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Pensamiento :: 29/01/2007

De los marxistas arrepentidos al anarco-trotskismo

Miguel Urbano Rodrigues
El mundo latinoamericano se tornó una caldera donde hierven ideas. El debate es fascinante, mas, seguido desde Europa, no es fácil para aquellos que desconocen la región moverse en un laberinto de posiciones y discursos contradictorios

En las épocas en que el movimiento de la historia se acelera y grandes acontecimientos comienzan a transformar la vida de los pueblos la batalla de las ideas se intensifica, reflejando las tensiones sociales.

Aconteció eso durante las Revoluciones Francesa y Rusa. Las rupturas que modelan el futuro quedan señaladas por el surgimiento de personalidades excepcionales en la esfera del pensamiento, de la acción, del arte.

En América Latina, la Revolución Libertadora, en el inicio del siglo XIX, fue uno de esos periodos. En el breve espacio de veinte años surgió ahí para influir en el rumbo de la historia una generación de revolucionarios como Bolívar, San Martín, Artigas, O"Higgins, Hidalgo, Morelos.

Hoy cuando la humanidad enfrenta una peligrosa crisis de civilización, la América Latina emerge como escenario de rechazo por sus pueblos del neoliberalismo globalizado que les fue impuesto por un sistema imperial mounstroso.

En la última década dirigentes carismáticos con programas progresistas fueron electos, casi siempre con amplias mayorías, en Venezuela, en Brasil, en Ecuador, en Argentina, en Uruguay, en Bolivia, en Nicaragua.

El mundo latinoamericano se tornó una caldera donde hierven ideas. El debate es fascinante, mas, seguido desde Europa, no es fácil para aquellos que desconocen la región moverse en un laberinto de posiciones y discursos contradictorios.

La dificultad es tanto mayor cuando algunos de los presidentes electos como representantes de proyectos de izquierda no honraron los compromisos asumidos. En Ecuador, Lucio Gutiérrez llevo la traición tan lejos que el pueblo se levantó para derribarlo. En Brasil Lula, que en el primer mandato desarrollo una política neoliberal, afirma ahora con desfachatez, después de la reelección, que no es de izquierda y critica como inmaduros aquellos que llegados a los 60 años no cambiaron como el. En Argentina, Kirchner, ex-peronista, se comporta como eximio malabarista, pero su política responde en lo fundamental a los intereses de la gran burguesía y de las trasnacionales.

En Nicaragua poco se puede esperar de Daniel Ortega en la secuencia de su alianza con el cardenal Obando y los políticos de la extrema derecha.

El aggiornamento de políticos que, investidos en la Presidencia, optaron por estrategias de compromisos con el gran capital tendría normalmente que ser acompañado por multitud de cortesanos para los cuales la praxis y la ideología del Poder son la referencia.

Emir Sader escribió sobre el tema (odiario.info 24.1.2007) el articulo "Guía para ser ex-izquierdista" en el cual fustiga a los intelectuales y políticos que, contemplados con prebendas ventajosas, tratan de limpiarse los pecados de juventud y actúan hoy como epígonos del Poder.

Es heterogénea esa fauna de "arrepentidos". En ella hay de todo, desde ex-trotskistas a ex -albaneses, pasando por ex-comunistas. Lo que los une es la "conversión". Todos acabaron por colocarse al servicio del capitalismo que antes combatían.

Conocemos un fenómeno similar en Europa. De la legión de inflamados dirigentes "revolucionarios" de Mayo del 68 francés rarísimos no se adhirieron al sistema que antes diabolizaban, empezando por el alemán Cohn Bendit. La confusión en la época era tan grande que al surgir en la Universidad de Paris la "escuela" de los Nuevos Filósofos no falto quien identificase en ellos a la vanguardia de una Nueva Izquierda. La profecía se deshizo cuando fue evidente que esos jóvenes "pensadores" despuntaban como embrión de una derecha obcecada por el combate al comunismo.

El fin del socialismo en la URSS y la disgregación del gran país provocaron poderosos movimientos sísmicos en la mayoría de los partidos comunistas

En Europa millares de intelectuales descubrieron que las prodigiosas transformaciones que estaban ocurriendo con la revolución científico-técnica exigían nuevas formas de intervención en las luchas políticas. En las grandes universidades científicos sociales de prestigio proclamaron que el comunismo habia muerto. Las campañas para la renovación del marxismo se volvieron casi una moda. El condimento más común fue el ataque a los sindicatos, como vejestorio innecesario en el mundo contemporáneo.

