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Mundo :: 17/05/2025

Vamos por el socialismo

Gilberto López y Rivas
Colussi en su libro escribe que el capitalismo es un sistema sin solución ni salida, ni puede transformarse a uno con rostro humano: el cambio hacia el socialismo es imprescindible

El libro de Marcelo Colussi con el significativo título de 'Vamos por el socialismo' (Clacso, 2024) es una obra necesaria y pertinente para los tiempos actuales, caracterizados por una acumulación capitalista militarizada-delincuencial, por el resurgimiento del fascismo y la prevalencia de EEUU como poder hegemónico del desastre.

El autor no plantea una solución reformista ni posibilista para paliar los antagonismos irreconciliables de clase y mejorar la sociedad existente, sino, como asegurara Carlos Marx, propone construir una nueva sociedad, sin propiedad privada, esto es, socialista.

Así, Colussi remite a la necesidad de volver a hablar de socialismo, lucha de clases, imperialismo y antimperialismo, poder popular, revolución, que parecieron tornarse tabú o demodé, una vez que la Unión Soviética implosionó y China adoptó mecanismos de socialismo de mercado, mientras numerosos partidos y organizaciones comunistas se han desintegrado o trastocado en socialdemócratas.

Colussi piensa que el capitalismo no puede resolver los problemas acuciantes de la sociedad, ya que es un sistema que no tiene solución ni salida, ni puede transformarse a uno con rostro humano, por lo que el cambio hacia el socialismo es imprescindible.

De aquí la trascendencia de este trabajo investigativo de largo aliento, en el que se propone, abiertamente y sin ambages, la necesidad imperiosa de luchar por el socialismo, así como reiterar la vigencia del marxismo, materialismo histórico o socialismo científico, adaptando sus postulados a las nuevas realidades. La conocida disyuntiva planteada por Rosa Luxemburgo de socialismo o barbarie pasa a ser socialismo o fin de la humanidad y de la vida en el planeta.

Se hace un recuento de las experiencias socialistas, iniciando con la de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de la cual se reflexiona que, en general, “no existe la sensación de ‘fracaso’ en el sentido que ‘todo salió mal’, ‘no sirvió para nada’ sino, en todo caso, como ‘decepción’, ‘frustración’. Se lograron muchas cosas, pero menos de lo esperado”. Para el autor, el proceso no se solidificó ni aumentó como proyecto trasformador. Asimismo, “una pesada burocracia, la Nomenklatura, terminó constituyéndose en una nueva clase social, una casta acomodada, y como todo proceso que se institucionaliza, se torna conservador”.

Aun así, fue el Ejército Rojo, un ejército de nuevo tipo, surgido de la primera revolución socialista, el que entró triunfante en la capital de Alemania los primeros días de mayo de 1945. La Unión Soviética constituyó, sin lugar a dudas, el factor decisivo en la derrota del fascismo. Sus fuerzas armadas se enfrentaron a lo largo de la guerra al grueso del aparato militar nazi, y después de las victorias de Moscú, Stalingrado, Kursk y Leningrado, se puede afirmar que los fascistas habían sido estratégicamente derrotados.

El autor estudia también la experiencia de la República Popular China, con su socialismo de mercado, si se quiere, pero socialismo al fin, en la que el Partido Comunista fija férreamente las políticas y controla al milímetro su implementación, y donde la totalidad de la población tiene muy bien asegurados los satisfactores básicos, aunque, nos advierte el autor, el costo está basado en la explotación de los trabajadores y la existencia de un número considerable de propietarios privados supermillonarios, que señala clases sociales diferenciadas.

En el análisis de la experiencia cubana, Colussi recurre a una frase de Fidel Castro en la que declara enfáticamente: En el mundo hay 200 millones de niños de la calle. Ninguno de ellos está en Cuba. Se refiere al atroz bloqueo imperialista que dura ya más seis décadas y que impide al gobierno cubano adquirir tecnologías, materias primas e innumerables productos básicos para la sobrevivencia cotidiana. Pese a ello, y en medio de enormes dificultades y problemas reales, el Estado revolucionario continúa manteniendo el ideario socialista, siendo el único país del sur global que pudo producir sin ayuda vacunas efectivas contra el covid-19, defendiendo su soberanía y enarbolando el socialismo.

Colussi concluye que, aunque hoy en día el capitalismo se ostenta triunfador, hay que seguir construyendo la alternativa socialista, que es la única que puede significar un mejoramiento real para toda la especie humana. Nos convoca a tener esperanza, que no es lo mismo que ilusión. Este libro, nos reitera, es un llamado vehemente y enérgico a no perder las esperanzas, y a actuar con el pesimismo de la razón y con el optimismo del corazón, como pensaba Gramsci.

Esta obra, sin duda, será una valiosa contribución para alentar particularmente a las jóvenes generaciones que, a contracorriente y en un panorama incierto, se incorporan a la lucha contra el capitalismo y por la construcción de una sociedad socialista. (https://acortar.link/8h5XtM)

La Jornada

 

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