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Pensamiento :: 13/06/2004

Bruselas y la yanquización de Europa

Alizia Stürtze - Gara/La Haine
Incluso para las decenas de miles de independentistas de izquierdas que vamos a hacer fracasar hoy el Pacto PP-PSOE votando a HZ (¡enhorabuena a todos!), Bruselas nos pilla un poco lejos.

Las campañas de los grandes partidos estatales y regionales tampoco han servido mucho para acercar a la ciudadanía a lo que se cuece en esa fusión orgánica entre capital y Estado que es la UE. Y es que ni a Gasteiz ni a Madrid, ni a Paris tampoco, les interesa que tomemos conciencia del problema, es decir, que a través de la UE, se está llevando a cabo una yankización de Europa, o lo que es lo mismo, que desde Bruselas se llevan ya años marcando las líneas directrices de una reestructuración en profundidad de la economía que ponga los capitales públicos en manos de nuevos oligopolios privados, y permita una mayor concentración monopolística y una sobreacu- mulación con la que hacer frente a la crisis del sistema, solventar sus crecientes contradicciones y avanzar en su exacerbada guerra interimperialista con EEUU, ícuya implantación económica progresiva en los diferentes países de Europa central y oriental deja por cierto una vez más al descubierto su clara voluntad hegemónicaí.

«Convertir para 2010 a la UE en la economía más competitiva y dinámica del mundo» es el lema que, basado en el mito del «progreso», esconde en realidad la destrucción total del cada vez más escuálido «Estado del bienestar», y el vaciado total de esos teóricos derechos humanos, económicos, sociales y culturales que son la base sine qua non de la democracia misma. Todo ello con la imprescindible connivencia, claro está, de los gobiernos estatales y autonómicos, que no son, como nos quieren hacer creer, víctima de unas potentes multinacionales ni presa de unos incontrolables mercados financieros, sino sus representantes más leales: no en vano son el aparato privilegiado de los privilegiados, el que consagra y organiza el proceso de acumulación capitalista, frente al (y no en equilibrio con) el mundo del trabajo.

A pesar de toda la rimbombante palabrería hueca de esta campaña electoral, no hay más que leer la prensa de estos últimos días para comprobar hasta qué punto cumplen Gasteiz y Madrid las directrices comunitarias, y cómo éstas coinciden en sus grandes líneas con las que les marcan la gran patronal española, la catalana o la vasca (dirigentes «cooperativistas» de MCC incluidos), que, deseosas de hacerse un lugar de privilegio en la UE, están necesitadas de macrofusiones, de infraestructuras, de políticas fiscales favorables y de privatización del dinero público. Bailando al son que le tocan, la propia Jaurlaritza nos amenaza con deslocalizaciones, con reorientaciones estratégicas y con el traslado de nuestros puestos de trabajo a lugares más «competitivos» si seguimos insistiendo en exigir unas condiciones laborales dignas. Ni el tripartito ni el PSOE tienen empacho en seguir la pauta de Bruselas y poner todos los medios políticos, legales y mediáticos para llevar a la práctica y además justificar la liberalización (previos desmantelamiento y degradación graduales) de servicios inherentemente públicos como el transporte, la educación, la salud y las pen- siones, o la destrucción de empleo fijo y la generalización de la subcontratación y la precariedad en el trabajo, incluso dentro de las mismas empresas públicas: hay que «americanizar» el mercado del trabajo sino queremos que otros «nos coman la tostada».

Tras la brutal conversión del deporte y la cultura en mera mercancía, desde los departamentos de Educación se defienden ahora sin rubor los ejes de la mercantilización escolar planteados en la Declaración de Bolonia de 1999, que pretenden convertir la educación en una industria, el alumno en un cliente y la universidad en una especie de factoría o de oficina de colocación donde aprender cosas prácticas con las que encontrar luego un empleo. Desde ese buque insignia del capital ¿vasco? que es Mondragón Corporación Cooperativa ya nos lo explican muy bien: «hay que orientar las actividades universitarias a las necesidades empresariales». Olvidémonos pues de todo aquello como la filosofía o la historia que no tenga valor práctico en el mercado de trabajo: se trata de «troquelar» trabajadores ad hoc; y, de paso, de rebañar los pingües beneficios que puede generar una educación privatizada y comercialmente explotable.

Así pues, el hecho de que llevemos ya años padeciendo las políticas ultraliberales del gran capital y del imperialismo europeos, la constatación de que éstas se van a agravar durante los próximos años y la comprobación de que son nuestros propios políticos los que con más o menos contradicciones las van poniendo en marcha, nos lleva a la necesidad de teorizar sobre las nuevas batallas en esta nueva fase y de replantearnos y de redefinir desde lo local, y también en coordinación con otras fuerzas y movimientos de izquierda, alternativas reales y prácticas al modelo que nos quieren imponer.

No a la yankización de Europa. Como muy bien señala el PTB: «Hay dinero; la gente primero».

 

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