lahaine.org
Estado español :: 29/08/2005

El MUSAC: Realidad y espectáculo

Alejandro Vidal Álvarez
El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) fue inaugurado en la ciudad de León el pasado mes de abril con toda la parafernalia y pomposidad institucional colateral a este tipo de eventos. No faltó la presencia de los Príncipes de Asturias ni de los responsables políticos de la comunidad autónoma y del ayuntamiento, todos del PP.

Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo, las ideas dominantes de la época. MARX /ENGELS, La Ideología Alemana

La teoría crítica debe comunicarse en su propio lenguaje. Es el lenguaje de la contradicción, que debe ser dialéctico en su forma como lo es en cu contenido. Es crítica de la totalidad y crítica histórica. No es un "grado cero de la escritura", sino su inversión. No es una negación del estilo sino un estilo de la negación. GUY DEBORD, La sociedad del espectáculo, axioma 204

El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) fue inaugurado en la ciudad de León el pasado mes de abril con toda la parafernalia y pomposidad institucional colateral a este tipo de eventos. No faltó la presencia de los Príncipes de Asturias ni de los responsables políticos de la comunidad autónoma y del ayuntamiento, todos del PP.

Tanto los medios de comunicación como los políticos de turno, unánimemente, parecen coincidir en los elogios y triunfalismos derivados de la puesta en marcha de este museo, que para ellos pretende ser una especie de punto de inflexión en el "desarrollo" y "progreso" de la ciudad. Pero quizás lo más preocupante es que muchos de nosotros, que nos consideramos comunistas y por tanto pretendemos explicar la sociedad con los instrumentos del materialismo histórico, nos hemos en parte sumado a esa visión triunfalista, idealista, que considera la apertura de estos museos de arte contemporáneo como un hecho abstractamente positivo sin comprender u olvidando cuáles son las causas reales que han originado este fenómeno; un fenómeno, el de la aparición en esta época del capitalismo denominada post-fordismo, cuya ideología dominante es el posmodernismo (cuyas manifestaciones encuentran su lugar de exposición natural en los museos de arte contemporáneo) que no es único de la ciudad de León y que se extiende por todo el Estado español (Bilbao -Museo Guggemhein, Vitoria-Gasteiz -Artium: Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Barcelona -Foro de las Culturas, ) y por supuesto por el resto de Europa.

Esto no pretende ser, en esencia, una crítica al papel o función del arte en la sociedad actual, ni siquiera al origen del mismo, sino sólo una reflexión acerca de la concurrencia, concomitancia, de determinados hechos económicos, sociales y políticos que se enmarcan dentro de la crisis actual del sistema político y económico capitalista en Europa. Se trata por tanto de realizar un análisis marxista, desde el materialismo dialéctico, tratando de explicar el porqué de este florecimiento de museos, y si este responde, como parece ser, principal pero no exclusivamente a una causa económica, a un cambio en la estructura económico-productiva del capitalismo posmoderno, que repercute de determinada manera en la sociedad, en su ideología (no lo olvidemos: la de la clase dominante: la burguesía, dueña del capital) urbanismo, arte, cultura, etcUn análisis que no tiene ninguna pretensión moral sobre la bondad o posible utilidad que pueda reportar a los movimientos sociales o partidos anticapitalistas este fenómeno, el MUSAC en la ciudad de León, sino que pretende únicamente desvelar el elemento o los elementos generadores de este mal llamado "desarrollo" o "progreso cultural" en nuestras ciudades.

