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Pensamiento :: 05/07/2010

Capitalismo pornográfico

Carlos X. Blanco
Conexiones entre capitalismo, sexo, pornografía y esclavismo en esta fase civilizatoria del capitalismo tardío (imperialista y monopolista) altamente cosificador

El mundo de hoy es un mundo pornográfico. Esta es la esencia última y radical de un modo de producción capitalista en su fase monopolista e imperial. De este modo de producción deriva una cosificación de la especie humana, de un grado elevadísimo en comparación con la cosificación alcanzada en momentos históricos previos, p.e. , el Imperio Romano o la Colonización del mundo en el siglo XIX.

Se trata de la cosificación del ser humano, su conversión en objeto de consumo, uso, manipulación, entregado al consumo como medio y nunca fin en sí mismo. Se ha asentado en nuestro mundo el Imperativo Categórico al revés, un mandato antikantiano que rezaría así: “obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un medio y nunca un fin en sí mismo”.

El mejor testimonio cultural del proceso de cosificación lo tenemos en el campo de la pornografía. En muchos sentidos, el uso, el consumo y la comercialización de lo obsceno se ha extendido, ha aflorado a la luz, ha colonizado amplios campos de la vida humana, más allá del estrictamente erótico y genital.

De todos es conocido el tropel de imágenes horrendas que salieron de la prisión iraquí de Abu-Grahib. Los presos, desnudados, se amontonan en forma de simples cuerpos, masa humana despojada de dignidad ante militares americanos uniformados. En aquellas fotos, la desnudez humana significaba estrictamente el despojamiento de poder y dignidad ante quien tenía “la sartén por el mango”, frase hecha cuyos contenidos freudianos no se precisan explicitar más. La cópula simulada ante las cámaras, una cópula masiva y forzada, el arrastrarse por los suelos, sujetados por una correa y collar, al modo de los perros y bestias, el disparo simulado de aquella mujer soldado americana, con los dedos apuntados hacia los iraquíes indefensos y convertidos éstos en objeto de placer vinculado a la humillación y a la inevitabilidad de la derrota. Todas estas imágenes deben ser objeto de análisis y explicación exhaustiva. Así como la fotografía de los perros fieros ante pelotones de humanos indefensos y anulados en su misma humanidad, y demás exhibiciones de lo que es el Poder ante unos cuerpos humanos borrados en su humanidad esencial, más que alienados, cosificados hasta el punto de ser reducidos a ser carne humana simplemente.

¿A qué vienen estas imágenes de Abu-Grahib? ¿Son solamente un ejemplo de “abuso de los derechos humanos”? Fue un grave abuso en los derechos humanos de aquellas personas, evidentemente, uno más a añadir a los miles de ejemplos que nos ofrece la historia. La historia de una humanidad en la que los primeros imperios y ciudades-estado en la fase “civilizada” se dedicaban a cazar prisioneros y domesticarlos, como antes se había practicado con otras especies animales. La historia de la guerra y del estado es la historia de este animal de rapiña, el ser humano, en la que se violaban sistemáticamente a las mujeres del vencido, se castraba y se mutilaba al derrotado, se le reducía a la condición de esclavo, esto es, ganado y mercancía. Ni el cristianismo ni ningún otro evangelio de amor ha reducido o extinguido esa constante humana que es la del “abuso” de la humanidad, la del otro humano, especialmente.

La esclavitud, lejos de abolirse, regresa con fuerza en nuestro siglo XXI. Millones de mujeres y de niños son objeto de comercialización sexual en un mundo no ya consumista en este sentido, sino más bien voraz. El Reino de España es, dentro de la Unión Europea , uno de los mayores mercados de mercancía humana. Por otro lado, la degradación del trabajo asalariado a escala mundial hace que las condiciones de existencia de millones de personas se acerquen a las de la esclavitud estricta.