De la atribución a Stalin de todas las responsabilidades por la derrota del socialismo, los "renovadores" pasaron a la exégesis de la obra de Lenin y acabaron concluyendo que al final la raíz del desastre soviético se encontraba en su pensamiento. Esos modernos revisionistas no descansaron en su profundo repensar de la historia hasta que anunciaron al mundo -algunos en tesis de doctorado- que el origen del mal estaba en Marx. Es de dominio público que casi todos acabaron, como intelectuales posmodernos, adhiriéndose, ostensiblemente o discretamente, al neoliberalismo. No pocos le sirven hoy con celo y provecho material.

***

En América Latina un cierto izquierdismo de nuevo tipo coincide con la corriente de "arrepentidos" que tratan de instalarse en los palcos del Poder. Es en las universidades donde se localiza el polo de las campañas lanzadas por un puñado de politólogos cuyo mensaje doctrinal se asienta en la convicción de que América Latina, con pocas excepciones, esta madura para una revolución de proporciones continentales.

Pero sobre todo es a través de periodicos o web progresistas que la mayoría teoriza, difundiendo su pensamiento.

Siento alguna dificultad para comentar esa explosión de revolucionarismo, por la diversidad de las posiciones que los autores de esos trabajos asumen y por la intención que de ellos se hace evidente. Cualquier crítica generalizadora seria imposible, porque algunos son de autoría de gente seria.

En primer lugar los ensayos y artículos a que me refiero inciden sobre acontecimientos y dirigentes de varios países donde conquistaron la Presidencia personalidades muy diferentes.

Me incluyo entre aquellos que desde el inicio criticaron los gobiernos de Lula y Kirchner por su estrategia de concesiones al imperialismo y a las burguesías locales. En Brasil y en Argentina estaban reunidas condiciones objetivas y subjetivas para llevar adelante proyectos nacionales de ruptura con el neoliberalismo. Y, en ambos casos, los Presidentes capitularon frente a las presiones del imperialismo.

En la compleja situación existente en Brasil -país que conozco mejor- la descomposición del Partido de los Trabajadores y la cobardía de Lula desencadenaron una justa oleada de de indignación a nivel interno e internacional. Pero de ahí a colocar el rotulo de traidores a cuantos aún no rompieron públicamente con el gobierno brasileño hay una distancia para mi inalcanzable. Desapruebo concretamente los anatemas lanzados por intelectuales izquierdistas contra el MST, acusado de colaboracionista por no haber entrado aún en la ruta de choque frontal contra el Poder.

Más graves que esa actitud son, en mi perspectiva, las campañas que atacan al boliviano Evo Morales, al ecuatoriano Rafael Correa y sobretodo al Venezolano Hugo Chávez. Sobre los dos primeros llueven críticas reveladoras de inmadurez política.

Evo no desilusionó hasta ahora a los que identificaron en su victoria electoral la esperanza de liberar Bolivia de una humillante opresión imperial. Fue más lejos de lo que yo esperaba, conociéndole el pasado y la ausencia de una formación ideológica sólida. De el se puede decir que avanzó con la Historia. Desde que tomo posesión, gobernó en una coyuntura de crisis endémica, resistiendo a una ofensiva permanente de la derecha y del imperialismo, aliados en una cadena conspirativa compleja. En el propio gobierno, la relación de fuerzas existentes ayuda a percibir que el vice-presidente actua como un contrarrevolucionario potencial, defensor de aquello a que llama el "capitalismo andino-amazónico". En el Departamento más rico del país, Santa Cruz, la oligarquía local desarrolla maniobras separatistas.

Es por tanto romántica y poco sensata la actitud de los intelectuales que, semana tras semana, critican a Evo por no contar el con una estrategia revolucionaria orientada para la proclamación del socialismo a corto plazo. Simulan ignorar la existencia de una poderosa burguesía y de unas Fuerzas Armadas en las cuales la mayoría de los altos mandos es conservadora. Con sus llamados a las masas, esos izquierdistas apenas contribuyen para dividir a la clase obrera y al campesinado sembrando ilusiones que solo favorecen a los enemigos del pueblo boliviano.

No olvido situaciones que acompañé en Bolivia durante el gobierno progresista del general Juan José Torres cuando, en junio del 71, en vísperas del golpe de Banzer que implantó una dictadura sanguinaria, le exigían lo imposible. Recuerdo que en la Paz, en la Asamblea del Pueblo, escuché vehementes llamados a la inmediata toma del poder, lanzados por "revolucionarios" que después del golpe buscaron asilo politico en los Estados Unidos. Identifico -subrayo- en las diatribas contra Evo Morales, frecuentes en periódicos y web progresistas, manifestaciones de un ultra izquierdismo que solamente lleva agua los molinos de la reacción.

