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Pensamiento :: 29/03/2004

Dirigismo ideológico/moral del grupo

Grupo Ikaria
6a. Entrega de "Tradición libertaria y luchas de liberación nacional".

POR LA INDEPENDENCIA TOTAL Y LA ANARQUÍA SIN LÍMITES

1. - LA CRISIS DEL MOVIMIENTO LIBERTARIO

1. 2.- Dirigismo ideológico/moral de grupo

¿El anarquismo es una ideología? Esta pregunta se nos hizo en un debate realizado en radio Venus con compañeros del movimiento libertario. Hemos hecho una entretenida comparación entre ideología y religión (tomando el cristianismo como modelo) y hemos descubierto las similitudes siguientes:

- Las dos prometen un cielo donde todos son felices y buenos

- Tienen una jerarquía sacerdotal que aletarga a los creyentes con la promesa de este cielo.

- Tienen personajes santificados a los que rinden culto

- Se horrorizan ante la "herejía" , como ruptura de su sistema de valores, como ruptura de la "verdad’

- Mantienen determinados rituales (mitin - misa, manifestación - procesión, consigna - oración, celebración de determinadas fiestas, adoración de los líderes, etc)

- Necesitan una masa de fieles a la que puedan atontar con su discurso

- Simbología, martirología, etc ...

Una organización o un movimiento que no esté permanentemente abierto a la autocrítica, acaba siendo una nueva iglesia. Así, a menudo Marx ha acabado en profeta de un nuevo mundo paradisiaco, y su obra, en la Biblia que las diferentes sectas - leninista, maoísta, troskista, stalinista... - se apresuran a interpretar. Y hace falta añadir que algo parecido ha pasado dentro del movimiento libertario.

Es por esto, que valoramos muy positivamente cualquier crítica - y sobre todo cualquier práctica - antidoctrinal, ya sea un hecho tan brutal y maravilloso como el estallido insurreccional de la Autonomía Operaria en la Italia del 77 (alucinamos a Marx) o el trabajo realizado por Arco da Vella en Galicia, Askatasuna en Euskadi, o, ahora, por la Coordinadora Libertaria de los Països Catalans. De todas formas, y a pesar de la creciente religiosidad del movimiento libertario queremos reivindicar el anarquismo, por considerarlo algo sustancialmente diferente a una ideología. En primer lugar, no es obra de un solo autor, sino del resultado de las diferentes aportaciones de un conjunto heterogéneo de autores. En segundo lugar, no es un proyecto acabado, sino que por su propia dinámica antiautoritaria es necesariamente adoctrinal y abierto a las nuevas situaciones. En tercer lugar, a partir de la idea de anarquía (no-poder) ha dado prioridad a la negación (lucha e insurrección) ante la afirmación (la sociedad futura). El anarquismo, más que una ideología es una actitud vital del individuo de rebeldía contra todo poder.

A pesar de todo esto, dentro del movimiento libertario existe un dirigismo ideológico. Hay una verdad inmutable que todo militante tiene que aceptar. Si un individuo es suficientemente crítico cómo para dejar de militar para la verdad, y empieza a pensar por si mismo, será tildado de hereje, de disidente, de revisionista, etc... La más triste constatación de todo esto la tenemos en la expulsión de la CNT de Euskadi del colectivo libertario Askatasuna, que definía la liberación nacional e independencia de Euskadi dentro de una alternativa libertaria y global. Nosotros somos herejes, en el sentido de rechazar cualquier planteamiento doctrinario, incluida - y esto es básico- una hipotética doctrina "anarcoindependentista".

Cuando hemos planteado asumir la liberación nacional desde una perspectiva anarquista, hemos desencadenado la furia doctrinal de los sacerdotes anarquistas. Si esto sirve para que salgan de su letargo devocional ya está bastante bien: un movimiento sólo avanza a partir de herejías. Establecer unas líneas rígidas que tiene que seguir una idea que quiere liquidar cualquier poder, significa incurrir en una grave contradicción, dado que establecer este rigidismo no es otra cosa que dictar unos límites, unas prohibiciones, un nuevo poder. Y cuando una idea empieza a parecerse a una religión, es que el movimiento que la encarna está en franca descomposición.

Pero de la misma manera que un estado puede perpetuarse gracias al seguidismo de la masa conformista, este dirigismo ideológico sólo ha sido posible gracias a la pasividad y alineación de las bases libertarias. Y sobre todo, gracias a la moral del grupo. Por moral del grupo entendemos la incapacidad crónica de determinados individuos a tener un criterio propio, y que por tanto puede llegar a ser diferente al criterio del grupo. El grupo - cualquier grupo- genera unas determinadas pautas de conducta, unos gustos y preferencias, un vocabulario , forma de vestir, etc. Se establece una relación psicológica entre amoldarse a él bien y premio (aprobación moral del grupo) y amoldarse mal y castigo (desaprobación moral del grupo). Resulta desesperante constatar la presencia y magnitud de estas formas de poder en un movimiento que afirma querer destruir cualquier poder, especialmente en los años 1976-77 (quizás ahora no tanto porque somos menos). La "anarcomoda" supuso la adopción de unos rols de conducta supuestamente libertarios, sin una reflexión previa y propia.

Si con los sacerdotes hemos chocado con la furia doctrinal, con esta especia de monaguillos el único argumento que hemos encontrado han sido sonrisas, frases hechas e intentos de apelación al tribunal supremo de la moral del grupo, en intento de justificar su cretinismo ideológico. Este individuo es débil y se refugia en la moral del grupo, como el cristiano se ampara en la religión.

1. 3.- Falta de perspectivas

El movimiento libertario, ni cuenta con una mínima articulación que dinamice el proceso revolucionario, ni tiene definidas una estrategia y una táctica anticapitalista a corto, medio y largo plazo, que aceleren este proceso. En la situación actual, sobreviven algunos grupos, pero al estar faltos de estas condiciones, su práctica se reduce a una suma de acciones aisladas perfectamente ineficaces para destruir un estado cada vez más fuerte. Llegados aquí, el movimiento libertario puede pasar a formar parte de los mecanismos de asimilación del poder, en tanto que lugar donde aparcar los disidentes, pero sin un peligro de desestabilización real, dada la militancia vegetativa y testimonial que se lleva, y el anarquismo puede convertirse en religión, con una doctrina fósil que pretende tener respuestas para todo, y, sobre todo, que permite soportar la vida con la promesa de un futuro mejor, convirtiéndose en ambos casos, en práctica inmobilista... un caso aparte son las CNTs.


Próxima entrega: Los esquemas tradicionales
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