El aislamiento es casi norma cuando se trata de presos vascos

Ikusmira - Gara

Represión carcelaria

De los 288 presos políticos vascos clasificados en primer grado, 130 viven en módulos de aislamiento. Es un alto porcentaje que hace que, una vez que los ciudadanos vascos son juzgados y pasan a cumplir sentencia, la clasificación en primer grado y la aplicación del régimen de aislamiento se acerca más a la norma que a la excepción que debiera ser según lo establecido por la legislación penitenciaria, tanto en el Estado francés como en el español.

Esta medida supone un recorte casi ilimitado de los derechos de la persona que se encuentra en prisión, además de una agresión a su salud. A pesar de todo, hay muchos presos políticos que han cumplido condenas de más de 20 años prácticamente en celdas de aislamiento, pequeños cubículos en los que todo está restringido. Pero tal vez el aspecto más grave de estas situaciones de aislamiento es la total indefensión del preso, fruto de la impunidad de la que gozan los funcionarios. Simplemente, no hay testigos.

Esa impunidad ha propiciado palizas como las últimas conocidas en Valdemoro. Y duras acciones de denuncia por parte del conjunto de los presos vascos que, una vez más, se ven abocados a recurrir a medidas de protesta como txapeos y ayunos, que perjudican su propia salud y seguridad, ante un sistema que no puede garantizar sus derechos porque está diseñado precisamente para conculcarlos. Sus propias denuncias y el apoyo de la sociedad vasca son sus únicas armas de autodefensa.

[25/04/03]

 
       

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