La sociedad de consumo que implica este capitalismo imperialista y monopolista acentúa las tendencias sado-masoquistas, como ya dejaron ver las investigaciones de la Escuela de Frankfurt, y muy especialmente Erich Fromm. En el sado-masoquismo, se bloquea y hasta se destruye toda capacidad de amor, y las pulsiones humanas van encaminadas hacia la destrucción del objeto, hacia el regodeo y la fruición en la aniquilación y sufrimiento del otro y del propio yo.

Un somero estudio de la iconografía pornográfica, y en especial la del sado-masoquismo, ilustra de manera magnífica el catálogo de perversiones (en el sentido técnico de la psicología y psiquiatría, no en el sentido moralista) y fantasías sexuales de nuestra sociedad de consumo altamente alienada. Se trata de una sociedad altamente voyeurista, en la que las pulsiones más destructivas y posesivas se quedan bloqueadas por la presión del ambiente social y por causa de la interiorización de las normas morales vigentes en un momento dado. Pero al quedarse bloqueadas esas pulsiones, y al existir pocos cauces de sublimación en un modo de producción tan consumista, tan voraz, tiene lugar toda una producción fantástica que no es en absoluto desdeñable a la hora de comprender hoy el mundo, el capitalismo y la deshumanización.

En la iconografía pornográfica vigente, materializada en la realidad en horrores como los de Abu-Grahib y en otras partes, se toman numerosos materiales estéticos y escénicos de la Historia. La sustitución de la seducción por la conquista, el amor por la violación, la libre entrega del cuerpo por el encadenamiento y la restricción, son elementos de la fantasía sado-masoquista que los pornógrafos han tomado de la historia. La esclavitud en el mundo clásico, con la extrema animalización y cosificación que para los humanos supone toda una escenificación que hoy, en otra época distinta, es añorada: el ser vendidos, comprados, encadenados, sometidos a todo tipo de capricho y arbitrariedades por un amo absoluto. Decimos bien “añorada”, porque en la mente del ser humano el pasado nunca se olvida, permanece escondido de forma inconsciente, en un Inconsciente Colectivo, y es fuente inagotable de imágenes y fantasías por más que el sujeto que las produce jamás haya estudiado historia como disciplina académica ni haya frecuentado libros de esta materia. Otros periodos y contextos, como los tormentos de la Inquisición , ya en la edad moderna, o las miserias de la trata de negros, en fechas todavía más recientes, son parte del material inconsciente que sirve a los propósitos de la fantasía de la dominación absoluta del cuerpo humano (el propio y el ajeno) , y su conversión en cosa e instrumento al servicio del uso y del disfrute de un poseedor.

En un principio el capitalismo industrial clásico nació muy al margen de estos fenómenos sado-masoquistas, como medio de producción de plusvalía a través de la producción de mercancías. La fría producción y acumulación de plusvalía estuvo detrás de una superestructura moral de signo ascético y puritano (la “ética protestante” de Max Weber), marcando para décadas el tono de la clase burguesa, entregada “religiosamente” a la profesión del dinero. La moral proletaria trató, en aquellas fechas victorianas, de mantenerse fiel a sus orígenes rurales (todo proletario lleva en su inconsciente y en su pasado a un campesino dentro), bastante más desenvueltos en moral sexual, especialmente si lo comparamos con el burgués victoriano de las ciudades, pero sabido es que la burguesía hizo cuanto pudo por “colonizar” a sus nuevos esclavos, los proletarios. Luchó por colonizarlos moralmente, haciendo verdaderas campañas misioneras para conducirles hacia la monogamia, hacia el matrimonio consagrado, hacia la abstinencia sexual y alcohólica.

Hoy, con el advenimiento de una sociedad opulenta, basada en el consumo general de las masas, al menos en el llamado “Primer Mundo”, a costa de la inanición y subhumanización de las tres cuartas partes de la especie, la antigua moral del “libertino”, es decir, la anti-moral relativista, nihilista, hedonista o, más frecuentemente, utilitaria, se desparrama por entre capas de la población muy amplias, justamente entre trabajadores semicultos o poco formados (en comparación con sus predecesores del “librepensamiento”) y acceden a servicios y bienes disponibles únicamente a través de sueldos altos, tiempo de ocio mercantilizado, relajación en la moral conyugal, atomización de las familias y mayor permisividad social hacia la soltería.