En el caso de Rafael Correa las críticas comenzaron antes, incluso, de su investidura en la Presidencia.

Es temprano para así proceder a una previsión del rumbo de Ecuador en el año ahora iniciado. Pero el jóven presidente inicio su mandato con coraje y determinación. En su discurso de posesión, pronunciado en una aldea indígena de la Cordillera de los Andes, reafirmó los compromisos constantes de su programa.

Correa proclamó su respeto por la Revolución cubana, expresa su admiración por la revolución en curso en la Venezuela Bolivariana, responsabiliza al imperialismo norteamericano por la situación semicolonial de su país, condena al ALCA y defiende una integración solidaria de los latinoamericanos. No solamente criticó las fumigaciones de tierras fronterizas por la fuerza aérea colombiana, si no que informó a Uribe que rechaza considerar a las FARC como una organización terrorista.

Aclaró que no renovará el acuerdo que permite el funcionamiento en el país de la gigantesca base militar de los EEUU en Manta y lamentó no tener condiciones en el momento para poner fin a la dolarización. Casi un tercio de las divisas entradas en el país son provenientes de las remesas de los emigrantes y el chantaje de Washington sobre el tema fue evidente durante la campaña electoral.

Pero, aunque casi todas las iniciativas hasta ahora tomadas por Rafael Correa son positivas ya es objeto de ataques insistentes de personalidades y grupos izquierdistas.

Tal como a Evo Morales le piden lo imposible, como si Ecuador estuviese en el inicio de una situación revolucionaria. Ahora, Correa enfrenta un Poder Judicial hostil y corrupto y en el Legislativo la mayoría todo hará para sabotear la ejecución de su programa.

Merece, además, reflexión la casi ausencia de artículos y comentarios de los grupos izquierdistas sobre la crisis colombiana. En la patria de Nariño, una guerrilla marxista-leninista libra hace más de cuatro décadas una lucha heroica contra el mayor y más poderoso ejército de América Latina. Las FARC se transformaron con los años en un ejército popular de 18 000 hombres que combaten en 60 frentes. Solamente en Vietnam encontramos precedentes para una saga épica comparable.

En Colombia está en el poder un presidente neofascista, Álvaro Uribe, el mejor aliado de Bush en el Continente. Y el imperialismo consiguió que las FARC-EP hayan sido incluidas por la Unión Europea en la lista de las organizaciones terroristas.

Cabe preguntarse ¿por qué motivo los críticos izquierdistas de Evo Morales y de Rafael Correa manifiestan tan poco interés por las FARC?

En lo que se refiere a Venezuela, la actitud de esos intelectuales es también irresponsable. Pocos critican la persona de Hugo Chávez. Pero en los últimos meses, mientras que el proceso avanza, científicos políticos, escritores y periodistas de diferentes cuadrantes ideológicos del ultra -izquierdismo hacen públicas tesis, analisis y exégesis que pretenden ser una contribución para que la Revolución Bolivariana pase a una fase superior. A falta de mejor definición, los identifico como anarco-trotskistas porque funden las características del moderno anarquismo y del trotstkismo latinoamericano.

Obviamente, el proceso venezolano, en su evolución, ha sido influenciado negativamente por muchos errores e insuficiencias. De estas la principal ha sido la ausencia de una organización revolucionaria de ámbito nacional, preparada para responder a los desafíos del presente. Chávez cometió -el es conciente- muchos errores tácticos, mas pocos estratégicos. No fue por casualidad que la radicalización del proceso coincidió con la decisión de crear el Partido Unido de la Revolución, o sea una organización con estructura partidaria que incluya a todas las fuerzas políticas progresistas que apoyan la opción socialista ahora hecha pública por el presidente.

La reflexión crítica seria sobre lo que hizo y no hizo en Venezuela no sólo es útil, sino indispensable. Pero me parece muy negativa la tempestad de consejos que se dan todas las semanas a Chávez, venidos precisamente de izquierdistas "revolucionarios", que se expresan como si fueran tutores del presidente y detentadores de la sabiduría universal. Uno de ellos afirmaba hace días que Hugo Chávez debería comprender que la próxima etapa de la revolución, ya reatrasada, será la toma del poder por la clase obrera. Sin comentarios.

Algunos camaradas pueden concluir de la lectura de esta reflexión que atribuyo una importancia excesiva a la gritería de los anarco-trotskistas. Pero ella nació precisamente del conocimiento relativo que acumulé a lo largo de los años sobre la historia de América Latina.

Traducido para La Haine por Pável Blanco Cabrera
Serpa, 23 de Enero de 2007
www.odiario.info

 

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