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Estado español :: 20/05/2014

El regreso de los violentos itinerantes o una mentira mil veces repetida

Modesto Agustí
Estrategia que pretende desviar la atención sobre las causas últimas que generaron aquellos sucesos: el malestar por la especulación urbanística

Después de que hayan pasado meses del estallido del conflicto de Gamonal, la entelequia de los “grupos violentos itinerantes” sigue siendo el principal argumento que los responsables de Interior esgrimen para justificar la actuación policial que convirtió al barrio en un autentico territorio ocupado. Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad…

Como cada noche, durante la batalla que se libra en Gamonal y que ha terminado por convertir al barrio burgalés en el epicentro mediático del momento, desde sus ventanas surgen las voces desgarradas de los vecinos que al grito de –cobardes- reciben con estrépito a las dotaciones policiales que se despliega por sus calles. El retumbar metálico de miles de cacerolas delata cada uno de los movimientos de los antidisturbios que buscan con ahínco a los violentos manifestantes venidos de fuera y que, sin embargo, no consiguen dar con ellos.

Hasta 210 agentes antidisturbios se desplazaron a Gamonal para aplacar las protestas contra el bulevar de la calle Vitoria que se sucedieron ente el 10 y 14 de enero de 2014. Después de que hayan pasado varios meses desde el estallido del conflicto de Gamonal, el Ministerio de Interior continúa aferrándose a la teoría de la presencia de “grupos violentos itinerantes” como origen de las protestas que sacudieron a principios del presente año el barrio de Gamonal.

Interior no sólo remarca que la actuación de las dotaciones antidisturbios que llegaron a Burgos para reforzar el dispositivo establecido por la Comisaria Provincial “se desarrolló de conformidad con los principios de oportunidad, congruencia y proporcionalidad”, sino que retoma el argumento de la presencia de “radicales venidos de fuera” que consiguieron reventar la “protesta legítima” de los pacíficos manifestantes. Afirmaciones que contrastan con el informe elaborado por el grupo de apoyo a los encausados que revela con testimonios directos como la mayoría de las detenciones se produjeron de forma arbitraria sobre personas que se encontraban en ese momento en la calle.

A pesar de que las declaraciones de Francisco Martínez, secretario de Estado de Seguridad, fueron rápidamente desmentidas al descubrirse que la totalidad de los vecinos detenidos durante las protestas estaban afincados en Burgos, los representantes gubernamentales salen al paso afirmando que «el hecho de que componentes de dichos grupos no se encuentren entre las personas detenidas no significa que no hubieran participado en los disturbios vividos entre los días 10 y 14 de enero». Todo ello a pesar de que en el informe realizado por agentes de la Comisaria de Burgos se afirmase que, si bien se habían detectado supuestos contactos entre grupos radicales locales y otros provenientes de otras ciudades para acudir a Gamonal, finalmente estos desplazamientos no se produjeron.

La entelequia de loa “grupos violentos itinerantes” sigue flotando en el aire sin que hasta el momento ni la “proporcionada” actuación de los antidisturbios ni las labores de información de los agentes de Burgos, hayan podido cerciorar su existencia. Una construcción propagandística que junto a las “lecciones de Gamonal al mundo abertzale” o el “dirigismo anarquista”, forma parte de la mitología que quiere convertir al conflicto de Gamonal en un tumulto ajeno a sus propios vecinos. Una estrategia que pretende desviar la atención sobre las causas últimas que generaron aquellos sucesos: el malestar por la especulación urbanística y el único diálogo del que fue capaz el Ayuntamiento de Burgos, cuyos argumentos se esgrimieron a través de las porras y las pelotas de goma.

“Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad”, quizás nuestro secretario de Estado de Seguridad no le haga ascos a la senda marcada por J. Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich, más aún cuando los únicos “grupos violentos itinerantes” que operaron en Gamonal durante aquellos días de enero fueron los 210 agentes que cumplían sus órdenes. Si quizás encontraron algo parecido a la presa que venían buscando, fue su reflejo fragmentado en los cristales de las sucursales bancarias hechas añicos.

 

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