Hacia la huelga general

Una fue la realizada desde Atocha a Jacinto Benavente, que congregó a un buen número de activistas muy motivados, a pesar de la lluvia y el viento que caía. Daba gusto ver las ganas y la rabia de tanta gente ante el abuso y la impunidad del gobierno y las instituciones europeas.

A las 9 de la noche se convocó también, vía internet, a una cacerolada en la Plaza de Neptuno, que congregó a un grupo de jóvenes que estuvieron rodeados por una enorme cantidad de furgonetas y policías antidisturbios. Dos propuestas de lucha contra el rodillo del capitalismo neoliberal, que está dejando el tendal de afectados sin ninguna perspectiva de supervivencia en un sistema que una vez más, se reorganiza sobre el conformismo de una clase trabajadora que reclama empleo y acceso al consumo sin tener la menor posibilidad de ejercer algún poder que obligue al estado y las clases dominantes a ceder en lo más mínimo.

Porque en definitiva, de eso trata la lucha de clases: determinar quien ejerce el poder, ya sea para perpetuar la dominación o para quitársela de encima.

¿Podremos las clases trabajadoras cambiar la relación de fuerzas con las herramientas de que disponemos? Ante el ensayo de huelga general de ayer, los funcionarios dejaron claro que no están dispuestos a hacer huelga para que, además de la reducción de salario impuesto por el gobierno, se les descuente un día de trabajo para que después Comisiones y UGT negocien lo que les de la gana. Mientras, las burguesías y sus representantes se están empleando a fondo, cosa que cuando llegue la recuperación, sólo queden las cenizas del estado de bienestar, los derechos laborales y la conciencia de clase. Este y no otro es el sentido de las medidas que están en la agenda de la UE, como son la ultra liberalización del mercado laboral, la ley de pensiones, el recorte del déficit y la defensa del euro.

Todo esto nos obliga a buscar nuevas formas de lucha y de resistencia. De poco sirven los discursos de exigencias y demandas a un poder que solamente afloja cuando se le toca el bolsillo. Un poder que nos obliga a aceptar que los mercados decidan nuestras vidas, que se ejerce con el monopolio de la violencia, desde un estado de derecho que contempla solamente los derechos de un puñado de poderosos y no los nuestros.

En el medio de tanto desastre, las mujeres echamos de menos al feminismo, que aparentemente no sabe y no contesta. En el apogeo del modelo BBVA (burgués, blanco, varón, adulto) que en castellano antiguo es la burguesía occidental y cristiana, con el paso a mejor vida del PSOE y su falsa propuesta de socialdemocracia, es hora de elaborar nuestras respuestas, desde nuestros espacios horizontales y de base, ocupando las calles con formas de lucha innovadoras, rompiendo las estructuras androcéntricas de organización que, si seguimos así, volverán a decidir por nosotras. Si no es ahora, ¿cuándo?