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EE.UU., Mundo :: 26/01/2017

Imperialismo y antiimperialismo

Eduardo Victoria Baeza y Andrés Ávila Armella
La victoria y el advenimiento de Donald Trump

Breve Introducción

Para cualquiera cuyo pensamiento sea en parte progresista resulta insultante escuchar las posiciones fascistoides, racistas y misóginas de quien a partir del 20 de enero será el próximo presidente de los EEUU.
De pronto se ponen de modo todo tipo de expresiones un tanto emocionales de rechazo que van desde la depresión del todo esta perdido, hasta la paranoia delirante de la intervención de hackers que desde Moscú controlaron el software electoral en favor de Trump, son el pobrísimo recurso intelectual que han utilizado quienes se conforman solo con la crítica moral del imperialismo.
En EEUU, como en el mundo la quiebra de la izquierda reformista (adherida al libelo de Francis Fukuyama, El fin de la Historia y el último hombre), la ha llevado a plegarse a la ridícula posición de apoyar al menos malo, lo cual en el caso de EEUU ha resultado ser el Partido Demócrata, pero esta posición aparentemente táctica ha logrado confundir a sus propios defensores quienes ahora parecen no distinguir entre una auténtica política progresista y la práctica política del Partido Demócrata que es sin duda imperialista.
Desde México, hemos también detectado una serie de patéticas confusiones en sectores "progresistas" quienes desorientados se lanzan en defensa de la industria maquiladora y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, solo porque Donald Trump los critica discursivamente, o bien tratan de explicar la realidad de la política de estado norteamericana sólo a partir de un fenómeno mediático e insisten en el supuesto absurdo de que los medios de comunicación hacen el capitalismo y no al revés.
Con base en lo anterior, presentamos estas notas como una modesta contribución, desde un análisis Marxista ante el escenario imperialista que está por venir.

Una victoria electoral en el modelo "democrático burgués" no expresa la opinión popular

Intentar explicar la victoria de Trump a partir de la interpretación de los sueños, aspiraciones o voluntad de la mayoría de la población estadounidense está condenada al fracaso, pues sería partir del supuesto falaz de que el modelo "democrático- burgués" tiene por finalidad representar a las mayorías. Asumiendo eso como cierto, sólo nos quedaría lamentarnos por una decisión equivocada pero legítima cuya forma de revertirse seria esperar las próximas elecciones legislativas (dentro de 2 años) y presidenciales (dentro de 4 años) para apoyar directa o indirectamente a los candidatos demócratas. Polemizar entonces sobre los resultados electorales como si todo hubiera sucedido en un día, es como la vuelta del bobo, una explicación que no explica nada pero confunde al proletariado y contribuye a la construcción de la hegemonía del capital. No entender que la victoria de Trump es el resultado de una realidad imperialista, es asumir consciente o inconscientemente
 la mentira de que personajes como él son una excepción a la regla, es en pocas palabras creerse el cuento mediático de que Donald Trump es un empresario antisistema.
Por el contrario, nosotros sostenemos que no hay excepción, que la mayor parte de la burocracia y la oligarquía imperialista es belicista, racista, misógina y opresora, que Obama, por ejemplo (a pesar de su discurso) no era ni pacifista, ni liberal, ni progresista.

Desde nuestro punto de vista son otras las preguntas importantes que debemos hacernos:

- ¿Por qué Donald Trump se encuentra en una posición privilegiada para ganar una elección dentro de un universo de 227 millones de personas habilitadas para votar en los EEUU y por qué 62 millones de éstas lo votaron, Cuál es el papel y el peso que la industria del espectáculo tiene en la población?

- ¿Cuál ha sido el desarrollo tanto de la oligarquía imperialista estadounidense así como el de la burocracia política que ha operado el manejo del estado norteamericano, asegurando el poder económico con una política guerrerista de fuerte militarismo interno y externo, plagada de racismo y prácticas discriminatorias pero que a primera vista se ha sabido camuflar como un sistema democrático liberal?