El postfordismo, la etapa histórica del capitalismo en la que nos encontramos inmersos, supone la informatización de lo social, la automatización en las fábricas, pero sobre todo el trabajo difuso y la hegemonía creciente del llamado trabajo inmaterial y del llamado terciario (comunicativo, cognitivo y científico, afectivo, de ocio,) además de la mundialización en actos de los procesos productivos. El postfordismo es, siempre, crisis, su genealogía no nos lleva al agotamiento técnico de un régimen de acumulación, sino al cuestionamiento de las propias bases de control de la relación salarial (aumento de la precariedad laboral) y de subordinación del trabajo vivo al trabajo muerto, del capital variable al capital fijo. Y esa crisis es una crisis social, que corresponde al desarrollo de un sujeto colectivo que se ha negado (que no se auto-reconoce) como fuerza de trabajo y como consumidor masificado, vaciado de toda cualidad y de toda existencia autónoma, salvo en su integración en el capital. (Paolo Virno, Virtuosismo y revolución, 2003)

Esto vendría a resumirse en que al mismo tiempo que aumenta progresivamente la precariedad laboral, la presión del factor capital sobre la mano de obra, sobre el trabajo, aumentan las posibilidades del ocio regulado, controlado, por el propio capital, mientras la clase trabajadora ya no se reconoce como tal ni los ciudadanos consumistas como consumidores masivos de mercancías de toda índole, incluidas las culturales o de ocio. La sociedad del espectáculo tal y como fue descrita por Guy Debord (El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes.) continúa desarrollándose, y el MUSAC en León es la última etapa de ese desarrollo en plena decadencia cultural, política y social de Europa, y de Occidente.

¿Qué es lo Real que se esconde tras el Museo de Arte Contemporáneo en León? ¿Porqué una ciudad que pierde población cada año, cuya clase obrera ha sido duramente golpeada por cierres de empresas, y donde no existía ni el mínimo movimiento o interés cultural para sostener un museo de arte contemporáneo se ve relegada de súbito a aceptar pasivamente un papel que en apariencia no le corresponde? El reverso es que un nuevo universo poco a poco va apareciendo ante nuestros ojos: Ruina definitiva del campo (que pregunten en la comarca de Babia, o a los productores de remolacha en el páramo leonés), emigración rural, desindustrialización, concentración del capital, masificación del consumo, corrupción política: Prebendas, sobornos, etc, pérdida de derechos y libertades, Un nuevo universo consecuencia de la destrucción del antiguo entorno social, que necesita ser domesticado, disfrazado; un mundo que se nos ha vuelto extraño a nosotros mismos, donde la única referencia, faro, parece ser el círculo en el que giran sin cesar la inagotable letanía de mercancías (en los supermercados, en los centros comerciales, en la televisión con la publicidad, en los museos de arte contemporáneo como mercancías culturales) que el mercado nos ofrece ininterrumpidamente, en lo que parece ser una recuperación para el hombre postmoderno del ápeiron griego, del infierno circular. Una producción-destrucción-reproducción incesante donde todo se renueva constantemente para que nada quede. Un infierno en el cual sus habitantes, inconscientes en su mayor parte, deben ser domesticados para evitar precisamente que puedan comprender su situación real y actuar en consecuencia. Con esto se comprenden las palabras de Slavoj Zizek cuando dice que -la ya antigua fórmula de Guy Debord sobre la sociedad del espectáculo adquiere de ese modo un nuevo sesgo: se crean las imágenes con el fin de llenar el hueco que separa el nuevo universo artificial de nuestro antiguo entorno social, es decir, con el fin de "domesticar" ese universo nuevo- (y una de esas imágenes es la de un mundo lleno de cultura, positivo, pacífico -el nexo semántico entre cultura y paz es más que obvio- por el mero hecho de estar lleno de museos -de arte contemporáneo) y también las palabras de Santiago Alba Rico cuando asevera que en el fondo se trata de -reglamentar el ocio a imagen y semejanza del trabajo para hacerlo así "tolerable" para el sujeto y "funcional" en relación a las estructuras de la explotación económica que necesitan mantenerlo "sujeto"- Es decir, el MUSAC vendría a actuar como placebo, como fármaco que contenta al paciente, que le da una sensación superficial de bienestar, pero que no le cura. Y la enfermedad, la crisis y la explotación económicas estructurales del capitalismo en el Estado español, la crisis de la sociedad y la familia, de la democracia y el descrédito de todo el sistema político en general en todos los ámbitos y niveles, continúan avanzando.

