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Estado español :: 20/09/2007

Cuando la bolsa se devora a sí misma

Miguel Ángel de Lucas
La crisis de las subprima deja al descubierto el crecimiento artificial del boom hipotecario. El 16 de agosto las principales bolsas del mundo se desplomaban ante el pánico de los inversores. La burbuja inmobiliaria ya ha estallado en EE UU. Pero, según numerosos analistas, aún no se ha tocado fondo.

En los círculos económicos cuentan una anécdota verosímil: los asesores económicos de la Casa Blanca llevan semanas explicándole a Bush la actual crisis financiera sin que éste logre entender lo que ocurre.

En principio, hallar el motivo que vincula los problemas hipotecarios de una serie de familias de EE UU de bajos recursos con un desplome en cadena de las bolsas de todo el mundo se antoja una tarea complicada. Pero el batacazo bursátil de este agosto resulta ilustrativo sobre la nueva economía. Como en toda avería, la llegada de un reparador (papel ejercido por los bancos centrales de Europa, EE UU, Japón y Canadá) permite ver de cerca los mecanismos del sistema: un juego basado esta vez en la venta y reventa a escala global de un dinero sumamente dudoso (la deuda hipotecaria) y después en el rescate de los grandes poderes económicos con dinero público cuando la máquina especulativa no daba más de sí. Al final, en la cuneta quedan las miles de familias cuya situación ha sido descrita por el periodista Claudio Testa: “el capitalismo necesita que sus esclavos asalariados sean también buenos consumidores. Pero la solución no es aumentarles el salario real (afectaría las ganancias), sino darles créditos. El esclavo endeudado hasta las narices, no sólo mueve la economía, sino que está doblemente sometido”. Estas páginas recorren el camino que ha llevado a la situación actual.

SU CRÉDITO, SIN PREGUNTAS

Entre 1995 y 2005, EE UU vive la edad de oro del ladrillo. La vivienda vive su ciclo expansivo más largo y se multiplican los compradores, lo que supone un jugoso negocio para las constructoras y las agencias de crédito. Cuando el mercado no da más de sí y los clientes no piden más préstamos, el sistema financiero hace que se disparen los créditos subprime: préstamos para personas que no demuestran solvencia para devolverlos. La competencia entre las agencias lleva a ofrecer condiciones en teoría más ventajosas. Hasta se popularizan hipotecas llamadas no-doc (no piden datos de ingresos). La parte negativa: a cambio, los intereses son mucho más elevados. Entre 2000 y 2006 estos préstamos se cuadriplican.

EL NEGOCIO DE LA DEUDA

La deuda se encuentra en la base del mercado financiero. Los prestamistas hacen paquetes de hipotecas (el dinero que se les debe) y los venden a los bancos. Los bancos, a su vez, ofrecen este producto a los inversores en forma de ‘titulizaciones’ (títulos que dan derecho a cobrar los pagos). Falta otro paso más: corredores de bolsa y hedge funds (fondos de alto riesgo) se hacen con estos títulos y los mezclan con otros productos financieros más seguros para hacerlos más presentables ante los inversores. Una vez camuflada su volatilidad, estos paquetes se extienden por bolsas y compañías de todo el mundo. En este tiempo, todos ganan. El problema surge cuando falla la base. En marzo de 2007 saltan las alarmas: la dificultad de los hogares para pagar sus deudas lleva a que se dispare la tasa de morosidad (impagos).

EL ‘ALTO RIESGO’ RESULTA SERLO

La rueda cambia de sentido. El aumento de los tipos de interés y el estancamiento del mercado inmobiliario hace que los impagos lleguen hasta un 13,77% (14 de cada 100 personas no pueden pagar sus hipotecas). New Century, entidad dedicada a las subprima, pierde un 98% de su valor. También se desploma Countrywide Financial, la mayor entidad de crédito hipotecario. El efecto dominó se extiende a las bolsas de todo el mundo. La bolsa de Madrid, por ejemplo, tuvo su peor día desde la turbulencia política con el cambio de gobierno

RESCATAR AL MERCADO

La pérdida de confianza (los inversores deciden retirarse al ver que no hay fondos detrás de los productos) se une a la llamada ‘falta de liquidez’ (los grandes poderes económicos dejan de prestarse dinero mutuamente). A lo largo de los siguientes días el Banco Central Europeo (BCE), la Reserva Federal y el Banco de Japón ofrecen a los bancos préstamos millonarios para engrasar el sistema financiero (con cifras superiores a las puestas en circulación tras el 11-S). Mientras, las familias hipotecadas se ven sin posibilidades de pago y sin poder vender su vivienda por la crisis.

http://www.diagonalperiodico.net/article4481.html

 

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