- ¿Cuáles son en este momento los asuntos de mayor urgencia para el desarrollo de la burguesía imperialista norteamericana, visto desde los ojos de la burocracia político-militar y desde la perspectiva geopolítica?

- ¿Cuál es la verdadera dimensión de la problemática migrante en los EEUU y cómo podemos distinguir entre la problemática real y su uso retórico?

Así pues, expondremos algunos puntos que nos ayuden a resolver estas preguntas.

La crisis capitalista sin resolver, la política neoliberal imperialista solo le ha dado tiempo. Líneas atrás escribíamos sobre la serie de confusiones en que algunos sectores progresistas se han metido a la hora que intentan criticar las políticas capitalistas, a la vez que renuncian a la caracterización científica del imperialismo cuyas bases están en el pensamiento de Marx, Engels y Lenin. Esto ha provocado, un abuso del término neoliberalismo, no como una caracterización de determinadas políticas imperialistas, sino como sustituto del concepto imperialismo o incluso del concepto capitalismo.
El neoliberalismo no es sinónimo de imperialismo, el Imperialismo se da como resultado del proceso de concentración y centralización de capital a nivel mundial, y al tener un núcleo hegemónico, tiene la capacidad de generar políticas económicas de alcances planetarios, a través del capital financiero y de la intervención político militar de las grandes potencias imperialistas para consolidar, intensificar y expandir su dominio sobre las fuerzas productivas en general. En su historia, el Imperialismo ha optado a veces por formas más liberales y otras más proteccionistas, a veces más económicas y a veces más militares, pero estos cambios no consisten en la desaparición del factor militar, ni del factor comercial ni industrial, sino en una cierta planeación estratégica que jerarquiza de acuerdo a las condiciones geopolíticas y a la correlación de fuerzas en la lucha de clases a nivel mundial, cuáles son los factores que deben ocupar mayor importancia en cada coyuntura. Esto se produce de manera contradictoria pues por otro lado la producción capitalista tiene una tendencia anárquica que la hace chocar a veces con los criterios políticos en los cuales suelen poner más atención las cúpulas políticas y militares.
 El neoliberalismo ascendió como propuesta económica mundial para destrabar el estancamiento económico en los años setenta, y como toda táctica imperialista está subordinada a un principio estratégico, el poder económico y político, que no solo pasa por el fortalecimiento del capital sino también por el combate a su enemigo acérrimo, el proletariado organizado políticamente como clase.
El crack financiero de los años 2007 y 2008 fue una advertencia de que las políticas neoliberales con las que el capital norteamericano ha contrarrestado la crisis de larga duración que inició desde la década de los setentas del siglo XX, encierran un riesgo enorme para la propia economía imperialista, pues a pesar de que lograron frenar la caída de las cifras macroeconómicas a través de la exportación de capital, han hecho sentir a buena parte de la población de trabajadores anglosajones, los rigores de un capitalismo alejado casi por completo de la supuesta alianza (popularmente llamada el privilegio blanco) que de facto mantenían con la clase imperialista. El riesgo económico en este caso, se gesta de la propia factibilidad de un aumento en la intensidad de las contradicciones entre capitalistas y trabajadores en el propio suelo norteamericano, lo cual más tarde o más temprano puede desatar a su vez una nueva etapa en la lucha de clases en EEUU que logre derivar en una revitalización de la lucha proletaria.
