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Pensamiento, Mundo :: 02/06/2013

Hipó-Tesis sobre Imperialismo, Internacionalismo y descolonización

Ezequiel Espinosa
Desde el punto de vista de la burguesía, por estados nacionales no se entiende otra cosa que "naciones con policía"

I- Si bien en términos lógicos la “emancipación cívica” supone una igualdad entre diferentes nacionalidades, cultos, etc., en términos históricos, los Estados de derecho modernos se fueron constituyendo, en general, bajo la hegemonía jurídico-cultural de algunos de ellos (Engels y la cuestión prusiana. Gramsci y la cuestión meridional. Lenin y la cuestión Gran Rusa). Pero más allá de sus pretensiones de uniformidad, término medio, casi todos los estados modernos reconocían que eran países habitados por “gente de diferentes nacionalidades”. En este sentido, cualquier tipo de nacionalismo etnocéntrico no es simplemente “un movimiento para la independencia nacional”; es también un movimiento para deshacer los progresos de los últimos cinco siglos de historia mundial. Por lo demás, es cierto que este tipo de “nacionalismos”, han sido permanentemente “la herramienta principal” de los imperialismos.

II- No hay país en el mundo que no tenga en algún rincón una o más “ruinas de pueblos, restos de habitantes anteriores, desalojados y dominados” por el Estado-Nación que luego los arrastrará en su “desarrollo histórico”. El separatismo de estas “naciones que han sido pisoteados despiadadamente por el paso de la Historia”, como dijera Engels, el separatismo de estos “desechos de pueblos” se convierte –mas no necesariamente su resistencia al “exterminio y desnaturalización”-, en “el sostén más fanático de la contrarrevolución”. Su separatismo “no es más que una protesta” xenófoba y etnocrática “contra una gran revolución histórica”. Solamente con el desmantelamiento de los Estados-Naciones, las ambiciones autonomistas “de estos pueblitos” se liberarán de la tendencia separatista y reaccionaria. Y sólo así, entonces, será un progreso “dejarles tomar su destino en sus manos”.

III- El promedio de las nacionalidades étnicas son naciones “desmembradas e impotentes”; pueblos “desalojados y dominados” por los modernos Estados nacionales. En el peor de los casos, se han visto reducidas a un “desecho étnico muy mezclado”. Hasta ahora, y en general, la organización política de los descendientes de los “pueblos originarios”, ha conseguido, ni más ni menos, que se los deje de considerar como meros “desechos étnicos” en vías de extinción, y se los pase a tratar como “reliquias de pueblos” que es necesario conservar y valorizar. Por su parte, y como una ironía de la historia, la burguesía se va viendo obligada a reintroducir cada vez más “la barbarie” o “la semibarbarie” de las nacionalidades étnicas, para rejuvenecer y revivificar su sociedad. Para salvarla de su “exceso de civilización”.

IV- El Estado postnacional implica la instrumentación del viejo “principio de las nacionalidades” con el fin de resolver conjuntamente “dos clases de problemas”; primero el de los límites entre las modernas naciones cívicas; segundo la cuestión del derecho a la autonomía de las “numerosas y pequeñas” nacionalidades étnicas, que hubieron de ser absorbidas por uno u otro de los modernos Estados nacionales. Supone, por tanto, el reconocimiento por parte de los estados de derecho de que tienen “distintas nacionalidades bajo su gobierno”, trastornando así la “monotonía que supone la uniformidad” del Estado nacional y conservando, de tal modo, los elementos preexistentes “que hacen de eslabones con sus vecinos”. Por lo demás, el “principio de las nacionalidades”, en algunos países, se encuentra reducido a la cuestión –no menos problemática- de “la tolerancia religiosa”.

