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Pensamiento :: 11/10/2006

El Che y la cultura

Esther Pérez
"El socialismo y el hombre en Cuba" está escrito en un momento histórico concreto del proceso revolucionario. El presente que el Che describe es nuestro pasado de veinte años; el futuro inmediato que prefigura es nuestro presente; la meta última a la que apunta tiene que seguir, sigue siendo, nuestro futuro.1 En él, el Che describe la situación de aquel presente, previene contra peligros y hace prefiguraciones del futuro.

En cuanto a lo primero, señala la división entre "domesticados totales"y los demás, que "revolucionarios o no", emprenden el camino abierto por la Revolución. En cuanto a lo segundo, apunta dos peligros fundamentales: de un lado, el hecho de que la autoridad revolucionaria e intelectual no esté siempre encarnada en las mismas personas en una etapa en que los individuos, sus pronunciamientos, sus actitudes, desempeñan un papel aun tan importante; del otro, el dirigismo en cultura, que condujera en otras experiencias socialistas a la congelación de lo existente o a la exaltación de lo pasado como la expresión de lo nuevo, lo revolucionario. En este sentido, el realismo socialista se caracteriza con tanta exactitud que sorprende que hayan existido después entre nosotros, durante un tiempo largo, ideas sobre la imposición de esta forma de reflejo mecánico de la realidad en el arte.

En lo referente a las prefiguraciones del futuro, el Che predice que en el comunismo el hombre nuevo entonará su canto "con la auténtica voz del pueblo". Y previene: "Es un proceso que requiere tiempo". Su estrategia para el mismo es la generalización de la educación.2 Pero la educación a la que se refiere el Che no se reduce, de ningún modo, a la educación formal, la educación académica (aunque esta sea en el socialismo parte importante de ella y no pueda, so pena de profundas desviaciones, ir por un camino diferente al de la más comprensiva), sino que incluye a la que producen todos los agentes revolucionarios de la sociedad. El Che afirma que "las taras del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual".3 Es pues, sobre esta, que hay que actuar con un trabajo continuo, de modo que desaparezca el egoísmo del culto frente al inculto, del hombre frente a la mujer, del capataz frente al aprendiz; de modo que los hábitos del trabajo y del tiempo libre, ambos, se transformen, quebrantando la sujeción de que son objeto cuando no se modifican los mecanismos de vinculación de los individuos a la colectividad.

Implícito en el análisis del Che está el reconocimiento de la especificidad de la cultura artístico-literaria y sus vías: esta tiene que gozar de plena libertad de creación, tiene que nutrirse de toda producción cultural, tiene que pasar por los individuos y su subjetividad. Es precisamente, entonces, el cambio de las personas en el marco de la gestación de la nueva cultura del socialismo y el comunismo- y no las presiones, subvenciones, camisas de fuerza o buenas intenciones- lo que ensanchará y profundizará el campo de la creación cultural para sacarla del culto al pasado (lo no problemático) o la angustia del artista (el individuo) cortado de su entorno.

Este nuevo arte se tiene que ir-se va- haciendo, sin embargo, precisamente en el tránsito, en el tiempo. Una lectura actual nos permite ver, de inmediato que, hoy por hoy, cuenta en su haber en Cuba con la alfabetización, la extensión masiva de la educación, la multiplicación numérica de la intelectualidad y la incorporación valiosísima de al menos una generación de creadores jóvenes cuya preocupación explícita es ser revolucionarios en todas las esferas de su actividad. Pero ni es un cambio sin sobresaltos, ni se puede limitar a ciertas esferas, ni sus etapas se pueden prefigurar con exactitud.

Estamos hoy abocados a problemas que previera el Che. Los requerimientos actuales de nuestra cultura artístico-literaria desbordan sus propios límites: forman parte de las necesidades de transformación cultural general que la Revolución, el socialismo, el comunismo, nos plantean.4 El debate planteado por el Che y Fidel sobre la cuestión de la cultura del socialismo no ha terminado. En nuestro país, una juventud culta, inquieta, revolucionaria, decidida a plantearse problemas propios, identifica en Fidel y el Che a quienes proponen un camino de creación revolucionaria. En el mundo del socialismo, que cuestiona y revisa sus valores, el pensamiento del Che tiene mucho que aportar. En el mundo subdesarrollado, donde el reformismo parece haber dado todo de sí, las ideas del Che vuelven a ser estudiadas y atendidas.

Convertir en carne y sangre del pueblo la cultura revolucionaria, los valores de un hombre y una mujer distintos y opuestos a los que hasta ahora han existido, convertir esta meta, cada vez más, en el contenido de la vida diaria de todas las personas: ese es el reto. Partir de la cultura popular -real, actuante, existente- para enriquecerla y transformarla; participar y reflejar la realidad -con todos los medios y formas específicos de cada campo de trabajo-, lo que quiere decir hablar contradictoriamente de nuestra contradictoria vida de la transición. Esa es la línea del Che, ese es el pensamiento que lo entronca con nuestro presente, ese es el camino que nos conducirá con trabajo, imaginación y valentía, como él hubiera pedido, al futuro, que es nuestro.


Notas:

1. Digo esto para prevenirnos contra la glosa de la obra del Che. La vigencia de su pensamiento está en la ortodoxia revolucionaria para el análisis de la realidad.

2. El último período de Lenin revela su extrema preocupación por estos temas. En "Más vale poco y bueno" señala la necesidad de "primero, estudiar, segundo, estudiar, tercero, estudiar": Se trata de eliminar la separación entre trabajo intelectual y trabajo manual, entre la intelectualidad y los otros. Para Lenin y el Che, que encarnaban la posibilidad real de esa no separación, el hecho tenía la mayor entidad.

3. Ernesto Che Guevara. "El socialismo y el hombre en Cuba". Obras (1957-1967). Ed. Cit., t. II, p. 371

4. En su discurso en el IV Congreso de la UNEAC, Fidel se refiere a lo logrado, a los valores del internacionalismo, la cultura política y la conciencia revolucionaria del pueblo. Y se refiere también a nuestras carencias, vinculando, como el Che, todas las esferas de la vida social: economía, educación, cultura, etc. Y a la posibilidad de superarlas en la renovación revolucionaria, la solidaridad, la creencia en el hombre, la conciencia.

 

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