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Pensamiento :: 03/11/2015

¿Y si España no existiera?

Iker Ibarrondo
Decían los y las comuneras que no vence el tiempo, vence la voluntad, y la historia nos muestra que a nuestros pueblos no les ha faltado nunca voluntad

¿Y si fuera una mera construcción territorial para mantener los privilegios de las élites dominantes?, ¿y si la alternativa democrática radicara en el entendimiento de todos los pueblos?

Innumerables preguntas, no menos respuestas, pero, sin duda ,una se muestra como herramienta de futuro: el análisis de la experiencia. Corría la primavera de 2009 cuando la Unidad popular de los distintos pueblos trabajadores sirvió para generar una fisura democrática en el ámbito electoral, para que las voces de los y las trabajadoras de todos los pueblos pudieran ser escuchadas. Iniciativa Internacionalista veía la luz, y, pese a todos los intentos de ningunear su existencia, esta se iba a asentar como ejemplo de una coordinación hasta entonces sin precedentes, que salvó una situación anti-democrática y puso de manifiesto la necesidad de la  acción conjunta de los pueblos que viven bajo la jurisdicción del estado español.

Pero no solo puso encima de la mesa la necesidad, sino también la utilidad, dada su potencialidad, que esa coordinación de igual a igual (respetando la independencia, los tiempos, y las realidades de cada una de las naciones que componen este estado) tiene. Algo que el estado advirtió desde el primer momento de ahí esos intentos de ilegalización, esa manida criminalización y esos votos que como si fueran granos de café se escurrieron al vacío en manos del poder.

Hoy, años después, su utilidad y su potencialidad adquieren más relevancia, más aún si cabe en un contexto en el que la ruptura democrática es posible y en la que todos los actores y actrices para garantizar esta segunda transición se encuentran sobre el escenario.

Hoy, miles de voces hacen una apuesta decidida por la unidad popular, algunos pretenden tejer esa unidad popular con quienes mientras fueron voz de taberna lo fueron de protesta y, cuando pudieron ser voz de cambio ,decidieron convertirse en silencio, con aquellos que con su tibieza (neutralidad) ante una injusticia acaban por situarse del lado del opresor, (permítanme la licencia de parafrasear a Desmond Tutú), aquellos que recuerdan mucho a esos hombres que gritaban “Gora Euskadi askatuta” en Eibar o se mostraban favorables a la autodeterminación hasta que fueron gobierno,   ya lo decía el compañero Pepe Mujica “El poder no cambia a las personas, solo muestra como realmente son”, y poder no solo se tiene cuando uno es gobierno.

Pero… ¿Es posible la Unidad popular?, ¿Lo es con quien supedita la soberanía de nuestros pueblos a un proceso constituyente español? ¿Con quien modela sus “principios” en función de los votos?;

No parecen hechos o palabras cargadas de aire fresco como se presupone a un cambio, sino que más bien se asemejan a la vieja política de la izquierda española, la misma que no tuvo reparo en ofrecer su silencio ante las ilegalizaciones o acabó aceptando monarquía y constitución.

Resulta, cuanto menos ,difícil una unidad popular para el cambio así, más aún para los que entendemos la vía institucional como una mera herramienta al servicio del movimiento popular, y nunca al revés.

Y es a través de ese prisma desde donde se explica la potencialidad de Iniciativa Internacionalista, no como un simple espacio electoral, (que quizás, en un primer momento, no se mostrara como la más útil), sino como un instrumento que origine un referente popular capaz de  aglutinar la voluntad social suficiente para avanzar en la libertad social, nacional y de género de nuestros pueblos.

Una Alternativa democrática que posibilite una revolución pedagógica que derribe los muros que como en Ceuta o Melilla levanta el españolismo entre los pueblos y los sustituya por lazos internacionalistas, una alternativa que con su ejemplo diario arrastre a aquellas personas que van a ser indispensables para el proceso de cambio que hoy abrazan en muchos de nuestros pueblos otras vías por falta de un referente, una alternativa que apueste por un proceso destituyente coordinado y nuestros diversos y heterogéneos procesos constituyentes.

Alternativa y/o herramienta que se revela ante nuestros jóvenes ojos como viable, como muestran las dinámicas juvenil “Somos vuestra pesadilla” o estudiantil “Para los pueblos”, en las que la juventud independentista de Euskal Herria, Paises catalanes, Aragón, Asturias, Galicia, Castilla, Andalucía y Canarias trabajan desde el respeto, de forma coordinada y que con sus defectos, sus contradicciones y sus virtudes, está constatando una transformación social (a esos niveles), que derriba tópicos, desnuda evidencias y normaliza la unidad de acción desde la independencia entre los y las trabajadoras de los pueblos.

Utópicos pensarán algunos/as, soñadores otros, idealistas…, quizás o tal vez los y las que hemos nacido, nos hemos criado y seguimos viviendo en las calles de este municipio castellano como es Vallekas nos hemos educado en la idea de que cualquier proyecto político es materializable si existe voluntad popular, como convertir nuestras calles en un puerto de mar una vez al año en la batalla naval dentro de nuestras fiestas populares de La Karmela.

Decían los y las comuneras que no vence el tiempo, vence la voluntad, y la historia nos muestra que a nuestros pueblos no les ha faltado nunca voluntad, desde aquellos defensores del castillo de Amaiur, a los muros populares de hoy, de aquellos comuneros enfrentando al imperio donde nunca se ponía el sol, a los y las que hoy rodean el congreso, de aquellos segadores a la  desobediencia popular masiva…, nuestra voluntad de ser ha sido y sigue siendo tenaz, quizás lo único que nos haya faltado sea eso: ENCONTRARNOS.

 

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