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Pensamiento :: 20/10/2006

El País desembarca en Oaxaca

Sergio de Castro Sánchez
www.elpais.es/fotos/corresponsales/61_10.jpgEl pasado 17 de octubre era publicada en la versión digital de El País, ignoro si también lo hacía en la tradicional, un reportaje sobre la situación que se está viviendo en la ciudad mexicana. Bajo el título "Oaxaca, en estado de sitio", la entradilla ya nos hace entrever cual será el enfoque de este arriesgado y temerario reportero: "La toma de la ciudad mexicana por grupos de manifestantes arruina un destino turístico".

A buen seguro Francesc Relea ha leído con pasión Un día más con vida de Kapuscinski, e indudablemente, fantaseó con la posibilidad de seguir los pasos del periodista polaco. Lo imagino por tanto, haciendo la maleta, temeroso de su vida ante la aventura que se avecina: la anarquía, el caos, las masas ajenas al orden democrático, y el peligro del vacío de las instituciones y sus órganos "reguladores".

Así pues, y tal y como él mismo cuenta en inconfundible estilo de reportero de campo, de periodista que no se conforma con leer lo que los demás dicen, sino que quiere saber, de primera mano, lo que ocurre en el lugar de la noticia, nuestro protagonista llega a Oaxaca en avión con tan sólo una veintena de pasajeros. Quizá, aquellos que volaban en primera clase le informaron ya, antes de pisar territorio rebelde, de las verdaderas razones que se esconden tras de la revuelta.

El taxista, nos cuenta nuestro valiente héroe, representante primero del pueblo a través del cual nuestro reportero desea conocer la verdad de lo que ocurre, protesta contra la APPO. Su argumento, el primero de una serie que, más allá del simplismo cortoplacista, nos mostrará la profundidad de lo que allí ocurre: ya casi no hacen viajes al aeropuerto porque ya no vienen turistas.

Y nuestro aventurero sigue adentrándose en lo profundo del abismo subversivo. El centro de Oaxaca advierte a través de carteles de la falta seguridad. Gracias a su dilatada experiencia consigue superar el miedo: un periodista ha de saber que, en su odisea hacia la verdad, deberá en ocasiones hollar oscuros senderos.

Así pues, continúa con el trabajo de campo, y nuestro titán de la noticia llega al hotel, céntrico, por supuesto: cerca de la noticia, a pesar de los riesgos que eso comporta. Y la búsqueda de la información que sólo es posible conseguir para aquel que va al lugar de los hechos, a pesar de tener que vivir las incomodidades de la lejanía de los seres queridos, de esa tortilla de patatas que su madre siempre hace en su punto, llegando incluso a arriesgar su propia vida, ¡para eso estudié periodismo mientras mis amigos se hacían abogados o empresarios, para contar la verdad al mundo por mucho que tenga que renunciar a tantas cosas!.

Esa búsqueda, siempre imperfecta, también continúa ligada al pueblo de Oaxaca, verdaderos protagonistas de la historia, escrita por esas pequeñas gentes de las que nunca se saben sus nombres, y no por aquellos que se estudian en los libros; así pues, habla con gerentes, empresarios y similares de los hoteles y restaurantes de la plaza del Zócalo. Ellos sí. Por fin encontró lo que buscaba. Tras la apariencia de lo que sólo se muestra en primer término, ellos le han dado finalmente el dato preciso que le permite descifrar todo el entuerto, la piedra filosofal de los acontecimiento en Oaxaca: los empresarios, a pesar de sus tradicionales esfuerzos por mantener a sus trabajadores en sus puestos, han tenido que despedir a muchos por culpa de la APPO.

Realmente aquí está la cuestión: la lucha de la APPO es una lucha contra el pueblo; una lucha que, tras los intereses ocultos del sistema revolucionario, no hace más que ir contra los pobres trabajadores. "Cuando termine el conflicto, es muy probable que los empresarios logren recuperarse y tal vez reciban alguna ayuda del Gobierno federal." Menos mal

Pero no podemos dejar de citar alguno de los magistrales pasajes de nuestro paradigmático cronista, síntesis perfecta de una narrativa tan precisa como omniabarcante: "Hoy (el Zócalo) es el cuartel general de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que ha instalado un campamento permanente. Grandes pancartas de organizaciones y grupúsculos revolucionarios cubren todos los edificios. El quiosco donde se apostaban los músicos se ha convertido en el sanctasanctórum de la APPO. Hasta aquí son trasladados los detenidos que capturan las brigadas móviles de quienes se han erigido en los administradores de justicia en la ciudad." La APPO: grupo revolucionario, paramilitar, fanático, enemigo de la cultura, personajes sedientos de venganza

La noche cae sobre Oaxaca, y nuestro reportero, en tan sólo un día, ha sido capaz de desentrañar el nudo gordiano. Al llegar la oscuridad, las barricadas y el caos alcanzan su paroxismo. La ciudad se vuelve inhabitable y las pobres gentes, víctimas de la ambición de la APPO, no tienen más remedio que refugiarse en sus casas. De nuevo, los lugares de ocio para los turistas, verdaderos motores de la economía y de la igualdad social que rebosa en todo el estado de Oaxaca, no tienen a quien atender.

En la mañana, seguramente, nuestro buen amigo Francesc, abandonará en avión Oaxaca con la sensación de que ha cumplido con su deber o, eso sin duda, con lo que se le había encargado desde Madrid. Y a nosotros, al leerlo, nos embarga la sensación de que ahí va un gran reportero, una persona que no sólo domina el lenguaje, sino que además es consciente de que lo que dice llegará a miles de personas y que, por tanto, su profesión requiere de un gran compromiso moral.

Tan sólo un pequeño reproche a nivel formal: olvidó hablar con los familiares de Alejandro García Hernández, el último de los asesinados por el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz. No se puede estar en todo.

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