Seguridad y capitalismo

x Alizia Stürtze - Historiadora

En uno de sus estupendos artículos, Amparo Lasheras desarrollaba la incompatibilidad sustancial existente entre seguridad y libertad. El sistema potencia conscientemente el miedo en el ciudadano, le hace sentirse vulnerable ante incontrolables enemigos en la sombra, con lo que le convierte en un ser cobarde y antisolidario, en carne de fascismo y en cómplice activo de fascistización, dispuesto a ejercer de policía y a aceptar ser vigilado por cámaras, láseres, seguratas, innumerables fuerzas del orden y demás; todo ello con la infantil ilusión de que si no tienes «nada que ocultar» no tienes «nada que temer» ante la, en términos de libertades democráticas, inaceptable intromisión del Estado en tu vida privada. Sin embargo, esta búsqueda reaccionaria de falsa seguridad no sólo es generadora de permanente frustración, sino que, y sobre todo, para los intereses de la mayoría, está planteada en el registro equivocado: como cederle al lobo la vigilancia de ovejas.

El Estado capitalista es quien interesadamente modela en el inconsciente ciudadano una percepción muy específica de la inseguridad, para ahogar toda ansia de lucha colectiva por la libertad, y esconder así su contradicción máxima: la de que, contrariamente a lo que repiten sus opinólogos, políticos e intelectuales comprados, ellos son la inseguridad y la amenaza con mayúsculas. Y lo son en su calidad de gestores de los intereses minoritarios de un capitalismo que, en esta coyuntura de reestructuración salvaje, está más que nunca globalizando la pobreza, la injusticia, la desigualdad y el hambre, acrecentando la indefensión ante la explotación, privatizando bienes vitales como el agua o el conocimiento multisecular de los pueblos, librando, tal y como denuncia Naomi Klein, una destructiva guerra contra el sector público, fabricando y utilizando armas, y poniendo el planeta al borde de la extinción. Como afirma Chomsky, el terrorismo no es el arma de los débiles, sino el de los fuertes; es decir, entendido como peligro real para la humanidad entera, el terrorismo es patrimonio exclusivo del capitalismo y del imperialismo que está anticipando ya el exterminio «colateral» de 3-4 millones de personas en Afganistán, mientras oculta esas tremendas imágenes de malformaciones congénitas en niños iraquíes a raíz del uranio empobrecido utilizado durante y desde la guerra del Golfo.

El que en el vigiladísimo Madrid se produzca un homicidio cada cuatro días demuestra que la seguridad no va de encerrarse tras unas puertas blindadas en la «supervillaadosadaconjardín». Sólo la conciencia anticapitalista y la lucha antiimperialista solidaria nos pueden ayudar a sentir, crear y construir ese espacio de seguridad vital que todos necesitamos como proyecto individual y colectivo que somos o deberíamos desear ser.

Gara
13.11.01

 
         
   
 

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