Venezuela: Elecciones ejemplares versus terrorismo mediático


Los mentirosos en serie del terrorismo mediático son de lo que no hay. Mientras los plumíferos de Infobae titulan: "Calles desiertas y centros de votación vacíos", sus colegas españoles del diario El Mundo (lo mismo que El País), expertos en tirar dardos venenosos contra todo proceso emancipatorio, hablan de que "La farsa electoral se queda sin pueblo". Ni qué decir de "Los Angeles Times", que insiste casi llorisqueando en que "se siente el desánimo de los venezolanos". Y así la lista de agoreros se agranda hasta el infinito. Ya sabemos que son expertos en ponerse "en cadena" para intentar aniquilar a Cuba, a Venezuela, a Irán o Palestina. En este último caso, llegan incluso a ocultar el mayor de los genocidios del siglo.
Son profesionales de la "cátedra goobeliana" y no abandonan la mala costumbre de tergiversar la realidad.Pero además, yendo directamente a esto que está ocurriendo con Venezuela este domingo, son falaces. Hablan de calles desiertas y pretenden que los más de 300 observadores internacionales bailen con su música, prácticamente los tratan de ciegos, ya que precisamente todos ellos y ellas pudieron ver y sentir lo que son las calles "desiertas", cuando por la mañana recorrieron el popular barrio de Petare, donde miles de personas inundaban con su presencia, a pie o en moto, la zona del mercado popular de alimentos y otros artículos que rodean el Colegio José Félix Ribas.
Un sitio emblemático a cuyas puertas, la multitud esperaba con ansia la entrada a votar del candidato a diputado a la Asamblea Nacional, Pedro Infante, mientras que adentro, mujeres y hombres, con la alegría a flor de piel, no solo votaban sino que comentaban a los visitantes venidos de 53 países, sus pareceres sobre la jornada electoral.
"Estamos defendiendo nuestra democracia", decían, y agregaban: "como ven, todas las falsedades que se dicen en sus países se caen por su propio peso". Un grupo de mujeres vivaban a Chávez "porque él nos enseñó a defendernos de quienes nos maltrataron siempre", y por supuesto había piropos de todo tipo para el presidente Nicolás Maduro, que "es quien continúa la obra del Comandante Eterno", según una anciana de 82 años, que portando un bastón más grande que ella, se levantó de la cama "para cumplir con Nico, que es como mi hijo", refiriéndose al presidente bolivariano.
Minutos después, lo vimos, no nos lo contaron, un estruendo de gritos, redobles de tambores, y un remolino de cámaras y fotógrafos anunciaron la llegada de otra hombre muy querido de la Revolución, el ministro Héctor Rodríguez, que rodeado de gente de pueblo, nos respondió, cuando le pedimos unas palabras para Argentina, con un contundente: "Volverán, tengan confianza porque volverán", y se perdió entre el gentío que lo aplaudía.
Estas mismas escenas se pudieron visualizar en Catia, en el 23 de Enero o en cada uno de los bastiones de ese pueblo humilde que ni está desanimado ni circula por calles vacías, ni deja de comprar artículos de primera necesidad a precios populares, en un tiempo en que, por ejemplo, en Argentina, en Chile, en Paraguay o en Dominicana, por nombrar algunos países, ningún poblador o pobladora puede jactarse de hacerlo con asiduidad. Primero porque los precios son desorbitados, gracias a la inflación impuesta por el FMI, segundo porque los pequeños productores agrarios no aguantan el ahorcamiento permanente que les imponen sus gobiernos.
En cambio, en Venezuela, vengan y vean, el 90% de los alimentos, por decir solo un rubro, se producen a nivel local y están a la mano de la población. De eso, ni de las más de 5 millones y medio de viviendas populares, ni de la educación primaria, secundaria y terciaria para todos y todas, ni de la salud pública eficiente para los de abajo y no solo para los que tienen dinero y concurren a clínicas privadas, de cada una de estas verdades, los medios hegemónicos no dicen ni mu. Son los hacedores del discurso del doble rasero y lo ejecutan con saña.
Pero hay algo más este domingo en que el pueblo salió a elegir diputados y gobernadores. Se trata de una cuestión estratégica que pone al borde del ataque de nervios al imperio y sus alcahuetes locales: por primera vez se votó en la Guayana Esequiba, y los de la prensa canalla no pudieron ignorar las colas de votantes, ni el entusiasmo por sufragar sabiendo que de esta manera se defiende la soberanía plena de un estado que, le guste o no a Trump, a Exxon y al presidente títere de Guayana, fue, es y será parte inseparable de Venezuela bolivariana.
Por eso, y por muchas cosas más que ya no pueden ocultarse, la democracia participativa y revolucionaria venezolana, con más de 30 elecciones en 26 años de gobierno, es un ejemplo a seguir por otros pueblos que aún continúan sufriendo las desgracias del capitalismo feroz y de un fascismo cada vez más perverso.
Bravo Venezuela por seguir concientizando al continente, así como Bolívar, y muchos años después, Hugo Chávez, ayudaron a emanciparlo.
Resumen Latinoamericano