V- ¿Y qué clase de Estado sería éste en el que finalmente la burguesía organiza su dominación bajo la forma de una ciudadanía multiétnica o plurinacional?. Allá por el siglo XIX, Engels se mofaba de “la ingenuidad” de “los franceses del siglo XVIII”, que identificaban las “naciones civilizadas” con “naciones con policía”. El siglo XXI, viene a demostrarnos que tal “ingenuidad” era la del propio Engels y, de ahí en más, del movimiento socialista en general. Los “ingenuos franceses del siglo XVIII”, habían comprendido perfectamente que, desde el punto de vista de la burguesía, por estados nacionales no se entiende otra cosa que “naciones con policía (‘nations polisées’)”. Es decir, unidades nacionales organizadas bajo la forma de Estados de derecho. Y si bien durante el capitalismo posmoderno, estos Estados de derecho van quitado aquello que era “específicamente burgués” en los derechos humanos, esto es, su reducción de la persona a una mónada aislada; vuelven a reintroducirlo luego bajo la forma de “personas morales” que actúan como un “capitalista colectivo ideal”. Por lo demás, los nuevos derechos humanos no han quitado aquello que era “específicamente burgués” de los Estados-Nacionales, esto es, su carácter de “naciones con policía”.

VI- Las experiencias de los Socialismos de Estado, no solo han demostrado que “un movimiento internacional del proletariado sólo es posible entre naciones independientes”. Sino que también ha confirmado, y de forma más patética, el postulado de que “un pueblo que oprime a otros no puede emanciparse. La fuerza que emplea para eliminarlos se vuelve siempre y finalmente contra él”. En suma, que no se puede imponer el socialismo a un pueblo.

VII- La historia del colonialismo moderno ha demostrado que “mientras la vida independiente de una nación esté suprimida por un conquistador extranjero”, inevitablemente dirige sus principales esfuerzos y energías contra el enemigo externo; durante este tiempo, empero, su vida interna no permanece paralizada; comienza a “trabajar por la emancipación social”. Pero también ha demostrado que “es imposible, históricamente”, que un pueblo encare seriamente la resolución de sus “problemas internos”, hasta no haber alcanzado su independencia.

VIII- Hay, entonces, dos tipos de naciones en el mundo “que tienen no sólo el derecho, sino también el deber ser nacionalistas antes de ser internacionalistas”: las naciones-estado colonizadas, y “los pueblos originarios”. Son necesariamente internacionalistas porque son antiimperialistas. Y más allá de todo el “romanticismo y el sentimentalismo político” de los indianistas, del panindianismo antioccidental de algunos de sus ideólogos, o del piadoso deseo indigenista por mantenerse ajeno al desarrollo de las fuerzas productivas de la globalización; el movimiento socialista encontrara sus aliados en las facciones de los mismos que “buscan armonizar su orientación democrática con sus sentimientos nacionales, que como es bien sabido, son muy fuertes” entre los indianistas.

IX- En realidad, para la burguesía actual no se trata más que de reconocer a los diferentes Estados “de indudable vitalidad” el derecho a su existencia política independiente, y a cada una de sus nacionalidades, la autonomía suficiente para “el arbitrio de su propia suerte” en el marco del mismo. Para el proletariado, en cambio, no se trata de “la fraternidad de los pueblos” bajo una nueva bandera republicana, sino de la alianza revolucionaria de los mismos contra el imperialismo neocolonial, el pos-colonialismo y las “naciones con policía”.

X- Lxs comunistas han repetido hasta el cansancio aquello de que “los trabajadores no tienen patria”, pero no han advertido que sí tienen nacionalidad; más todavía, que al conquistar el poder político, el poder social del proletariado adopta una forma nacional; que la clase trabajadora constituye una nación “aunque de ninguna manera en el sentido burgués”. Una organización nacional no como un Estado, sino como una “federación de comunas”; no con una constitución republicana, sino con una “constitución comunal”; no como una “nación civilizada” sino como una “nación socialista”. La abolición de los estados, en este sentido, se va traduciendo en la fraternidad de las naciones.

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