplemente (Alianza, Macrismo y Mileismo) fracasada ministra de seguridad Patricia Bullrich. Hizo nuevamente alarde de la aplicación de un protocolo absurdo que este cronista lleva registrado en su propio cuerpo con las contundentes derrotas del régimen el 20 de diciembre a la tarde, los cacerolazos del 20 de diciembre a la noche, la movilización del 27 de diciembre y este paro masivo del 24 de enero.

A muchos nos hubiesen echado de nuestros trabajos por fracasos, manipulaciones y mentiras más chicas que las acumuladas por Bullrich Luro Pueyrredón; ya que no ostenta ningún grado de veracidad, le sugiero que recite sus tres apellidos, al parecer lo único “meritorio” que le quedó.

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