lahaine.org
Mundo :: 21/01/2010

Yvette vale un dólar

Pedro Miguel
En Haití investigaban una treintena de casos -la punta del iceberg- de violaciones y abuso de menores cometidos por cascos azules de las Naciones Unidas

Artículo de junio de 2007, que reproducimos en La Haine por su actualidad.

Uno los evoca en automático, en cuanto una soldadesca cualquiera empieza a asesinar gente: albaneses en Kosovo, saharauis en su propia tierra, palestinos en Gaza y Cijsordania, cristianos en Darfur... “¡Que manden cascos azules!”, exclamamos, asumiendo que los muchachos bajo el mando de la ONU pondrán a los agresores en su lugar, protegerán a los desvalidos y evitarán nuevas masacres. En alguna ocasión habrá sucedido así, pero lo normal es que las tropas internacionales se sienten a ver la guerra a su alrededor como su fuera una película envolvente. En Bosnia los milicianos serbios perpetraron un par de carnicerías en las narices de los cascos azules y más recientemente, en Líbano, los muchachos de la ONU se sentaron a ver la entrada de las tropas israelíes que destruyeron por enésima vez el País de los Cedros.

Yvette. Foto de Emily Wax

Esa es la parte menos mala. Los conflictos bélicos son el espacio ideal para la impunidad porque en ellos rige de manera literal, en lo individual y en lo colectivo, la ley del más fuerte. Y los chicos de la ONU también están armados hasta los dientes, y sus gobiernos quedan allá lejos, y los civiles inermes están muy a la mano.

Ahora sabemos que los cascos azules violan, asesinan, prostituyen y roban a las poblaciones que debieran proteger. Es el caso de Yvette, una niña congolesa de 14 años que hace dos deambulaba en las calles polvorientas de Bunia y que se resignaba a tener sexo con algunos de los efectivos de los cuerpos de paz (MONUC) destacados en ese pueblo. Le pagaban con una taza de leche, con una lata de coca cola o, en el mejor de los casos, con un dólar. En una situación semejante se encontraban sus amigas Chantal, de 17, y Francine, de 16, quienes fueron entrevistadas por Emily Wax para The Washington Post.

Faela, una madre soltera de 13 años, habló para The Independent, medio que reportó una treintena de niñas en situación similar y que son llamadas kidogo usharatis, que en swahili quiere decir “pequeñas prostitutas”. “No es propiamente violación, pero sí explotación de menores”, dijo Antoine Tambwe, un pediatra local también entrevistado por Wax. Por su parte, la responsable de la misión de la ONU en Bunia, Dominique McAdams, una señora tan despistada que parece la mamá de Paris Hilton, decía a quien quisiera escucharla que si bien sospechaba de la comisión de abusos sexuales por parte de la tropa, ella no había visto ninguna evidencia.

Haití

En otras regiones las cosas han sido peores. A fines del año pasado las autoridades policiales haitianas investigaban una treintena de casos --la punta del iceberg-- de violaciones y abuso de menores cometidos por algunos de los militares y policías que integran la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Los episodios más conocidos fueron el de unos soldados de esa fuerza que, frente al Palacio Presidencial de Puerto Príncipe, persuadieron a dos niñas de 11 y 14 años para que tuvieran sexo con ellos a cambio de dulces, y el de un niño de menos de 14 que fue violado en una base naval de los cascos azules.

Cascos azules y una mujer haitiana. Foto: Daniel Morel

Por añadidura, en noviembre tuvieron lugar en la capital haitiana violentas confrontaciones entre la población local y los efectivos extranjeros por la tendencia de éstos (brasileños, jordanos y filipinos, principalmente) de “abrir fuego en forma indiscriminada” contra los manifestantes. Tal práctica se acentuó luego de que dos uniformados jordanos fueron emboscados y asesinados en una emboscada que les tendieron individuos no identificados en Cité Soleil, uno de los barios más pobres de la paupérrima Puerto Príncipe.

El pasado 15 de febrero Amnistía Internacional reportó las muertes de los albanokosovares Mon Balaj y Arbën Xheladini, ocurridas durante la represión de una marcha por efectivos de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK), los cuales dispararon granadas de gas lacrimógeno, balas de goma y proyectiles de acero recubiertos de plástico, contra unas tres mil personas que rechazaban, sentadas en la calle y en forma pacífica, el plan de la ONU para Kosovo. Algunos de los 80 heridos --varios de ellos se reportaban en condición grave-- recibieron en la espalda el impacto de los proyectiles.

No terminaríamos nunca. Desde que la insustituible Graça Machel elaboró (1996) el informe que lleva su nombre, la ONU se vio obligada a reconocer algunas de las atrocidades cometidas por las tropas que actúan bajo su bandera. Hace unos años Kofi Annan propuso que se actuara con “cero tolerancia” ante los abusos de los cascos azules contra las poblaciones civiles, pero el llamado no ha tenido un impacto significativo. A principios de 2007, ya con Ban Ki-moon al frente de la organización, se divulgó que al menos una veintena de niñas de 12 años o menos habían sido violadas por efectivos multinacionales desplegados en Yuba, en el sur de Sudán.

De enero de 2004 a noviembre de 2006, 319 cascos azules han sido sometidos a investigación se ha repatriado a 144 militares y 17 policías asignados a diferentes misiones y se ha despedido a 18 civiles. El organismo internacional adoptó medidas disciplinarias contra 179 agresores destacados en la República Democrática del Congo (RDC). Pero “los soldados de la ONU tienen inmunidad respecto a las leyes locales y depende de sus gobiernos el que sean castigados con sanciones; la mayoría de las veces simplemente son repatriados y la ONU tiene luego muy poca información de lo que sucede con ellos, en caso de que sus respectivos gobiernos hagan algo”, comentó la BBC. Las sexuales no son las únicas agresiones. En 1993 African Rights publicó un documento titulado Abuses by the United Nation Forces en el que da cuenta de asesinatos, torturas y robos en los que se vieron implicados soldados belgas, canadienses, noruegos e italianos.

Camboya, Angola, Mozambique, Somalia, Bosnia, Kosovo, Timor, Sierra Leona, Croacia, Ruanda, Liberia, Haití, RDC, Sudán: tal vez falten algunos escenarios de esta sobrebarbarie ejercida sobre las personas más desamparadas y agredidas del mundo. Hace unos días leí que Vicente Fox destinó durante su mandato unos 31 millones de dólares de fondos públicos para colaborar en el financiamiento de los cascos azules en otros países. Lo importante era quedar bien con Occidente y presentarse como el gobernante moderno, democrático y humanista que nunca fue. De esa cantidad, diez millones fueron a dar a la MONUC, y otros siete millones, a los destacamentos de la ONU en Sudán. Es posible que algunos de esos dólares salidos de nuestros impuestos hayan servido para pagar la explotación de las kidogo usharatis congolesas o peor aún, hayan hecho parte del salario de los violadores de niñas en Yuba. No hay manera de saberlo y supongo que el propio Fox jamás se lo ha preguntado.

http://navegaciones.blogspot.com

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal