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Venezuela, Colombia :: 26/04/2011

Venezuela: La razón de Estado y la política de concesiones

Chris Gilbert
Joaquin Perez Becerra es el caso de hoy, ayer fueron los pasos hacia el reconocimiento del gobierno golpista de Honduras

Resuelta llamativa, incluso para los no creyentes, la fecha: entre el viernes santo y el domingo se detuvo a un periodista y revolucionario. En lugar de las treinta piezas de plata, el fin es cumplir con “acuerdos” y colaboraciones interestatales: en breve, la razón de Estado.

Es el caso de Joaquín Pérez Becerra, director del portal de Web Anncol, detenido en Caracas este sábado 23 de abril. Actualmente está en la sede del SEBIN (servicio de inteligencia) y permanece incomunicado [NdeLH: Ya fue deportado y está en Colombia]. Está en peligro de ser deportado a Colombia y luego torturado, porque lo que sí tiene claro la contrarrevolución es que los periodistas tienen información, y en el caso de los periodistas con principios como Pérez Becerra, hay que sacársela no con dinero sino por otros medios.

Merece detenernos tanto en la “razón de Estado” como en la política de concesiones. En cuanto a ésta última, los que nacimos en la sombra de la segunda guerra mundial sabemos un poco sobre las concesiones por la lección que nos dio el fascismo alemán: “La paz en nuestro tiempo” que pensaba haber conseguido el primer ministro británico Chamberlain con sus concesiones (políticas de “apaciguamiento”) hacia Hitler resultó ser nada más que un atajo hacia la paz de los sepulcros.

Comparar nuestro tiempo con el momento de crisis y preguerra de los años 30 no es para nada extravagante. Sólo hay que pensar en las actuales aventuras militares imperialistas en el norte y el oeste de África (por no mencionar Iraq y Afganistán), las agudas rivalidades interimperialistas, la crisis económica que impulsa inexorablemente a las potencias a afianzar la lógica de la ganancia y a buscar actores periféricos para que hagan concesiones y se porten bien, o sea “diplomaticamente”, “presidencialmente”, “chamberlainamente”.

Y así llegamos a la razón de Estado. Ésta razón es la cumbre del fetichismo de la política. Como con cualquier otro fetiche, hay que hacerle ofrendas sacrificiales. En verdad, la magia de la política funciona (más o menos) mientras no hay crisis. Por ejemplo, en el caso plasmado magistralmente por Melville en Billy Budd, se sacrifica la justicia ante “la justicia”, y así la cosa continua dentro de su “normalidad”. Paralelamente, en este caso, el gobierno bolivariano cree que puede hacer un pequeño sacrificio ante “la política” y ante “la diplomacia”, que eso no es gran cosa, y que luego todo igual.

Pero en eso el gobierno se equivoca profundamente, hasta “chamberlainamente”. La neutralización de las contradicciones entre la política oficial y los anhelos más profundos de un pueblo –su socialidad y ternura por decirlo así– que logra el “paso fino” de la política fetichizada y burguesa no opera plenamente en un momento de crisis. Éste es nuestro momento, ubicado en una época que arrancó con el “ya basta” del pueblo bolivariano frente a la razón de Estado que llevó Carlos Andrés Pérez a aquellas concesiones econóicas ante lo “necesario”.

Vivimos un tiempo de definiciones. Quizás lo que Churchill representó (por inadecuado que fuese al actuar en aquel papel) para el pueblo británico fue una claridad en cuanto a las definiciones. Su respuesta ante las concesiones vergonzosas de Chamberlain –“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor, y además tendréis la guerra”– tiene ahora mucha vigencia. Pongamos “solidaridad” y “ternura de los pueblos” junto a “honor” entre los principios en juego, y así tendremos un retrato de nuestro momento.

Joaquin Perez Becerra es el caso de hoy, ayer fueron los pasos hacia el reconocimiento del gobierno golpista de Honduras (también coincidiendo con una fecha llamativa: la conmemoración del 11, 12 y 13 de abril), mañana serán otros... Así vemos como “la paz en nuestro tiempo” que se busca con tales concesiones no es paz: sacrificar a personas y a principios en el nombre de la paz sólo nos encamina hacia mayores sacrificios, mientras se nos aleja del concepto mismo de paz.

Caracas, 25/04/2011
La Haine

 

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