Desde 1971 (cuando Nixon desconoció el tratado de Breton Woods y cerro la ventilla del oro) quedó claro que el mercado interno en EEUU no podía ser ya el motor de la economía mundial, ni siquiera de la estadounidense y fue necesario que EEUU exportara capitales tanto fijos como especulativos para poder agilizar los ciclos de reproducción de capital, de producción de plusvalía, de realización de la ganancia efectiva y de reinversión de ésta en más capital productivo. No explicaremos por ahora todas las contradicciones en las que está inmerso el gran capital imperialista a nivel mundial en este momento, pero es importante señalar que si bien por un lado esto le ha permitido a EEUU seguir acumulando capital y evitar una recesión mayor, por el otro también ha sido a costa de descuidar aspectos básicos de la economía y sobretodo de la política norteamericana.
El desastre ideológico en el que ha estado sumerigido el movimiento obrero norteamericano, la desorganización del proletariado estadounidense, la rivalidad sembrada y promovida entre grupos étnicos así como una sistemática, brutal e intensa desinformación política en los medios masivos de comunicación; le dan tiempo y oportunidad a la clase imperialista de realizar maniobras anti obreras y antipopulares sin enfrentar una oposición que los haga sentir amenazados; sin embargo, cualquiera que conozca la historia sabe que la inconformidad y la rebeldía son fuerzas latentes y pueden emerger en cualquier momento.
En este sentido, se han mostrado indicios de inconformidad e insatisfacción entre diversos sectores de la población de trabajadores en los EEUU, que se sintieron más atraídos por las propuestas de Sanders o de Trump que por el gastado discurso neoliberal de Hillary Clinton; pero honestamente no es ese el nivel en el que los estrategas de la política imperialista fijan su atención, sino en las auténticas expresiones de rebeldía organizada que se han vivido en los EEUU en los últimos diez años. Las movilizaciones que en 2006, 2007 y 2008 protagonizó la población de origen latinoamericano, así como las verdaderas batallas callejeras que han librado los afroamericanos en contra de la brutalidad policiaca, son signos más que visibles de una conflictividad que crece sin control.
Sería muy peligroso para la clase dominante que los trabajadores anglosajones con los que, repetimos; el estado norteamericano tiene un pacto no escrito de explotación moderada a cambio de lealtad política, se identificaran con los afroamericanos y los inmigrantes en su condición de clase.
Por lo anterior, creemos que quienes apoyan y asesoran a Donald Trump, dando un paso hacia adelante le han ofrecido a esa población (la anglosajona) una renovación de su pacto histórico, mientras lanzan una seria advertencia a los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad norteamericana: "No los dejaremos ser mayoría, para ustedes no habrá trato; trabajen sin protestar y acepten lo que se les da o serán reprimidos con deportaciones o criminalización étnico-cultural".
La posición que abandera Trump probablemente no sea del máximo agrado de quienes a través de la exportación de capitales hicieron y siguen haciendo grandes fortunas y seguramente consideran precipitadas y riesgosas algunas de sus propuestas, pero eso no significa que se opongan rotundamente o que renuncien a defender sus privilegios. Por otra parte, evidentemente hay sectores de la oligarquía imperialista que sí consideran oportuna y necesaria esta posición y son éstos quienes han financiado y sostenido políticamente el proyecto.

