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Argentina :: 12/03/2017

Sobre el conflicto docente en Argentina

Miguel Mazzeo
Funcionarios y periodistas, reaccionarios e impiadosos, destilan su veneno por la TV o en la prensa escrita. Quieren justificar los bajos salarios

El gobierno de Mauricio Macri y la coalición Cambiemos, junto con sus aliados corporativos, busca empobrecer a los docentes por la vía del deterioro progresivo de sus salarios reales, al tiempo que ensaya métodos para quebrar su fuerza social y política, entre otras cosas suprimiendo las paritarias nacionales.

Aunque se cuiden de decirlo abiertamente, los funcionarios del gobierno pretenden sustituir a maestros, profesores, aulas y bibliotecas, por programas informáticos. Quieren desprofesionalizar y descalificar el trabajo docente, quitarles el control del proceso educativo. Para eso los estigmatizan y los enlodan. Ni distribución ni reconocimiento.

En este, como en otros terrenos, el gobierno insiste en desplazarse por una tangente irracional.

Los grandes medios de desinformación, por su parte, han lanzado una campaña feroz en contra de los docentes. Los presentan poco menos que como inválidos u oportunistas, “gorrones” que pretenden sobrevivir usurpando el presupuesto Estatal; los tildan de irresponsables, de incapaces, entre otras linduras. Quieren justificar la condición de infra-remunerados que padecen. Se ensañan especialmente con sus representaciones gremiales. Buscan sumar a su cruzada en contra de los maestros y la educación pública a aquellas franjas de la sociedad donde el sistema ha inoculado mucha inhumanidad e indiferencia.

Los grandes medios de desinformación ocultan y trivializan. Juegan con los significados ambiguos que adquieren algunas aspiraciones sociales. Como siempre, recurren a verdades parciales para ocultar mentiras generales. Por momentos parece que quieren guiar a la sociedad a un abismo de crueldad. Son los grandes aliados del gobierno. Construyen imágenes contrapuestas para el consumo de incautos; la del “buen docente”: sumiso, un tanto desvastado cognitivamente por el relato de la meritocracia, la vocación o la competitividad, rompehuelgas; y la del “mal docente”, conciente, solidario con sus compañeros y sus estudiantes, organizado, sindicalizado, un verdadero agente de ciudadana democrática, social, ambiental, intercultural, y un largo etcétera. (Todo esto a pesar de su condición de infra-remunerado).

Funcionarios y periodistas, reaccionarios e impiadosos, destilan su veneno por la TV o en la prensa escrita. Quieren justificar los bajos salarios. Aprovechan para auspiciar, en forma abierta o solapada, los procesos de privatización en todos los ámbitos. Después, seguramente, volverán a decir, como una letanía, que todos los males del mundo se solucionan con más educación. Los conformistas y los reprimidos parecen tener una relación nostálgica con la educación.

Entonces, se trata, nada más y nada menos, de defender la educación pública, en todos sus niveles, contra el proceso de mercantilización que pretende ganar terreno en todos los planos de la vida social.

La escuela pública, la universidad pública, asumen el desafío de fortalecerse como espacios de resistencia contra la mercantilización y la descoletivización; contra las políticas que pretenden implementar unos funcionarios lectores de libros sobre innovaciones gerenciales que no quieren maestros en su República (así como Platón no quería poetas en la suya); contra los tecnócratas que defienden modelos escolares reduccionistas basados en la oferta y la demanda; contra unos conductistas furiosos que quieren generar una mano de obra dócil y adaptable a los requerimientos de las grandes corporaciones. Una mano de obra “competitiva”. Bien sabemos que competir con la mano de obra esclava de otras regiones del planeta implica convertir en esclavos a los trabajadores de nuestro país. Los docentes argentinos se niegan a jugar esas funciones. Resisten, luchan, enseñan.

Los docentes argentinos han resistido durante décadas el proceso de mercantilización. Los artefactos disciplinadores, los aparatos de manipulación a escala industrial no pudieron y no podrán con ellos. Ese ha sido uno de sus méritos más salientes. Y, hoy por hoy, un piso sólido.

Lanús Oeste, 10 de abril de 2017
La Haine

 

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