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De Hasél a la prohibición del 8M: la falsa democracia plena del Régimen del 78
En las últimas semanas hemos visto constantes episodios de afrentas y atropellos contra los derechos más básicos de las clases populares que muestran un régimen profundamente antidemocrático. También hemos asistido a todo tipo de respuestas y resistencia a la escalada represiva liderada por el Gobierno.
Desde las movilizaciones de jóvenes tras la detención de Hasél hasta los llamados a rebelarse contra la prohibición del 8M, pasando por otros muchos episodios de movilización, muestran un escenario en el que la protesta social y la lucha de clases podrían volver a ocupar mayor protagonismo.
En medio de una de las mayores crisis económicas de la historia, y de un fuerte retroceso de las condiciones de vida de las clases populares, el malestar y la protesta social vuelven otra vez a irrumpir en el escenario político. Al mismo tiempo esto hace que aflore de manera constante ejemplos de la naturaleza antidemocrática y represiva del Régimen del 78.
En una espiral peligrosa que amenaza con provocar fuertes desequilibrios en el orden capitalista del Estado español, cada intento de movilización se encuentra con duras respuestas por parte del Estado y el gobierno central, lo cual es el caldo de cultivo para seguir provocando mayor desafección y malestar entre la población. A esto se le suma los permanentes escándalos que se generan desde distintas instancias del Régimen.
Doble rasero para juzgar quien puede o no manifestarse
El último ejemplo lacerante de vulneración del derecho a manifestarse es la prohibición de este jueves por parte del gobierno “más progresista de la historia” de las movilizaciones feministas del 8 de marzo. Desde Delegación del gobierno se justifican diciendo que se trata de una cuestión de salud pública. Sin embargo contrasta con las distintas concentraciones y manifestaciones que han permitido celebrarse en pleno pico de la tercera ola en estas últimas semanas. También destaca el hecho que las prohibiciones siempre parecen inclinarse del mismo lado.
De esta manera hemos visto como a mediados del 2020 se producían las movilizaciones de los llamados “Cayetanos”. En donde no se respetaban ningún tipo de distancia social y muchos acudían sin mascarilla. O también las manifestaciones directamente negacionistas del coronavirus en la plaza Colón en Madrid. Donde acudieron miles de personas desde distintas partes del Estado y donde evidentemente tampoco se tomaron ningún tipo de medida para evitar posibles contagios.
Las movilizaciones de la extrema derecha también han gozado de carta blanca por parte del gobierno a la hora de celebrar sus concentraciones. La ultima y más polémica ha sido la convocada por colectivos fascistas y neonazis para homenajear a la División Azul.
En el mismo momento en que se producían estas movilizaciones abiertamente fascista, el pasado 14 de Febrero se prohibía una manifestación en defensa de los servicios públicos, cuando los convocantes se comprometían a mantener las medidas de seguridad necesarias. También fue el caso de las movilizaciones de pensionistas, que tuvieron que ser canceladas ante la amenazas de multas y represión.
Ahora nuevamente se cancelan las concentraciones del 8M, y no se trata de una cuestión sanitaria como quiere hacernos creer el gobierno, sino que es una forma de ceder a las presiones de la derecha y un intento por parte del PSOE, con el amparo de Unidas Podemos, de controlar las calles.
La Corona y las movilizaciones juveniles a raíz de la detención de Hasél
La Corona esta siendo el otro gran factor de inestabilidad y desafección con el Régimen. En la última etapa los escándalos parecen acumularse semana a semana e incluso a veces día a día. Los tejemanejes del rey emérito han sido un constante quebradero de cabeza para quienes intentan darle un mínimo barniz democrático a esta institución. A las cuentas en Suiza y los cobros de comisiones de los miembros de la familia real, se le suma ahora los obscenos privilegios de la princesa Leonor que se marcha a uno de los colegios más caros del mundo mientras muchos de los hijos e hijas de la clase trabajadora tiene que abandonar sus estudios. En esta semana también se conocía como las infantas, las hermanas de Felipe VI, se vacunaron mientras sectores enteros de la población de riesgo permanece sin poder acceder a la vacuna.
Esto ha convertido a la Corona en una de las instituciones más odiadas y deslegitimadas. No en vano es una de las que mejor muestra la naturaleza antidemocrática del Régimen del 78 y su herencia directa con el franquismo. Esta desazón con la monarquía que empieza a ser generalizada entre la población, sobre todo entre los jóvenes, ha tenido este principio de año un nuevo punto de inflexión con las movilizaciones desatadas a raíz del encarcelamiento de Pablo Hasél.
Este conocido rapero fue detenido por el contenido de sus canciones y de sus publicaciones en redes sociales, en las que hacía críticas abiertas a la monarquía. Amparándose en las leyes más retrogradas del código penal fue finalmente juzgado y está en proceso de recibir condena.
Esta severidad con la que se juzga a un cantante, mezclada con la dureza con la que la policía atosiga a los jóvenes en los barrios populares y la impunidad abierta y odiosa con la que se salen con la suya una y otra vez los miembros de la Casa real, son las que explican la explosividad de las manifestaciones sobre todo en Catalunya.
Policías, nazis y militares como fuerza de choque contra la clase trabajadora
En esta cascada de afrentas antidemocráticas contra las clases populares que han despertado la indignación y puesto de relieve el carácter autoritario del Régimen, la policía y los cuerpos y fuerzas de seguridad también han jugado un papel protagonista. De esta manera se han producido numerosos episodios de violencia policial y se han mostrado sus vínculos desacomplejados con la extrema derecha.
Así hemos podido ver como en el pueblo de Linares, en Jaén, un grupo de policías daban una paliza a un habitante de este pueblo y su hija. Durante días se produjeron manifestaciones de repulsa en las que los antidisturbios llegaron a utilizar munición real contra los manifestantes, dejando heridos de bala.
Por otro la do en Madrid, este último fin de semana la policía mostró la enorme complicidad que tiene con grupos neonazis, al permitir que reventaran una manifestación en defensa de la sanidad pública. Pero en este caso no solo es que dejaran las manos libre a un grupo de nazis para que intentaran agredir a los manifestantes, sino que cuando estos intentaron defenderse la policía reprimió y detuvo a un líder sindical de la CGT.
Pero no solo los policías muestran su tendencia hacia posiciones de extrema derecha. También los militares han tenido diversos episodios en los que mostraban el profundo desprecio hacia el pueblo trabajador y su nostalgia franquista. Esto se expresaba en uno de los chats de altos mandos militares en donde afirmaban tener el deseo de “fusilar a 23 millones de hijos de puta” para arreglar los problemas del país y que la fiscalía descartó hace dos días como delito.
Mientras más avance la crisis y la protesta social vuelva a ponerse en el centro del escenario político de manera más feroz el Régimen del 78 mostrará su carácter de clase y antidemocrático. Acabar con la monarquía, la abolición de una policía anti popular y anti obrera y luchar en general por una democracia auténtica pasa por asumir que nos encontramos ante un Régimen que es imposible reformar y al que hay que impugnar en su totalidad. Las movilizaciones de jóvenes en estas semanas y de trabajadores de distintos sectores, y la propia resitencia a todas estas medidas antidemocráticas del Estado y el gobierno podrían preanunciar la posibilidad de avanzar en ese sentido.
