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Nacionales E.Herria, Euskal Herria :: 14/02/2015

Derecho a decidir, sujeto de la decision y algunas reflexiones

Jon ibaia
La alternativa es poder popular; la consigna, Siete Herrialdes, una clase obrera núcleo del Pueblo Trabajador.

El derecho a decidir, significa definir previamente QUE decidir y QUIEN es el sujeto político de la decisión, es decir, el sujeto constituyente que aspira a convertirse en poder soberano. Iniciar un proceso constituyente, soberanista, implica por su propia naturaleza una ruptura con la legalidad vigente. No hay proceso constituyente sin sujeto político, puesto que el derecho a decidir, implica posicionamientos políticos, económicos e ideológicos, determinados por las posiciones y los intereses de clase.

Los comunistas, tenemos que incidir precisamente en el contenido de las decisiones que, el PUEBLO TRABAJADOR VASCO como sujeto político, deberá tomar. Dicho de otro modo, sin un programa político y económico que llene de contenido el derecho a decidir, no existirá un proceso constituyente en la vía de la autodeterminación del Pueblo Trabajador Vasco. Esto significa, ni más ni menos, dar una respuesta efectiva a cuestiones tan básicas como empleo, vivienda y sanidad públicas, gratuitas y de calidad, entre otras cuestiones, además de unificar a la clase obrera y al Pueblo Trabajador Vasco, en un mismo objetivo en el que la autodeterminación es avanzar en términos de clase hacia la consecución del socialismo.

Por alguna razón que no entraremos aquí a valorar, se ha llegado a un convencimiento, a una evidencia, sobre la Independencia como fase necesaria de avance táctico, dominada por la transversalidad, por la “construcción nacional y democrática” y por la premisa de su viabilidad, en tanto que la “sociedad”, la “ciudadanía”, saldría beneficiada. El socialismo, dentro de este esquema, correspondería a otra fase, hoy inabordable porque no se dan las condiciones.

Dentro de este esquema, la consecución de la Independencia, es tomada como prioridad absoluta, y se asume con toda normalidad, el que la soberanía política y económica que presume la Independencia, nos conducirá a un Estado capitalista vasco. Un estado para toda la ciudadanía, basada en “complicidades” entre los diferentes agentes políticos y sociales, con el objetivo de corregir los excesos del neoliberalismo, manteniendo y recuperando derechos sociales, libertades, etc…

La disección política que se realiza entre una fase democrática-nacional hacia la Independencia “en Europa”, y el socialismo como fase posterior, tiene como una de sus funciones ideológicas, presentar a los comunistas, como dogmáticos y ajenos a la realidad, puesto que cualquier análisis serio, permite observar que la realidad de la lucha de clases, de las correlaciones de fuerzas y la conciencia revolucionaria en el Pueblo Trabajador Vasco, no nos permiten afrontar la construcción del socialismo en Euskal Herria. ¿Quién plantea el salto de la coyuntura actual a un modelo socialista? Algún entusiasta, pero sin duda no marxista. Sin duda alguna, no estamos en los albores de la revolución socialista vasca, pero la opción de los comunistas, es construirnos como referente, como Partido y enarbolando, defendiendo y aplicando nuestra ideología marxista-leninista, afrontar una lucha de clases, en la que el Pueblo Trabajador Vasco, transforme las correlaciones de fuerzas frente al capital, desenmascarando al nacionalismo y el reformismo.

Nuestra estrategia, es la de definir como sujeto político a la clase trabajadora y el Pueblo Trabajador Vasco, desde su objetividad, desde su realidad material, que no es otra que la de una fragmentación territorial, cultural-identitaria y una ausencia de conciencia tanto “en sí” como “para sí”. Como marxistas-leninistas, no podemos considerar otro sujeto que no sea la clase obrera y el Pueblo Trabajador Vasco, frente a sujetos amorfos como la “Sociedad vasca”, la “ciudadanía” o “Euskal Herria” y desarrollar una línea política en la que, en torno a un programa popular, de ruptura democrática transformemos las correlaciones de fuerzas para impulsar un proceso constituyente, que desemboque en un poder popular. El nombre científico con el que desde el marxismo-leninismo conceptualizamos ese poder constituido, es la dictadura del proletariado.

Debemos diferenciar de manera absoluta, la consecución de un Estado Vasco Capitalista, como objetivo del nacionalismo y el reformismo, de un Estado Popular Vasco en transición hacia formas de producción socialistas, con un poder popular constituido, que determine en cada momento, en función de la coyuntura interna y externa, los avances y las medidas necesarias para estabilizar el proceso de transición hacia nuevas formas de democracia política y económica.

En Euskal Herria, tenemos un 24% de su Pueblo Trabajador sometido a la depauperización absoluta, desempleados o con empleos precarios que no permiten ni la reproducción de la fuerza de trabajo. Ese es el fundamento de la contradicción entre capital y trabajo y su antagonismo estructural, así como de nuestra estrategia política. Las ensoñaciones de una Euskal Herria capitalista, con un modelo socialdemócrata a la nórdica junto los Pirineos, como beneficioso para el Pueblo Trabajador Vasco, es un proyecto sin viabilidad. Un Estado capitalista vasco inserto en la Unión Europea y el euro, implica aparatos represivos, aparatos ideológicos para legitimar el poder del capital, y explotación y opresión sobre el Pueblo Trabajador Vasco.

Más aún. El optimismo y la euforia que demuestran incluso algunos comunistas, sobre la viabilidad de una independencia, aún desde parámetros estrictamente capitalistas y con la esperanza de que los peores excesos del neoliberalismo sean corregidos, se topa con una realidad que no parecen considerar. La permanencia en el marco de explotación de la Unión Europea, con su férrea legalidad, impiden cualquier atisbo de reformismo bienintencionado de carácter socialdemócrata. De otra parte, la hipótesis de una ruptura con la Unión Europea y el Euro, significan de manera inmediata romper con la clase capitalista en cualquier de sus fracciones y sentimientos nacionales de pertenencia. Incluso resultaría dudoso que la pequeña burguesía o los sectores de la aristocracia obrera más amarilla, apoyaran una aventura de estas características.

La alternativa es poder popular; la consigna, Siete Herrialdes, Una clase obrera núcleo del Pueblo Trabajador.

Jon ibaia militante de Herri Gorri

 

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