Por otra parte, no podemos obviar el hecho de que en una sociedad donde la acción política revolucionaria está desapareciendo (o cuanto menos en un duro proceso de reestructuración) sobre todo debido a que determinadas organizaciones políticas han terminado condenándola o al baúl de los recuerdos o a la consecución de los más espurios intereses corporativistas, pero nunca generales, los museos, más que ser un nexo de unión con el pasado para comprender el presente y transformarlo, tienden a fomentar a través de una fetichización-abstracción de ese pasado una actitud pasiva ante la Historia. Inconscientemente nos convertimos en observadores pasivos, inmunizados, la mayor parte de los cuales no comprende, siquiera llega a vislumbrar, el papel histórico de esa cultura que "admiramos", mientras lo realmente cultural (todo convertido en mercancía por el capitalismo, hasta las manifestaciones culturales más simples y ancestrales de las tribus de la Amazonía) y las condiciones mismas de su existencia (el medio natural en el que el ser humano desarrolla su vida, la Naturaleza: los bosques, las reservas de agua dulce, las especies animales,) desaparecen delante de nuestras propias narices. Este penoso, decadente y peligrosísimo papel histórico de espectadores impuesto desde arriba y aceptado nos otorga el dudoso privilegio del silencio y la parálisis frente al cambio climático, la crisis energética mundial, el desmantelamiento de los derechos conquistados por la clase obrera, el hambre, el SIDA o las guerras concatenadas del imperialismo
Anclándonos en la débil idea de que así se fomenta la cultura, o de que el MUSAC es un espacio que puede ser utilizado en provecho de las luchas de resistencia o en favor de un discurso alternativo al pensamiento único dominante en la actualidad, intentamos aprovecharnos de lo que en realidad no es más que una "necesidad’ del poder establecido para garantizar su dominio. Porque el MUSAC es una "necesidad’, un instrumento que intenta acallar las críticas, un regalo "otorgado" a los leoneses para que se cercioren definitivamente de que los políticos de León a veces sí trabajan para los ciudadanos, que sólo busca ensombrecer la verdad de la crisis absoluta del actual sistema democrático que muestra cada vez más su verdadero rostro dictatorial, la inamovilidad de todo el entramado social-político-económico.

La cultura como superestructura refleja, en parte, en Occidente las condiciones actuales a las que ha llegado el modo de producción económica capitalista. En unas condiciones de desindustrialización y paro creciente es necesario un "dominio dulce" a través de la cultura, de la imagen, pero sobre todo y particularmente a través de la regulación obsesiva, exclusiva y cada vez más totalitaria del ocio, pero también y sobre todo de la acción política; pero sólo en apariencia pues la transición hacia un "dominio duro", policial y militar, ya está en marcha con la excusa de la defensa frente al "terrorismo" (concepto abstracto e indefinido que por lo visto abarca desde la quema de una papelera en el País Vasco hasta el asesinato con bombas en el metro de Londres, pero no el arrojar miles de bombas durante años contra las ciudades y pueblos de un país como Irak, o torturar y asesinar en cárceles y comisarías) Los países occidentales capitalistas viven cada vez más de las rentas y menos del trabajo puesto que la producción de mercancías ha ido progresivamente situándose en países en vías de desarrollo (China y extremo oriente sobre todo) o del denominado Tercer Mundo donde la mano de obra es más fácilmente explotable, en un proceso conocido como "deslocalización industrial", y que no es más que la consecuencia más visible de la competitividad entre las empresas por reducir costes inherente al capitalismo. Esto ha traído como consecuencia en nuestros países occidentales la liberación de tiempo y trabajo, lo que se traduce en la expansión del tiempo y las actividades de ocio. El ahorro de los inversores, el capital sobrante de la explotación del Tercer Mundo y de los obreros cualificados del Primero debe ser reinvertido en la denominada industria del ocio: Parques temáticos, medios de comunicación, etcy de esta forma asegurar un mayor dominio del capital sobre la realidad, sobre el tiempo y el espacio.

