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Estado español :: 15/03/2020

El COVID-19 y el virus del racismo

Rromani Pativ
En el caso del Estado español, las respuestas racistas no se han hecho esperar.

No se habla de otra cosa. Probablemente ya saben a qué nos referimos. Estos días, no hay objeto de discusión en España, por muy importante que sea, que pueda medirse con la omnipotencia mediática del denominado COVID-19, coronavirus para los amigos. La saturación y el miedo se respiran en un ambiente cada vez más cargado de incertidumbre, cada vez más inquietante. Al mismo tiempo, se están produciendo interesantes conatos de reflexión crítica colectiva. A través de ellos, numerosas miradas lúcidas ponen el dedo en la llaga mostrando qué hay detrás de la creciente paranoia social; qué esconde, qué revela y hacia dónde nos dirige esta traicionera alarma. Sin embargo, existe en este contexto de ansiedad social una peligrosa nota al pie de página sobre la que, desde nuestro punto de vista, no se está discutiendo lo suficiente, lo cual es sintomático. Es de sobra conocido el hecho de que las crisis sociales refuerzan las estrategias de autoritarismo institucional y, al mismo tiempo, sacan a relucir la basura moral de nuestras sociedades.

A tenor de lo dicho, en un interesante artículo publicado en CTXT, titulado El relato oficial del coronavirus oculta una crisis sistémica, podían leerse estas certeras afirmaciones: "La epidemia es una oportunidad para degradar y aislar a China, al tiempo que localmente se generan respuestas racistas y xenófobas." Hay que decir que el racismo está en al ambiente, no se produce a causa de la epidemia. Si aceptamos que el racismo es un problema estructural, nos vemos obligados a dejar atrás lecturas simplistas en torno al mismo. No es la alarma social lo que provoca reacciones racistas, es una sociedad previamente racista la que reacciona en consecuencia en el contexto de una alarma social como la provocada por el relato oficial en torno al coronavirus. Dicho de otra manera: alarmarnos porque una sociedad educada en el racismo reaccione, independientemente del contexto, de forma racista es cuanto menos superficial e hipócrita. No obstante, no nos perdamos en afirmaciones abstractas.

En el caso del Estado español, las respuestas racistas no se han hecho esperar. La comunidad asiática ha sido la principal diana internacional del oprobio. Por una parte, la alarmante insensibilidad mostrada ante la situación que la aparición del virus y sus consecuentes efectos políticos, sociales y humanitarios ha provocado en China representa una cruda realidad que debería alarmarnos más que la propagación del virus. Por otra, cuando la amenaza ha tocado el mundo blanco, al miedo y la hipersensibilidad del niño mimado se ha unido el desprecio racista que hizo a activistas de la comunidad asiática lanzar la campaña "I am not a virus". Hace tan solo unos días, un ciudadano norteamericano de ascendencia china era atacado y apaleado en Madrid por varios individuos que le gritaban insultos relacionados con el coronavirus. Pero si las ciudadanas y ciudadanos chinos están siendo objeto de vejaciones y ataques no es por la aparición repentina de la epidemia. El racismo antiasiático es una realidad tan flagrante como invisibilizada en nuestro país, lo único que ha conseguido el relato sobre el coronavirus es exacerbarlo y sacar a la luz su extraordinario poder social.

Medios de comunicación antigitanos y racismo histórico

"Respecto al vecino de Haro ingresado en Miranda del Ebro [...] el vecino es de etnia gitana y llegó al servicio de Urgencia de Santiago Apóstol..." "Investigan si el foco de coronavirus originado en el funeral gitano de Vitoria ha entrado ya en Navarra". "Un funeral en Vitoria causó más de 60 infectados. La ceremonia es el mayor foco de la epidemia ocurrido en España e hizo llegar el coronavirus a un hospital [...] "Buena parte de los afectados por el brote son personas de etnia gitana." Según informa Patricia Carro, [...] el paciente es de etnia gitana..." Todos estos son titulares y noticias aparecidas durante estos días de caos en medios de comunicación como larioja.com, El País, Navarra.com o burgosconecta.es. Lejos de intentar reducir el debate a un espectro únicamente punitivo, habría que comenzar diciendo que todos estos medios están incumpliendo el código deontológico periodístico al mencionar la identidad "étnica" de los afectados. En segundo lugar, cabe preguntarse si estos periodistas, amparados en sus equipos de redacción, recurren a tales estrategias racistas para aumentar el número de lecturas de sus artículos, ya que no existe mejor manera de atraer a aves carroñeras que produciendo cadáveres. ¿Les parece muy atrevido? ¿Duro, quizás? Pónganse en el lugar de los afectados y afectadas.

