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Asia :: 29/10/2022

Xi Jinping se propone llevar a China a una modernización socialista 2.0

Martin Jacques
Después de terminar con la pobreza absoluta, se ha iniciado un debate sobre cómo reducir la desigualdad. Hay un debate similar en Occidente pero ha tenido poco o ningún efecto

Desde 2012, ha habido una sucesión de ideas y propuestas emanadas desde la dirección del Partido Comunista de China y de su Secretario General Xi Jinping. Ha sido un período muy fértil y estimulante. En un orden cronológico aproximado, ha incluido el sueño chino, la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda, la política económica de doble circulación, un nuevo concepto de relaciones de poder y una comunidad de futuro compartido para toda la humanidad.

Este flujo de nuevas ideas captó la atención no solo del pueblo chino sino de gran parte del mundo. A partir de 2017, la administración Trump construyó con éxito una narrativa contraria que logró robar parte del protagonismo a China. Pero esta campaña no detuvo el flujo de creatividad de Beijing.

El 20º Congreso Nacional del PCCh nos ha brindado una veta aún más rica de nuevas ideas.

Quizás la idea más importante y consecuente es la de la modernización socialista. La modernización ha sido por mucho tiempo un concepto crítico en el desarrollo de China. Sus orígenes se encuentran en el fracaso de China para industrializarse al mismo tiempo que Gran Bretaña (y otros países occidentales, y Japón), lo que dejaría históricamente al gigante asiático varado, vulnerable y sumido en la pobreza.

Como resultado, China se embarcó en la industrialización (o modernización), más de 150 años después que Gran Bretaña. La gran tarea que enfrentó después de 1949 fue “modernizarse”, con “un listón y una plantilla” establecidos por Occidente. Para entonces el modernizarse se había convertido en una objetivo muy distante, el progreso de Occidente había dejado muy atrás a la milenaria China.

En ese transe histórico el pueblo chino no tenía otra alternativa que adoptar el paradigma occidental para su industrialización. Por tanto después de 1978, persiguió sin descanso la modernización, con EEUU actuando como su principal factor de influencia. Sin embargo, en aspectos importantes, el modelo chino iba a ser muy, pero muy distintivo. No podría ser de otra manera por su historia y cultura.

China, como un recién llegado, compitiendo con los países occidentales – que estaban mucho más avanzados – tuvo que inventar cuestiones importantes sobre la marcha. Por mucho que tomara prestado, tenía que inventar su propio camino. La modernización china fue híbrida, en parte occidental y en parte local.

Pero, ahora China se encuentra en una posición absolutamente diferente. Todavía puede ser, en algún sentido, un país en desarrollo, pero grandes áreas de su economía ya están a la par con Silicon Valley. El último congreso estableció el objetivo: China debe alcanzar el mismo nivel de desarrollo que los países europeos para 2035. Eso significará que en “algunas aspectos” China estarán por muy delante que algunos de estos países y, en otros quedará todavía rezagada: China es un "continente" y transformar un continente es un proceso muy desigual.

Pese al camino por recorrer la gran conclusión es que, en las cuestiones importantes, China está ahora a la vanguardia de la modernidad. La modernidad, una criatura de Occidente, ya no pertenece a Occidente.

Tomemos el ejemplo de la prosperidad común. La globalización al estilo occidental ha llevado a una creciente desigualdad en muchos países, y China no es una excepción. El coeficiente de Gini de China es más o menos el mismo que el de EEUU.

Y esto NO puede ser aceptable en un país socialista. Bajo la égida de la prosperidad común, se ha iniciado un debate sobre cómo reducir la desigualdad. Hay un debate similar en Occidente pero ha tenido poco o ningún efecto. De hecho, la desigualdad ha seguido creciendo y se ha convertido en una de los grandes problemas de nuestro tiempo. Si China encuentra una manera de abordar con éxito la desigualdad, de la misma forma de como derrotó la pobreza absoluta, su modernidad más justa e inclusiva tendrá un enorme impacto global.

Quizás sirva como ejemplo el COVID-19. China y Occidente lo abordaron de maneras muy diferentes con resultados muy diferentes. China se basó en las tradiciones confucianas y comunistas de cohesión social. Hizo un uso extensivo de la tecnología digital y de la vacunación, mientras que Occidente se baso exclusivamente en la vacunación. Los resultados de China han sido muy superiores, con muchísimas menos muertes e infecciones.

Un nuevo tipo de modernización china depende de un nuevo tipo de equilibrio. China debe poner mayor énfasis en su propia capacidad intelectual y cultural y volverse menos dependiente de la influencia estadounidenses. ¿Cómo logrará esto? En el discurso de Xi hay un fuerte énfasis sobre la importancia de producir expertos chinos en los campos de la ciencia y la tecnología para promover la modernización del país. Asimismo, destaca la necesidad de una gran expansión del sector universitario chino.

Pero, ¿qué tipo de universidades? Ha habido una fuerte tendencia a imitar a las universidades estadounidenses, a considerarlas como un modelo, pero la modernización al estilo chino requiere diferentes tipos de universidades, de expertos y de formas de pensar. Lo mismo se aplica a las disciplinas académicas. La economía académica en China, por ejemplo, ha estado demasiado influenciada por la economía académica estadounidense.

La modernización china es un enorme desafío intelectual y el nuevo tipo de modernidad requiere nuevas formas de pensar. La modernización 1.0 debe ser reemplazada por una modernización 2.0. La modernización china ( inspirada en el socialismo) seguirá siendo un híbrido, pero el componente chino será mucho mayor.

* Académico senior de la universidad de cambridge.
observatoriocrisis.com

 

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