Eje Londres-Madrid, una fábula

x Alizia Stürtze - Historiadora

Alentado por algún que otro periodista cortesano y por su mussoliniano egocentrismo, Aznar se ve a sí mismo con talla de gran estratega, imprescindible impulsor de un supuesto eje Londres-Madrid que atenúe la prepotencia del franco-alemán en temas como la agresión contra Irak, que inciden directamente en la estrategia energética de la UE, que, a su vez, constituye una de las prioridades europeas políticas básicas para a su construcción como potencia rival de EEUU.

Y es que precisamente de eso va este anunciado y obsceno genocidio yanki: de aprovechar su situación de indiscutible superpotencia mundial, para preservar y extender el mayor tiempo esa posición ventajosa, lo que significa, según el documento del PNAC (Project for the News American Century) y la consejera de Seguridad Condoleeza Rice, evitar que emerja cualquier adversario con capacidad de ejercer una «dinámica geoestratégica» que pueda poner en tela de juicio la omnipotencia norteamericana en Asia-Pacífico, Oriente Medio, Golfo Pérsico y Europa. Como analiza Thomas Gounet en su artículo "Pourquoi Bush veut-il la peau de Saddam Hussein" (Porqué quiere Bush el pellejo de Sadam Husein), esos enemigos potenciales son UE, Japón, Rusia y China, y a los estrategas gringos corresponde definir los modos de asociarse o controlarlos, analizar su evolución y de impedir que desarrollen una política autónoma e independiente.

Pues bien. El control de los recursos energéticos de Oriente Medio, Asia Central y Asia Oriental (Indonesia) es parte importante de esa táctica de impedir que ninguna potencia pueda hacer frente a la hegemonía norteamericana. Con respecto a Europa, depende del petróleo de Oriente Medio bastante más que EEUU, y esta zona va a seguir siendo su principal suministrador. EEUU no busca destruir Irak (y controlar Irán, Siria y Libia) sólo para diversificar sus fuentes de aprovisionamiento de petróleo y favorecer a sus multinacionales, sino, además, para tener un potente medio de presión sobre esos futuros adversarios estratégicos como la UE, sin autonomía política para poder defender los intereses de sus multinacionales (TotalfinaElf, Siemens, Volkswagen...).

Tony Blair, el gran aliado yanki, encargado de condicionar la estrategia de Bruselas en favor de una alianza con Washington, está al fin y al cabo protegiendo los intereses de multinacionales como Exxon, Shell o BP, cuya mayoría de grandes accionistas son, además de yankis, británicos y holandeses. ¿Pero Aznar qué pinta defendiendo ese asesino ardor guerrero de Bush que afecta en profundidad los intereses del corazón europeo franco-alemán?

Gara 03/02/03

 
         
   
 

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