Un dato es que el número de trabajadores en los sectores productivos de la economía (agricultura, ganadería, producción industrial) ha ido disminuyendo en favor del denominado sector terciario de la economía, de los sectores relacionados con los servicios, y cada vez más con los servicios de ocio. La ciudad de León evidencia con el progresivo cierre y desmantelamiento a lo largo de estos últimos años de sus industrias, casi todas químicas, esta situación de progresivo debilitamiento. El actual conflicto de la empresa Antibióticos S.A. en la ciudad de León, uno de los últimos bastiones que aún le quedan por derribar a la globalización neoliberal en esta ciudad, por su más que probable cierre no es más que el último eslabón de esa larga cadena. ¿Qué alternativa les queda a los trabajadores que se verán sometidos al paro, y a una angustia e inseguridad existenciales sin precedentes? ¿a esos jóvenes en edad de trabajar que buscan su primer empleo y a los que sólo se les ofrecen trabajos basura, en unas condiciones de explotación inauditas?¿la emigración? Pero el sistema ya ha pensado en ello. Su solución natural es integrarlos en la sociedad del espectáculo; es "una necesidad’ hacerlo precisamente para que no se conviertan en una masa de parados potencialmente peligrosos que puedan desvelar el verdadero rostro del sistema y enfrentarse a él.

El MUSAC no es más que el maquillaje de un cadáver social que entra en estado de putrefacción sin auto-conocimiento (el placebo) Su florecimiento en tantas ciudades del Estado español es directamente proporcional al decrecimiento de la producción y del número de trabajadores (regulaciones de plantilla, prejubilaciones -el ejemplo de SINTEL en Telefónica es paradigmático), al cierre de fábricas y al desmantelamiento de determinados sectores industriales que absorbían una gran cantidad de mano de obra que tras una renovación generacional (los hijos de esos trabajadores) debe ser "re-ocupada" para que no se convierta en una masa permanente de conflicto social. Y para re-ocupar nada más llamativo y atractivo que el sector del espectáculo, cuyo desarrollo viene parejo al desarrollo de los medios de comunicación y de las actividades de ocio (parques temáticos, museos, vacaciones programadas, etc) y que ha alcanzado unas dimensiones monstruosas, totalitarias. Si como descubrieron Marx y Engels la ideología de una sociedad (dentro de la cual se inserta sin duda alguna el fenómeno moderno de los museos de arte contemporáneo) es determinada principal y esencialmente por cambios en la estructura económica de esa sociedad, no nos quedará más remedio que vincular indefectible y unívocamente esas transformaciones económicas de sobra conocidas: Cierre de astilleros y siderúrgicas en la cuenca del Nervión (Bilbao), desmantelamiento de metalúrgicas y cierre de minas en Asturias, cierre de minas (Fabero, Sabero, etc..) de empresas metalúrgicas y desmantelamiento de industrias químicas (Laboratorios Ovejero, Antibióticos S.A.,etc) en León,con la creación de esos museos en esas zonas, donde la crisis industrial es manifiesta. Y esto no es una contradicción, sino el signo más visible de esas lentas (pero no inevitables) transformaciones económicas del denominado capitalismo post-industrial o postfordismo.

La página web del MUSAC decía sobre el museo lo que sigue:

El MUSAC aparece como un claro exponente de una nueva etapa cultural, donde ya aparecen asentados valores estéticos y comportamientos artísticos que en un momento pasado fueron revolucionarios. (MUSAC, Museo del S.XXI, página web oficial www.musac.org.es)

¡Exacto! Una nueva etapa cultural que responde a una necesidad de "dominio dulce", de efecto placebo sobre las masas, los ciudadanos, pero principalmente la clase obrera, para que se sigan apretando las tuercas, consumando el Nuevo Orden Mundial, sin que exista respuesta, o si dicha respuesta existe, a través del arte (?), ésta esté controlada, enmarcada, posibilitada por los espacios habilitados, exclusivos y excluyentes, para ello: Los museos de arte contemporáneo. La censura opera aquí de forma inconsciente en la mente de los visitantes-espectadores debido a la petrificación o abstracción en los museos de la realidad.