La estrategia geopolítica es central

A pesar de que gran parte de la campaña de Donald Trump dirigió su retórica al tema de los migrantes, eso no quiere decir ni por un momento que éste sea el único factor que ha influido en la decisión de quienes realmente orientan el curso de las elecciones. En este sentido, la propuesta táctica de dominio mundial ha jugado un papel fundamental. Sin duda, cada oligarca y militar norteamericano sueña con aplastar a Rusia y a China pues son un contrapeso a su estrategia mundial, pero por la misma razón saben que estos asuntos no deben tomarse con ligereza.
Las invasiones promovidas por Bush en Irak y Afganistán, el genocidio de Obama en el norte de África y el medio oriente, así como las desastrosas maniobras en el este de Europa; dieron como resultado graves puntos fallidos que obligan al estado norteamericano a rectificar varias aristas políticas.
Cabe resaltar que la dupla Obama-Clinton estaba construyendo una delirante política de confrontación militar contra Rusia que fácilmente podía haber derivado en una guerra mundial, para la que Hillary Clinton se presumía lista y con posibilidades de ganar. Parte de la oligarquía imperialista alcanzó a apreciar que por ahora el riesgo de una aventura belicista nuclear era demasiado alto, más aún cuando éste riesgo se conjuga con una política económica en donde a pesar de contar con capital en forma de dinero, hay una fuga de capital industrial que en tiempos de guerra es fundamental.
Trump y su equipo han propuesto una política de contención de la fuga de capital industrial y eligen el camino de la presión comercial sobre China, utilizando a México (la cancelación por ejemplo, de proyectos de la industria automotriz), como un ejemplo retórico y propagandístico de dicha fuga de capital. Pero hay que ser muy claros al respecto, ni Trump, ni los republicanos ni la oligarquía imperialista ni la burocracia imperialista renuncian a la expoliación de México, a la exportación de capitales, a la importación de plusvalía ni al dominio económico, político y militar del mundo, pero sí han propuesto un giro en las tácticas imperialistas que estiman les dará mayor ventaja para afrontar una guerra inevitable con sus competidores.
Es muy importante advertir que no debemos subestimar lo que está por venir, Trump aún debe probar que su propuesta es viable en los hechos y en la medida que acierte, él y su grupo serán más poderosos. Si esto sucede, las fuerzas más conservadoras y fascistas en los EEUU, estarán mejor posicionadas y aprovecharán el momento para acentuar las políticas antisindicales, antiinmigrantes y anticomunistas; la historia nos enseña que todo lo material es posible y no descartamos que se generen actos atroces de odio racial y de represión en contra de los inconformes a través del terror.

La lucha antiimperialista

No hay antiimperialismo verdadero sin internacionalismo proletario; éste último sólo es posible cuando el proletariado está organizado como clase sin depender de supuestos sectores progresistas de la burocracia imperialista. El miedo al conservadurismo extremo y al fascismo no convierten en un acierto la dependencia política a personajes como Barak Obama, Hillary Clinton o Bernie Sanders en los EEUU (o sus equivalentes en América Latina: Gustavo Petro, José Mujica o Lula da Silva, entre otros), que tras una retórica anti neoliberal y anti imperialista, buscan matizar y embellecer la esencia del libre mercado y del imperialismo en general. Esto fue explicado y debatido avasalladoramente por Lenin en su polémica con Kautsky.
Es inaceptable que malintencionados y confundidos sigan planteando que la ruta hacia el bienestar de los trabajadores pasa por la alianza de éstos con la oligarquía imperialista. Admitir la "grandeza de Norteamérica" como forma de inclusión para los afroamericanos y los inmigrantes es aceptar sumisamente el papel que la oligarquía les ha asignado en la historia. Infortunadamente, buena parte de ésta población, envenenada por la bandera del nacionalismo ha caído en la trampa del sueño Americano y el chantaje patriótico.
La desmovilización como un mecanismo de control suave de la población inconforme y excluida en los EEUU se ha convertido en una debilidad política que coloca a Trump y a su equipo en una inmejorable posición para aumentar su grado de agresividad contra los trabajadores.
En los EEUU más que nunca se hace necesaria con urgencia la unidad de todos los trabajadores y de todos los grupos étnicos-culturales, promoviendo la bandera del trabajo como la única que una a los explotados, luchando incansablemente por vencer y aplastar de una buena vez el chauvinismo y el supremacismo que únicamente favorecen la estrategia de dominio imperialista. Es necesario también, promover la conciencia proletaria e internacionalista para comprender que la liberación de los trabajadores de la explotación, la opresión colonial, el racismo y todas las formas de discriminación pasan por un mayor grado de colaboración entre explotados y oprimidos de todos los países, pues de lo contrario seguiremos siendo presas de los charlatanes de la política y de los medios masivos de comunicación que con explicaciones cortas y fantasiosas acentúan nuestra ignorancia, aislamiento y debilidad. Las fuerzas idóneas para construir los lazos internacionalistas no son los partidos políticos electoreros, sino los sindicatos, las organizaciones populares y las fuerzas revolucionarias. Nuestro escenario no son las urnas sino las calles y la lucha organizada con perspectiva ideológica propia y combativa.

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