De no ser porque las condiciones económicas lo fomentan, estos cambios sociales apuntados arriba no hubieran existido, y decimos esto sin pretender incurrir en economicismo alguno. Más bien, con Foucault, nos preguntamos por qué el sexo, lejos de ser reprimido bajo el capitalismo industrial tardío y opulento (como pretendía Marcuse) resulta por el contrario “inflado”, y ello sin perjuicio de la introducción compensatoria de otros mecanismos represivos, de limitaciones, de coerciones, pero dentro de una estimulación comercial del pansexualismo. Desde la publicidad hasta el arte, pasando por el ocio nocturno y la planificación del turismo, todo resulta ser sexo mercantilizado de una forma u otra.

Frente a la verdadera des-represión, des-inhibición, propia de una sociedad de productores libremente asociados y organizados bajo el principio de la ayuda mutua, la sociedad individualista y egocéntrica del capitalismo conlleva la introducción de canales de comercialización del cuerpo humano. Ejércitos de millones de seres racionales son convertidos en mercancía en el más estricto sentido del término. Un objeto con valor de uso y valor de cambio, un objeto del que poder obtener plusvalía puesto “a trabajar”. La prostitución es explotación de los cuerpos humanos, y su alta conexión con la esclavitud se remonta a los orígenes de la civilización misma, del estado. De la misma manera que hemos recordado en otros trabajos que el Patriarcado es anterior al Capitalismo, pero que se reorganiza bajo éste, lo mismo podemos afirmar de otras formas de sometimiento, dominación y control de cuerpos humanos, infantiles o adultos, femeninos o masculinos. La prostitución aparece ya allí donde hay una sociedad basada en el cambio, en el comercio, aunque esta sociedad no sea todavía capitalista en sentido estricto. Y por ello, a fines del neolítico y con el auge de jefaturas militaristas y proto-estatales esta subordinación y esclavización de hembras ya tiene su lugar. Pero lo específico en el Capitalismo, y más todavía en el Capitalismo tardío (imperialista y monopolista) es que la comercialización y explotación de cuerpos humanos alcanza todas las modalidades posibles, dejando de ser un fenómeno entre marginal y complementario del matrimonio. La prostitución bajo el Capitalismo deja de ser excrecencia del Sistema y se convierte en la esencia y raíz del mismo.

Para ilustrar esto podemos citar muchos ejemplos. Cuando las condiciones del contrato laboral se degradan, el patrono no es un mero “agente que representa el Capital”, o un “representante particular de la clase burguesa”. Llega a ser otra cosa: un amo. Las hembras en condiciones de precariedad laboral son sometidas a acosos y abusos de índole sexual, y si no quieren ver peligrar su puesto deben, en ocasiones, ceder o plegarse a los deseos del amo. Esto pasa en todo el mundo, y hay indicios de que el fenómeno a la inversa (empleado varón, patrón hembra) está surgiendo también. El acoso o sometimiento a un “amo” de cuerpos ajenos es un fenómeno muy comentado (pero poco estudiado al ser un tema tabú) en las universidades, especialmente las universidades españolas: el catedrático puede ejercer su control y dominación sobre un pequeño harén de becarias, estudiantes, colaboradoras-es. Solamente el hecho de que el estamento universitario sea tan reacio a estudiarse a sí mismo explica por qué se habla tan poco de este tema espinoso: la prostitución generalizada de subalternos, y el control y dominación sobre cuerpos jóvenes con un futuro sin despejar, por causa del propio despotismo jerárquico de las instituciones académicas superiores.

Aquí solamente he pretendido hacer unos apuntes de lo que podrían ser conexiones importantes entre capitalismo, sexo, pornografía y esclavismo en esta fase civilizatoria del capitalismo tardío (imperialista y monopolista) altamente cosificador. Son muchas las páginas que podrían escribirse sobre ello. Yo espero disponer algún día de más tiempo para poder ahondar en ello.

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