Esto implica que lo Real es precisamente lo inverso: La realidad (la realidad de las guerras, o de la opresión de las mujeres en Afganistán, o del deterioro del medio ambiente en el alfoz de las grandes urbes, mostrada a través de la exposición titulada "EMERGENCIAS" en el MUSAC,) desaparece precisamente por "pretender" "mostrarse" en los museos. Queda entonces desnudo lo Real: La creencia de que la realidad no puede afectarnos fuera del museo puesto que está encerrada en él, y aún más que el mundo de "afuera", la calle, nuestra realidad cotidiana es infinitamente mejor que esa "otra realidad’ del museo y que por tanto vivimos en el mejor de los mundos posibles.

Pero es que además, y esta es quizás la idea más importante, cualquier realidad que pueda contradecir los cimientos mismos de nuestra sociedad, del status quo establecido nunca podrá expresarse desnuda en plena contradicción con él en estos museos, hecho que se comprende fácilmente cuando intentamos imaginar una exposición artística "moderna" que tenga como objeto la crítica a la monarquía, la denuncia del sistema bancario o de la brutalidad policial, o por ejemplo acercar la experiencia o el ideario de un denominado "terrorista" de cualquier grupo que todavía esté activo; algo imposible. Sin importar el valor artístico o creativo de esa obra de arte. Y precisamente nada que exista realmente en la sociedad de una nación, de un país, de un estado, de una clase social, puede mostrarse en el museo, puede contradecir las apariencias, porque el museo, el de arte contemporáneo, en la sociedad capitalista forma parte precisamente de la sociedad del espectáculo que unifica en la apariencia, en este caso en la grotesca apariencia de un arte o cultura "modernos", y que puede integrarlo todo (desde las obras artísticas más absurdas y zafias -dadaísmo- hasta los elementos tecnológicos más actuales como nuevos soportes de la obra artística, e incluso ellos mismos, en sí mismos obras artísticas) menos su propia negación, que es al fin y al cabo su propia verdad: Su servicio a las clases dominantes, al status quo del capital dominante del neoliberalismo. Es decir, que cualquier cosa por tener todavía entidad en la realidad, por poder intervenir en ella, contradecirla, por existir realmente todavía como sujeto, no puede por eso precisamente mostrarse en el museo. ¿Se comprende entonces por qué precisamente se obligó a cerrar en el País Vasco un museo sobre la banda terrorista ETA? Porque ETA existe, y no sólo eso sino que además todavía interfiere en la realidad y contradice, en este caso de forma violenta, el discurso político del poder. Un ejemplo similar lo encontramos hoy con toda la simbología de la extinta URSS: Precisamente una vez que ha desaparecido el socialismo "real" de la esfera soviética y que se da por finiquitado cualquier proyecto de socialismo en el mundo se permiten las empresas capitalistas de ropa sacar al mercado prendas con el anagrama de CCCP o el símbolo de la hoz y el martillo, o el rostro del Che Guevara o incluso de Mao, precisamente porque han dejado de ser símbolos que muestran o identifican con una realidad existente (una ideología o un país comunista) para pasar a ser meras imágenes desprovistas de cualquier significado, es decir desprovistas de realidad (salvo para una minoría apenas visible)

Todo lo afirmado anteriormente por supuesto no es del todo cierto, puesto que a través del arte se critica, y la exposición "EMERGENCIAS" del MUSAC es un claro ejemplo, pero en suma a grosso modo esa crítica solamente "puede" resbalar sobre la superficie de la realidad. El límite está claro, el control implícito, la función: Crear la falsa apariencia de una libertad artística, de una libertad de expresión, cuando lo que se pretende es precisamente lo contrario: El control. A través de ésta aseveración podríamos entrar a cuestionar el propio concepto de arte contemporáneo. ¿Qué es arte y qué no? ¿Sólo es arte lo que se presenta como tal en los museos de arte contemporáneo, sólo lo que ocupa el espacio vacío de los museos, lo que está encerrado en él? ¿No será sólo esto la pretensión verdadera del poder: Que sólo lo que está en los museos de arte contemporáneo, lo que entra dentro del flujo del mercado cultural, lo que puede en suma ser controlado, o fetichizado, puede ser considerado arte? ¿Qué ocurriría por tanto con los murales reivindicativos pintados en muchos muros de nuestras ciudades por artistas, al aire libre, muchos de los cuales han sido destruidos, borrados? ¿Son o no son arte? La respuesta del poder quiere ser ésta: No es arte, porque no está integrado, lo que equivale a decir que puede ser destruido o negado.

