Colaboradores necesarios

x Alizia Stürtze

Mientras exhiben su mejor sonrisa de “demócratas de cuerpo entero”, prometiendo acciones tan efectivas como “recurrir” ante los tribunales europeos, PNV-EA-IU y ese conglomerado de siglas que encabeza Patxi Zabaleta preparan agazapados sus estrategias para sacarle una buena tajada carroñera a la fascista ilegalización de Batasuna. Arzalluz hasta le ha puesto ya cifra a lo que piensan pescar de las aguas de la izquierda abertzale: un “piquito” de 200.000 votos más en las siguientes elecciones.

No cabe duda de que el tándem PP-PSOE es el impulsor de esta última ilegalización de la I.A. (y van....), pero también es cierto que el PNV y sus acólitos están siendo, y llevan años siendo, colaboradores necesarios y muy útiles en esta larga guerra de baja intensidad del Estado contra el único independentismo vasco existente, en la que se incluye, como elemento clave, la utilización habitual de la tortura y el castigo desproporcionado como forma eficaz de coerción social y política.

Movidos por intereses espurios, los dirigentes jeltzales llevan 25 años posibilitando por activa o por pasiva la aplicación por Madrid de los TRES EJES de la guerra de baja intensidad, que tan bien define J.F. Falquet, y cuya confluencia les permite hoy eliminar “con naturalidad democrática” a la única disidencia política real: 1) control de la información y la desinformación que oculta o manipula completamente las informaciones relativas al “enemigo” o elaboradas por él; 2) polarización y división de la sociedad en dos campos sistemáticamente opuestos, con la potenciación del delito de asociación y la creación de un “enemigo absoluto” que es bestializado y satanizado; 3) represión ligada a la práctica habitual de la tortura, hecha posible por la construcción de un marco de “guerra interna contra el terrorismo”, que justifica la utilización de leyes de excepción ad hoc, y, a la postre, legitima cualquier acción degradante e inhumana por parte del poder: al igual que las fotos de niños muriéndose de hambre, la tortura y el “castigo ejemplar” llegan a ser vistos como algo familiar, como parte de un paisaje que se ve pero no se siente. Así, cuando, ante la ilegalización de Batasuna, Arzalluz dice que “lo grave es que haya gente que les apoye”, y compara su ilegalización con la del partido nazi, no está haciendo sino apuntalar, con total conocimiento de causa, la estrategia del grannacionalismo español cuyo eje central es el aislamiento y la demonización de la izquierda abertzale (y digo bien, de la izquierda abertzale, que no de Aralar, AB o Zutik), para poner a sus simpatizantes aún más a merced de las diversas técnicas de control y eliminación puestas en marcha, y, de paso, desmoralizar y aterrorizar toda forma de disidencia, y fomentar la pasividad individual y colectiva y el “vaciado” del pasado (olvido de lo que se ha producido, del fracaso del Estatuto, etc..).

Todo esto lo hacen en nombre de esa democracia que, como ocurrió en Chile o en el Estado español en el 36, y acaba de ocurrir en Venezuela, no es en última instancia sino agresión y muerte. De eso sabía mucho la revolucionaria Rosa Luxemburg, torturada y asesinada en 1919 por sus “compañeros” socialdemocratas, cuando formulaba su lema: “socialismo o barbarie”.

 
         
   
 

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