Precisamente al mismo tiempo que estas noticias conseguían abrirse paso entre una población desinformada, impresionable y racista, comenzaban a compartirse numerosas grabaciones de audios vía WhatsApp y redes sociales que apuntalaban el relato. En uno de ellos, compartido de forma masiva, podía escucharse a un individuo anónimo afirmar lo siguiente: "Resulta que de los 12 casos que hay de coronavirus aquí en La Rioja, 7 están en San Pedro ingresados. Y son gitanos. Entonces, no vayáis al mercadillo [...] están contagiando a todo el mundo [...] están haciendo lo que les sale de los cojones, la Guardia Civil no puede con ellos. Está Haro en cuarentena y ellos están haciendo lo que quieren. A la Guardia Civil los tienen amedrentados. Les tiran escupitajos desde las ventanas [...] comunicadlo por ahí... que son gitanos todos, el foco de infección son los gitanos". En otra grabación, ampliamente difundida, realizada presuntamente por una trabajadora sin identificar de un hospital de la zona se escuchaba: "Han debido estar todo el fin de semana acudiendo a urgencias [...] en un goteo constante de gitanos, encima mintiendo, ninguno decía la verdad [...] y se han dedicado a escupir en todas las salas, en los asientos para que todo el mundo se contagie [... ] si ya había poco, pues ya con ellos, para qué queremos más, porque les importa todo una puta mierda [...] los que están en Haro, en las casas, escupiendo a los guardia civiles, increpándoles... no pueden con ellos."

Las imágenes de los sanitarios acompañados de la Guardia Civil acudiendo a Haro se han hecho virales, fortaleciendo la idea de que los gitanos y gitanas afectados son monstruos rabiosos, no seres humanos cuya salud y vida tienen el mismo valor que la de cualquier otro. No en vano, estamos ante las tres manifestaciones claves de cualquier forma de racismo estructural: la mediática, que solidifica un relato y le da estatus de verdad, la social, que difunde dicho relato y lo afianza en los vecindarios y, por último y más importante, la institucional, que pone a sus cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado a disposición de dicho relato. Así se deshumaniza a las víctimas gitanas. No nos da tiempo de pensar en la angustia y el miedo que quizás estas personas han experimentado, no solo por la supuesta infección del coronavirus, sino por convertirse, una vez más, en diana del odio social racista; por ocupar de nuevo titulares y noticias sesgadas sobre su realidad; por contemplar, una vez más, cómo la Guardia Civil, que ha sido durante siglos un cuerpo de seguridad represor de nuestro Pueblo, aparece en sus barrios para reforzar con su sola e intimidante presencia la idea de que somos sujetos dignos de control, dignos de ser perseguidos, también cuando enfermamos.

Nos preguntamos, como siempre, conociendo la respuesta de antemano: ¿irán los equipos de la Guardia Civil a casa de Ortega Smith y de todos aquellos a los que saludó en Vistalegre? Sabemos que no irán. ¿Irán también a recibir a los últimos visitantes italianos que han aterrizado durante estos días atrás en nuestras costas? Irónicamente, ellos no merecen tal recibimiento. ¿Qué equipo de gobierno local es responsable de un espectáculo racista como este? ¿Por qué algo así no despierta la indignación popular de izquierdas ni el rechazo contundente de un Gobierno que se llama a sí mismo "de izquierdas"? La estigmatización de cualquier comunidad humana en momentos como estos es un hecho gravísimo que, sin embargo, nos revela algo. Cuando las sociedades entran en crisis, aquellos que se encuentran en el eslabón más débil son los que sufren las peores consecuencias. Pero nuestro pueblo no es débil. Nuestro Pueblo es fuerte porque resiste. Y resiste porque es fuerte. Desde esa fortaleza denunciamos y señalamos el racismo antigitano de muchos medios de comunicación que no dudan en utilizar la carnaza del odio para aumentar sus beneficios, el racismo antigitano de buena parte de nuestra sociedad que no reacciona ante los bulos y prefiere mirar hacia otro lado cuando no escupir a la cara de quien sufre, y el racismo antigitano de nuestros gobiernos, que no dudan en sacar a la luz su arcaico desprecio institucional hacia nuestro pueblo, incluso en la gestión de una situación como esta, provocada por el coronavirus. ¿O, quizás, deberíamos decir, una situación provocada por el relato oficial sobre el coronavirus y su ocultación de la crisis sistémica?

 

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