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Asturies :: 23/06/2007

Todos somos Cándido y Morala

LNE (NN)
Todo parece indicar que la lucha obrera es marginal y que la reivindicación de la causa proletaria pertenece a un pasado remoto.

Era domingo noche, unos amigos cenábamos tras un día plácido, de ésos en que las cosas salen bien. Disfrutábamos de la convivencia tras un buen concierto (uno hace música para celebrarlo con los amigos). Hablábamos del triunfo del Madrid (mayoritariamente somos un grupo de madridistas), de los éxitos de Fernando Alonso (también somos asturianos) y comentábamos sobre la vuelta a los ruedos de José Tomás (a algunos nos gustan los toros). Alguien se incorporó a la tertulia y soltó la noticia sin muchos preámbulos: «Han encarcelado a Morala y a Carnero, están pasando la noche en Villabona». Estupor y consternación, junto a una cierta incredulidad. Un día plácido y soleado se tornó de blanco y negro. Todo asemejaba un sueño (o más bien una pesadilla). Si sustituimos algún nombre y reconstruimos el discurso diciendo que ganó la Liga el Madrid, volvió al toreo Antonio Ordóñez y continúan los éxitos de Ángel Nieto, y continuáramos con que el Tribunal de Orden Público había vuelto a encarcelar a unos luchadores por la causa obrera, habríamos retrocedido treinta y cinco años en el tiempo. Hasta podría ocurrir que, mientras hablábamos de cosas intrascendentes, nos pasáramos folletos y pasquines de cualquier organización proletaria, en los servicios de la sidrería. Era lo que hacíamos en la época de la clandestinidad. Así podría haber ocurrido cualquier día, cuando España era gobernada por un dictador. Ahora, en pleno siglo XXI, la noticia del encarcelamiento de Morala y Carnero nos retrotraía a épocas pasadas. Parecía un ejercicio práctico de la recuperación de la memoria histórica, eso que tanto gusta a algunos.

Porque ocurre que Morala y Carnero son dos líderes sindicales que siempre han luchado por la defensa de los puestos de trabajo. Dos personas dedicadas a la causa sindical sin más aditamentos. Dos individuos definidos por su honradez y entrega a las causas colectivas. De pocas cosas se les puede acusar, salvo de defender a sus compañeros de trabajo y sindicato. Sin embargo, esa actitud era penada con la cárcel.

Y uno queda atónito frente a la escasa reacción ciudadana ante un hecho de esta magnitud. Si esto hubiera tenido lugar hace quince años, Gijón hubiera quedado colapsado por las manifestaciones. En la concentración del pasado miércoles, no llegábamos a las mil personas y era muy significativa la ausencia de las organizaciones políticas mayoritarias y de los sindicatos (salvo la excepción obvia de la CSI). Todo parece indicar que la lucha obrera es marginal y que la reivindicación de la causa proletaria pertenece a un pasado remoto. Todo parece indicar que han cambiado muchas cosas y algunas no para bien.

Ocurre que todos somos Cándido y Morala. Ocurre que sigue existiendo clase obrera aunque ahora esté disfrazada de clase media. Ocurre que vivimos en una sociedad anestesiada por la comodidad y el individualismo. Un sociedad que va olvidando el significado de conceptos tales como solidaridad y apoyo mutuo. Ocurre que no cabe quedar impasible ante el encarcelamiento de dos militantes obreros por el mero hecho de serlo. Ocurre que Cándido y Morala son dos símbolos de la lucha obrera: encarcelándolos también se encarcela a todos los que somos asalariados.

Kaosenlared

 

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