El límite no siempre es claro, el control no es absoluto, hay resquicios y siempre es posible encontrar una crítica "real", dialéctica, en determinados espacios cuya función no es en esencia esa, a pesar de las apariencias; pero siempre será la excepción, como fallo coyuntural del sistema.

Por esto otra de las contradicciones manifestadas por esta "museización de la realidad’ viene a concretarse en la creciente oposición, hasta el punto de acercarse al antagonismo, entre libertad de expresión y libertad de acción. Lo que en apariencia son, o deberían ser siempre, dos libertades complementarias o incluso, una consecuencia de la otra (la libertad de expresión consecuencia de la libertad de acción) en la sociedad actual, a medida que se desarrollan los instrumentos y mecanismos de control, son dentro del orden actual cada vez más excluyentes, pero no recíprocamente. Y no recíprocamente porque si es cierto que cuanto más fácilmente se nos permite expresar una idea (libertad de expresión) es precisamente porque cada vez es más difícil cambiar las cosas, "hacer algo", actuar sobre la economía, sociedad, política, etc.. (libertad de acción) pero no viceversa, puesto que el aumento de la libertad de acción genera correlativamente una mayor libertad de expresión. Así se comprende que en algunas ciudades ya quieran las instituciones municipales prohibir la entrega de panfletos u octavillas sin permiso previo de las autoridades. Otra vuelta de tuerca más. ¿A nadie le resulta contradictorio que en la época histórica en la que más normas jurídicas existen y en la que un cada vez más amplio margen de la realidad este regulado por normas cuya infracción acarrea una sanción cada vez más dura sea paradójicamente la época en la que supuestamente somos más libres de hacer lo que queramos? ¿O este discurso tan aclamado y reiterativo de libertad y democracia sólo es apariencia, el velo de Maya que confunde impidiendo ver y comprender lo que se esconde tras de sí, lo Real: La explotación y el control?

Esta función de control antes explicada sería la que viene a cumplir el MUSAC. Las propias cámaras de vigilancia que circundan el museo, todo el edificio, y que proliferan en las ciudades con la intención de que ni uno sólo de nuestros movimientos quede sin registrar (como en la pesadilla orwelliana de 1984) vendrían a ser algo más que la metáfora explícita de esta realidad: Sería su metonimia. Su integración en el entorno urbano pretende precisamente crear un nuevo centro, junto con los centros comerciales de ocio y consumo clásicos de mercancías, que sólo en apariencia se oponga a estos pero que cumpla en el fondo la misma función: La disolución del tiempo de ocio y de las energías creativas, ambas potencialmente revolucionarias, en un espacio cerrado y controlado. Es decir que los sujetos, nosotros las personas, no seamos sujetos pensantes sino sujetos consumistas. Así el Museo de Arte Contemporáneo complementa al centro comercial, en el primero se consumen mercancías, en el segundo tiempo libre y energías creativas, todo unido para difuminar la lucha revolucionaria y generar una dispersión de fuerzas y voluntades que deberían organizarse lo más unitariamente que sea posible, en suma para cerrar el círculo totalizador.
La revolución no pasa por el MUSAC.

La cultura como espectáculo, la política como espectáculo, la guerra como espectáculo y, cenit de la representación, el hambre en el Tercer Mundo como espectáculo para hacer comprender a los aborregados ciudadanos de Occidente que son afortunados viviendo en el mejor de los mundos posibles, y que además de afortunados pueden ser solidarios echando miguitas a los pordioseros o margaritas a los cerdos; pero sobre todo margaritas a los cerdos.

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal